Por Osvaldo La Spina y Mario Luzuriaga

Daniel Cicaré es actor y director, se ha formado en Europa siendo parte de compañías teatrales. Trabajó en televisión con grandes artistas internacionales como Julio Iglesias y Rafaela Carrá. Hace cuatro años que se instaló en la Argentina haciendo diversas obras teatrales. Hoy día tiene dos propuestas como «Cántame un cuento de princesas», una obra dedicada al público infantil que se presenta el próximo sábado 1º de octubre a las 16; y «Vamos a contar mentiras», que son parte de la cartelera del teatro de Empleados de Comercio. Conclusión entrevistó al director y cuenta su historia artística.

—¿Cuáles son las obras que presenta?

—Tengo dos obras primero «Cántame un cuento de princesas», de Marise Monteiro quién escribió la obra «Peter Pan» en Buenos Aires. Y la otra es una obra de Alfredo Paso llamada «Vamos a contar mentiras». Ahora el 1 de octubre es la última función de «Cántame un cuento…». Es un infantil que tiene un mensaje para adultos, hay muchos chistes que sólo pueden pillar la gente grande, osea es una comedia súper amplia, con muy buena música, con linda coreografía y música. Los actores están muy bien, además dura una hora y no cansa en ningún momento. Esta autora es muy buena.

—¿Los actores son todos adultos?

—Si todos son adultos, son de la escuela de aquí (Empleados de Comercio) y son maravillosos.

—¿Qué ve usted cuando una persona que no fue actor, se ve superado una vez arriba de un escenario?

—Yo a veces le digo a la gente ‘no hagan terapia, vengan al teatro que es mejor’ (risas). Uno viniendo al teatro descarga muchas cosas, creando otros personajes y personalidades que no tienen que ver con nosotros. Yo he visto cambios grandes en las personas haciendo teatro, porque yo en mi carrera la hice toda en Europa.

—¿Qué se siente trabajar ahora en Argentina?

—Bien porque nací aquí y me fui muy jovencito a Europa a ver que pasaba y me fue bien. Viví 37 años en España y llegué de nuevo a país hace 4. Estuve como actor y director de cine, televisión y teatro, hice las tres cosas y fueron maravillosas.

—¿Cuál es la diferencia entre Argentina y España?

—Allá lo que veía eran las grandes producciones, cuando hacía televisión se invertía muchísimo dinero, se traían grandes estrellas para que protagonizaran un programa. Por ejemplo yo trabajé con Julio Iglesias cuatro programas de una hora de duración y estuvimos seis meses para grabar eso, se cuidaba mucho el detalle.

—¿Trabajó con grandes estrellas?

—Con Rafaella Carrá trabajé muchísimo, en Italia estuve muchísimo trabajando en el Canal 5 propiedad de Berlusconi. Ella es encantadora, es humilde, buena profesional y después trabajé con otra persona maravillosa que fue Romina Power, la hija d Tyrone Power. Ahora debe estar pisando los 60 y era muy buena persona.

—¿Cuántos actores intervienen en las obras?

—En «Cántame un cuento…» son siete y en «Vamos a contar mentiras» unos ocho más o menos. Las edades son variadas, los del infantil son jóvenes y en la otra se nota un poco más la diferencia de edades.

—¿En qué género se siente más cómodo dirigir?

—En todos, amo el arte. Todo es arte, hacer infantiles es algo maravillosos porque se puede crear la picardía, porque es difícil trabajar para niños, se aprende mucho. Yo en España tenía un teatro propio que se llamaba «Estudio-teatro liberarte» y ahí he hecho infantiles que duraban años como «Lucía, la maga», «Pulgarcito», «El príncipe feliz» de Oscar Wilde, en fin.

—¿A usted le gusta cuando un actor, al tener el texto, improvise?

—No se permite si va a actuar ante el público, se puede trabajar ese tipo de reacción que tiene el actor en los ensayos. Pero en público no porque sería un desmadre, si tú no le das bien el pié al otro actor lo confundes. Se puede reemplazar con algo de improvisación pero en los ensayos, ya una vez que se debutó no se cambia.

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Gustavo «Guchi» Romero, que forma parte de ambos elencos, comentó que su personaje en «Vamos a contar mentiras» es amigo de la pareja ficticia, en donde la mujer es una mentirosa compulsiva que trae problemas durante toda la obra. Cuando le preguntamos si siente actor frente a sus compañeros, decía que trata de crear una personalidad diferente a la mía; y tiene mucha influencia el director. Los orígenes de Romero vienen de otro ámbito como el del boxeo, cuenta que al principio no iba a hacer esto. «Me encontré a mi mismo haciendo teatro», concluyó Romero.

—¿Qué es para usted el teatro?

—El teatro es mi vida, es todo no sabría hacer otra cosa. Si no tuviera el teatro, como el cine o televisión, no sería nada. Agradezco a Dios que pueda vivir esta profesión. Por suerte estoy aquí en mi ciudad y estoy muy contento de estar en el teatro de Empleados de Comercio, hace años que me abrieron las puertas en las que hice historias que me han llenado el alma.