El actor británico Christopher Lee, famoso por haber interpretado al Conde Drácula en varias películas de la productora Hammer a partir de 1958, murió el domingo 7 en un hospital de Chelsea a los 93 años, y su longevidad había convencido al público de que sería inmortal como aquel personaje.

Según la prensa inglesa, la tardanza en comunicar públicamente el deceso se debe al deseo de su viuda, la ex modelo Gitte Kroencke, que antes deseaba reunir a su hija Christina Erika con el resto de sus familiares.

Sus largos años de actuación, que combinó con su papel de músico -grabó los discos «Revelación» y «Charlemagne: By the Sword and the Cross», entre 2006 y 2010- lo transformaron en un fenómeno intergeneracional acompañado por un prestigio inamovible.

Lee logró unir a varias generaciones de publico y generar un crossover importante ya que los más veteranos lo idolatraban desde sus papeles en los filmes de terror de los 50, 60 y 70, y las nuevas generaciones lo conocieron por su Saruman, por el Conde Dooku en la segunda trilogía de «La Guerra de las Galaxias».

Además era muy reconocido en el mundo de la música, en especial del heavy metal, ya que grabó tres discos de ese genero, y era amigo de Ozzy Osbourne, Tony Iommi, Ronnie James Dio y el grupo italiano Raphsody.
También tuvo una larga amistad con los Beatles, al punto tal que Paul McCartney le pidió que posara junto a él y su banda en la tapa de «Band on te Run», el disco de su grupo Wings.

Desde una aparición sin acreditar en el «Hamlet» (1948), de Laurence Olivier, hasta la postrera «El hobbit: la batalla de los cinco ejércitos» (2014), donde repitió el papel de Saruman, Lee pasó por hitos como «Hidalgos de los mares» y «Quo vadis» (1951), «Moulin Rouge» (1952), «Amarga victoria» (1957), «Aeropuerto 77» (1977), «La leyenda del jinete sin cabeza» (1999),»Los ríos color púrpura II» (2004) y «Charlie y la fabrica de chocolate» (2005).

Sin embargo no pudo evitar los ropajes del conde transilvano en numerosísimas ocasiones, mucho antes de que los cinéfilos y las nuevas generaciones redescubrieran a Bela Lugosi o llegaran a atisbar al fugaz Gary Oldman.

Se puso esas vestimentas en «Drácula, príncipe de las tinieblas» (1966), «Drácula vuelve de la tumba» (1968), de Freddie Francis, «Prueba la sangre de Drácula» (1969), de Peter Sasdy, «El conde Drácula», del mismo año y dirigida por el hispano Jesús Franco, a veces Jess Franco, «Drácula 1972 DC» (1972), «Las cicatrices de Drácula» (1970), de Roy Baker, «Los ritos satánicos de Drácula» (1973), de Alan Gibson, y «Drácula, padre e hijo» (1975), de Eduard Molinaro.

Su mirada eléctrica y una elegancia innata le aportaban al personaje un sesgo erótico que no había tenido con otros intérpretes, en una época en que el sexo sugerido y las actrices sensuales estaban haciendo eclosión en la pantalla británica.
También estuvo en la película de la saga James Bond -«El hombre con el revólver de oro» (1974)-, y fue el Conde Dooky en «Star Wars: Episodio II-El ataque de los clones» (2002), el mismo año en que ingresó a «El señor de los anillos» como Saruman.

Nacido el 27 de mayo de 1922 en en el aristocrático barrio londinense de Belgravia, hijo de un militar y una condesa italiana, vio facilitada su carrera artística por su altura de un metro 96 centímetros y su nombre se vio vinculado mayormente a títulos de horror.

Vinculado familiarmente a Ian Fleming, padre del Agente 007, por un nuevo casamiento de su madre, combatió y participó en operaciones secretas durante la Segunda Guerra Mundial, lo que le sirvió para hablar a la perfección francés y alemán.

Entre los filmes de terror que interpretó figuran «La maldición de Frankenstein» (1957), con Peter Cushing, su coequiper en «El sabueso de los Baskerville», «La momia» (ambas de 1959), «El castillo de la gorgona» (1964), «La calavera del Marqués» (1965), «Los cuerpos trasplantados» (1969), donde también actuaba Vincent Price, «Mansión embrujada» y «El monstruo de Londres» (las dos de 1970), y «Pánico en el Transiberiano» (1972); una dupla eficaz, sin duda.

Consultado en 2009 por un medio español sobre qué le quedaría por hacer, declaró que su gran sueño hubiera sido personificar a Don Quijote, pero luego se preguntó si el público lo aceptaría como tal, sobre todo por los años de más que tenía sobre el personaje.
En esa oportunidad dijo: «Vivo en el presente, no en el pasado, no estoy anclado en casa recordando mis décadas de trabajo; he trabajado con los peores y los mejores directores y en varias ocasiones me he planteado qué hacía yo en el set y, sin embargo, nunca me he largado de un filme».

Nunca inactivo, pese a su avanzada edad escribía libros, cantaba y se apasionaba por el «heavy metal», que le permitió grabar discos y actuar en público, aunque en los últimos tiempos había dejado de firmar autógrafos porque su yerno descubrió que muchos avivados terminaban vendiéndolos por la web a precios astronómicos.