Por Javier Hernández

Fotos: Gentileza 34º MDQ FilmFest

La 34º edición del Festival Internacional de Cine, uno de los quince encuentros Clase A en el mundo, categoría que comparte con Cannes, Toronto y San Sebastián, y el único en Latinoamérica con esa distinción, será recordado por muchos factores.

Será, por sobre todas las cosas, el encuentro que no tuvo a José Martínez Suárez caminando La Feliz con su habitual estilo y elegancia que cautivaba a todos pero fundamentalmente a los más jóvenes. Con ellos tenía un vínculo especial. Era común verlo en el lanzamiento del Festival y ya en Mar del Plata sentado en la butaca, recorriendo cada una de las instancias de proyección, hablando con la prensa, y contando anécdotas de su juventud ligadas al cine y la literatura, con la memoria de un pródigo y esa vitalidad que lo caracterizó hasta el último día. Los organizadores de la 34° edición tuvieron una tarea difícil. A pesar de su edad, lo contaban como un miembro más del equipo. Devino un duelo y luego la organización de un homenaje que se completó con los espectadores. Y algo mágico ocurrió: su ausencia física se suplió con otra implícita. Además de una gala de apertura dedicada a su clásico <Los muchachos de antes no usaban arsénico<, la antesala de cada film contó con un recordatorio donde se ovacionaban sus expresiones. El vacío estuvo. Pero, también y a la par, fue el festival donde los cines más se poblaron de jóvenes ávidos de conocer y cuestionar la realidad, generar debate y aportar con su presencia física a ampliar esa comunidad cultural por la que Martínez Suárez luchó toda su vida.

Será la 34° edición, también recordada, por la que lo político-partidario cumplió un rol secundario en un encuentro que, a lo largo de su historia reciente, se había transformado en una tribuna y puesta en escena de buenas intenciones y que, tanto en la apertura como en el cierre de esta edición, la presencia de funcionarios provinciales y nacionales brilló por su ausencia.

“Las estrellas son las películas”, solía repetir Martínez Suárez. Será, la 34º edición, recordada por sus más de 300 películas, provenientes de medio centenar de países, que se exhibieron dentro de siete competencias oficiales y en quince pantallas simultáneas dura los diez días que duró el Festival. La heterogeneidad y multiplicidad, fue una de las marcas del encuentro que es fundamental para todo festival de cine que se erige en la historia de un continente como de los más relevantes y calificados en su tipo.

En la edición que concluye fueron los programadores los que se lucieron. Su trabajo está en las sombras y es vital. Son los apasionados por el cine que hacen de su vida un servicio y una pasión. Son los que mejor entienden eso de “la comunidad”, personas que hacen posible que el Festival siga siendo una ventana al mundo, promoviendo debates, creando puentes entre realizadores y espectadores, y en ese camino propiciando la tan mentada comunidad crítica que tiene cuerpo y sustancia en territorio, en el cine.

Cecilia Barrionuevo, directora artística del Festival, lo resaltó en el cierre en nombre de todo el equipo que forma el festival. Dijo: “De esta edición nos queda el afecto, las películas y las discusiones. El Festival es esto, una puerta de acceso y una forma extraordinaria de vivir el cine y el arte”.

Hacía tiempo que una sección competitiva internacional no había tantas películas argentinas. Fueron tres los representantes nacionales que compitieron por el Ástor de Oro a la mejor película con títulos que llegarán pronto a las salas comerciales y que hacen una lectura profundamente actual con <Los sonámbulos< de Paula Hernández; <Planta permanente<, de Ezequiel Radusky (que obtuvo cuatro premios del Jurado Independiente y uno en la categoria oficial a mejor actriz para la tucumana Liliana Juárez). También se vio <El cuidado de los otros< de Mariano González protagonizado por una Sofía Gala con un trabajo memorable para una película que se verá en los cines de Rosario desde el jueves 28 de noviembre.

También en la categoría Competencia Latinoamericana hubo películas que seguramente cerrarán la próxima semana su estreno nacional luego de la gran performance en el Festival. Es el caso de <Por el dinero<, de Alejo Moguillansky que tuvo su estreno mundial en la Quincena de los Realizadores del festival de Cannes.

Será también recordado por su coyuntura. El festival nunca estuvo ajeno a lo que ocurrió a su alrededor. En 2017 vivió de cerca el hundimiento del ARA San Juan, en 2018 lloró la muerte de sus tripulantes tras el hallazgo del buque; y, este 2019, lo atravesó las crisis políticas propias y las violentas revueltas y debilitamientos democráticos en Latinoamérica. Porque el festival emerge como organismo vivo, que late al ritmo de lo que acontece en el mundo. Desde ese lugar crítico abona la comunidad.

Será también recordado por seguir abonando una igualdad de género en el mundo audiovisual. Institucionalizando debates que son históricos. Porque, como se dijo en el 2º Foro de cine y perspectiva de género que se organizó como parte de las múltiples actividades especiales: “Si nosotras miramos, el mundo cambiará”. Allí también la comunidad del cine trascendió la pantalla porque, se sabe, el cine es mucho más que sentarse a mirar películas. Los films configuran las miradas y por ende la realidad.

Con el antecedente de otros años donde podían verse por las calles marplatenses figuras como el mítico actor Jean Pierre Léaud, el director de culto Léos Carax y el comediante Pierre Richard, la edición que concluye no parece haberse concentrado demasiado en las estrellas más populares. No obstante sí, fueron de la partida algunos nombres importantes como el músico Lee Ranaldo (integrante de Sonic Youth) y su esposa, la artista visual Leah Singer quienes mostraron una performance audiovisual, la directora estadounidense Nina Menkes, la crítica y curadora francesa Nicole Brenez, la actriz española Itsaso Arana, la francesa Agathe Bonitzer, la brasileña Carol Duarte y el director español Jonas Trueba, entre otros.

Un rosarino en Mar del Plata

Quien seguramente nunca olvidará este festival que acaba de terminar será el dramaturgo, docente y gestor Néstor Zapata. Un día, a los 78 años de edad, Zapata llegó a la «Casa del Cine», Mar del Plata, para hacer un estreno mundial. <Milagro de Otoño< (2019) que se conocerá en marzo de 2020 en los cines rosarinos. “Hoy estar acá, con todo el elenco de nuestra última película, me tiene muy emocionado y expectante”, comentó durante un encuentro con este cronista.

A Zapata lo acompañó una delegación de amigos rosarinos formada por gran parte de su equipo técnico, de producción y actores como Luis Machín y Sol Zaragozi, protagonistas del film. Hace cinco años, a los 73 de edad, nos demostró a todos que nunca es tarde y se embarcó en lo que era un sueño de toda la vida: navegar en el séptimo arte pariendo <Bienvenido León de Francia<, explorando así otro lenguaje con la misma pasión que le dedicó al teatro por más de sesenta años.

Su segunda y última película se conocerá comercialmente en marzo de 2020 en los cines de todo el país y formó parte de la sección “Presentaciones Especiales” del Festival Internacional de Cine agotando todas las localidades en las dos funciones programadas por los organizadores.