Mirtha Legrand es una en un millón. Nacida en Villa Cañás, Santa Fe, desde chiquita soñaba con alcanzar la fama y convertirse en una figura importante para la Argentina y en el día de su cumpleaños 95, no hay dudas de que lo ha logrado.

Amada y odiada, a lo largo de sus más de ocho décadas de carrera, supo destacarse en la época de oro del cine nacional, también en teatro, pero su lugar en el mundo lo encontró en la televisión con sus míticos almuerzos, que llevan más de medio siglo al aire.

Te puede interesar: Imaginario presenta esta noche su libro «¿Cuánto vale una canción?»

«Quiero que sepan que yo, Mirtha Legrand, les he dado mi vida», es una frase que usa con frecuencia y la realidad la avala. Nacida bajo el nombre Rosa María Juana Martínez Suárez, al igual que su hermana gemela, María Aurelia, y su hermano mayor, Josecito, siempre tuvo contacto con el mundo artístico por influencia de sus padres -José Martínez y Rosa Suárez-.

Con estudios de canto, recitado, piano, zapateo americano, danzas clásicas y españolas y artes escénica, al mudarse definitivamente a Buenos Aires tras el fallecimiento de su padre, rápidamente las hermanas «Chiquita» y «Goldy» -apodos que recibieron por la diferencia de su contextura física en su nacimiento- empezaron a abrirse camino en el mundo del cine.

A los 13 años hicieron su gran debut en Hay que educar a Niní, de Luis César Amadori, encabezada por Niní Marshall, y desde entonces no pararon. Un año más tarde a Rosa María le llegó su primer protagónico en Los martes, orquídeas, de Francisco Mugica, que la disparó a la popularidad, motivo por el que su madre decidió recurrir al representante Ricardo Cerebello, quien bautizó a las hermanas como Mirtha y Silvia Legrand, nombre que adoptaron para la posteridad.

El cine la llevó a conocer al gran amor de su vida, el director Daniel Tinayre, cuando ella tenía 19 años y él, 36. El francés no solo se convirtió en su compañero de vida y en el madre de sus hijos Daniel y Marcela, sino que fue muy influyente en su carrera ya que la llevó a alejarse de los personajes inocentes y bondadosos que estaba acostumbrada a hacer, para meterse de lleno en el género policial.

Pero luego de dos décadas y 36 películas que la llevaron a ser una de las caras más populares del cine nacional 11 obras de teatro y trabajos destacados como actriz en televisión, Mirtha decidió ampliar sus horizontes y encarar un nuevo proyecto en el que pudiera mostrarse sin esconderse detrás de un personaje, para expresar sus ideas, opiniones y tener la oportunidad de conversar con las figuras más importantes del país en todos los ámbitos.

Así, en 1968 surgieron sus míticos almuerzos. Su programa la llevó a convertirse en una de las mujeres más influyentes del país, pero a lo largo de la historia también ha sido blanco de críticas por su trabajo durante la dictadura militar y sus ideas políticas.

Sin embargo, «Chiquita» mantuvo su lugar como la gran diva de la televisión argentina pasando distintos canales de aire, durante diferentes gobiernos e incluso, cuando los números de las mediciones de la TV abierta comenzaron a cambiar estrepitosamente a raíz del crecimiento de la tecnología.

En sus peores momentos, el trabajo se convirtió en su refugio.

Incluso cuando en 1994 quedó viuda y cinco años más tarde falleció su hijo Daniel a causa de un cáncer. Nunca renegó de la exposición, algo que disfruta hasta el día de hoy, pero sí reconoció que en el afán de seguir creciendo como conductora, pasó poco tiempo con su familia.

Pero la manzana no cae lejos del árbol y así como Marcela siguió sus pasos en la conducción, su nieto Nacho Viale se abrió camino como productor y Juanita, primero como actriz y luego como conductora.

Lo cierto es que la pandemia obligó a Mirtha a cambiar drásticamente su estilo de vida. Venía golpeada por la muerte de su hermano mayor cuando el gobierno decretó el aislamiento social, preventivo y obligatorio y recomendó que los mayores de 60 años no salieran de su casa.

Por este motivo, la diva accedió a cederle su lugar al frente de La noche de Mirtha y Almorzando con Mirtha Legrand a su nieta Juana Viale, en principio por unas semanas, pero la situación sanitaria fue empeorando y para preservar su salud, sigue alejada de los flashes.

Para colmo, en mayo de 2020 sufrió otra gran pérdida: la de su hermana Goldy, a quien ni siquiera pudo darle el último adiós.

Pero lejos de rendirse en todo este tiempo lejos de la pantalla chica, «Chiquita» se propuso no parar de trabajar para el día que le toque regresar.
A casi dos años del inicio de la pandemia, todavía no hay una fecha concreta para que retome la conducción de sus programas, aunque tuvo algunas apariciones. Y a pesar de que a fines de septiembre sufrió un problema coronario por el que permaneció más de 10 días internada, su principal inquietud era volver a pisar un set de televisión. A los 95 años, Mirtha es un ejemplo de su amor por la profesión y de la vigencia -con sus errores y virtudes, pero sobre todo se convirtió en una leyenda, tal como ella se define.