Por Federico Morel / Edición: Sebastián Moreno – 70/30

Muchas veces nos preguntamos quién hace la música de esas canciones tan pegadizas, o esas bases tremendas que sirven para desarrollar un freestyle que invita a seguir rapeando sobre esos ritmos y melodías. Es ahí, en esa respuesta, donde aparece una figura muy renombrada en el último tiempo: el productor musical, o también a veces llamado beatmaker.

Diego Bosch, reconocido por su trabajo en Lima Sur y Del Pasillo Records, es un productor musical, con todas las letras. Pero además lo es con aquellos conocimientos que diferencian a un músico monoinstrumental de un “pulpo” sonoro. Y es que sí, para ser productor es clave saber tocar todos los instrumentos que participan de aquellas composiciones musicales.

En una pequeña entrevista con 70/30, de Conclusión, intentamos descifrar cómo se llega a componer una canción o una pista y con qué herramientas hay que contar para hacerlo. Además, repasamos en video ese paso a paso compositivo y, también, mostramos el fruto final de todo ese trabajo.

70/30 -¿Cuándo te diste cuenta que querías meterte en la producción musical?

Diego B. – Como músico y guitarrista siempre me apasionó profundamente, y lo sigue haciendo, el laburo de quien está detrás de la consola, quien es el responsable del audio final. Quería desarrollar la habilidad que requiere el arte de la mezcla, que es el proceso de abrir la mesa y escuchar todo lo grabado, para ubicar, a partir de un criterio propio, cada instrumento en su lugar: dónde quiero escuchar el bombo y al resto de la bata, cómo fundirlo con el bajo, darle o no protagonismo a la viola o que se escuchen menos o más los sintes, la presencia de la voz, etc. Todo eso generó en mí la necesidad de ser mi propio productor. Técnicamente, creo que fue en 2009, cuando tengo mi primera PC y creo Del Pasillo Records. Me metí de lleno a investigar y estudiar de manera autodidacta, y así comencé a maquetear en formato de rap la bocha de beats y letras que tenía en mi mente. Creo que ese fue el inicio de esa nueva faceta como artista.

70/30 – En ese momento comenzás a dedicarte a esto.

DB – De ese puñado de ideas de música y líricas nace Lima Sur y Saladillo Love, su primer disco, cuya edición genera que se escuche lo que hago y me abra las puertas para empezar a trabajar para otros artistas que me confiaron su música, sus ideas, para que yo las produzca. Después, de a poco me fui comprando cosas, una placa, un mic, etc…y me cebé en la búsqueda de cómo optimizar a full las pocas herramientas que tenia. Después llegaron las colaboraciones, proyectos paralelos, los spots para radios o producir las músicas para un cortometraje independientes. En fin, empezó a tener forma de trabajo, mientras seguía buscando y experimentando con mi música.

70/30 – ¿Cómo comienza el proceso creativo?

DB – Por lo general, el proceso arranca en mi cabeza, pero también en mi cuerpo: caminando o en bici, cabeceando un ritmo que aparece en mi mente. Para mí la calle tiene un beat propio que activa fuerte la creatividad, para después buscar reproducirlo en casa, en la tranquilidad de mi estudio, Del Pasillo Records, donde todo se convierte en música. Primero busco un BPM, que sería el pulso, el tempo, después una línea de bajo y un patrón de hi-hats y ya es un buen comienzo. Después, bombo y caja y a clavar un loop. Recién ahí empiezo a buscar los audios de bata, y a partir de ahí todo es libertad absoluta. A veces cazo la viola e improviso yeites que después me auto-sampleo, siempre buscando generar un clima pero sin dejar de cabecear ni perder el groove. A veces pinta un día gris y me cebo con las pads y los sintes, y cuando siento que ya hay una base que va busco un lead para una melodía o algo que pueda ser un estribo ponele, algo que se te pegue en el cerebro, que te quedes silbando en el oído.

70/30 – ¿Se descansa en el medio? ¿Cuándo se termina este proceso?

DB – Es importante también el silencio, descansar la oreja unos minutos, salir de las paredes del estudio al patio, o terraza, o un balcón, o lo que sea, para refrescar y volver a escuchar. Entonces aparecen los cortes, los arreglos, otros patrones de bata… qué se yo, hasta sentir que fluye, hasta sentir que el beat ya es parte de tu cuerpo. Los productores somos muy inquietos. Generalmente nunca sabemos cuándo va a terminar.