Noche ricotera en el Café de la For. Los Buenos Psicópatas arrancan el año con un show que promete continuar trasmitiendo el legado de Patricio Rey presentándose a partir de las 23 en Mendoza 862. Con la entrada cada persona tendrá una consumición gratis.

Como banda invitada se presentará “Varones Rock”, otro grupo rosarino que apuesta a seguir creciendo durante este año nuevo.

Historia de los Buenos Psicópatas

En los meses de julio-agosto del año 2004, comenzó a cristalizarse este proyecto. De esta manera, siendo “el hombre del ojo idiota” el primer elegido para llevar a cabo el mandamiento Patriarcal, comienza a forrar de papeles las paredes de algunos lugares públicos convocando a una millonésima parte de la Grey Ricotera, y asegurándose mínimamente de que estos tuvieran los suficientes dotes musicales para llevar a buen puerto este gran barco. Dicha convocatoria se realizó también por medios virtuales.

El primer miembro “familio-musical” en acudir ante el grito sagrado fue Martín Luterito, que desde las grandes urbes Alemanas venia ya predicando su reforma religiosa al poner en duda ciertos dogmas convencionales, volcándose al “Patricioreyismo”, y cuya Stratto Roja “protestaba” firmemente contra “este mundo…, esta empresa…, este mundo de hoy… que te esnifa la cabeza una y otra vez”, y el cual bebió frenéticamente del elixir ricotero tomando prestada parte de la esencia musical y técnica de los mismos Skay Beilinson y Tito “Fargo” Daviero, al igual que El hombre del ojo idiota, formando juntos la dupla melódico-armónica con sonidos que se arremolinan en giros gimnásticos y danzarines, que se funden, y que vuelven a los cielos donde reina Patricio.

De las estepas del Asia central y habiendo sido en otra vida un oso que vivía en su bosque muy contento, acude a la convocatoria Barney’s Bear-man (el hombre oso), que aprovechando su forma humana -aunque siempre conservando su espíritu de oso- mete su garra filosa para robarle una “Semilla” al señor Bucciarelli.

Observando desde lo alto del risco y acechando a cual caperucita roja se le cruzara por el camino, aparece la fiera más fiera, el hombre que bajo un embrujo del destino, por las noches se convierte en animal. Es el temido Lobo Feroce, que anda suelto, aprovechándose de las sumisas y tiernas criaturas que de repente se encuentran atadas a hipnotismo de sus impertinentes y voraces ojos que celan ese banquete tan preciado, que es el tesoro de los inocentes. Victima de su propia pasión de cordero atado, un Indio de la tribu de los Solari que vagaba por el bosque, fue atacado por el Lobo Feroce devorando su corazón lunático, y de allí en mas este “hombre-lobo” aúlla rocanroles a la luz de la luna llena, y en cada aullido se advierte la voz y la poesía de aquel indio que feneció entre sus fauces.

De las oscuras cuevas de algún lugar del sudeste africano, acude al silbido de los vientos ricoteros, el señor Pablo Picapiedra, replegando su rocanroll de las cavernas y sus arrítmicos golpes de garrote sobre las membranas tensas de cuero de bisonte. Pero lamentablemente, pese a sus virtudes, al cabo de cuatro meses tuvo que abandonar la familia-musical y volver a su cueva.

Pero en el camino de regreso, Picapiedra se cruzó con un duendecillo de gorro blanco que huía de las garras y de los maléficos conjuros de “Gargamel”, era nada mas ni nada menos que el Pitufo Gruñón, al cual Picapiedra le pasó la posta por intermedio de Martin Luterito, viejo conocido y compañero de andanzas de este pequeño ser azulado, que de allí en mas puso sus nervios al servicio de Patricio Rey dibujando figuras en el aire con sus neuróticos y quebradizos palillos mágicos, refunfuñando corcheas, maldiciendo semifusas, gruñendo semicorcheas, reventando los parches con un mítico son de tambores que hacen remembranza de las danzas tribales de su pueblo.

Producto de un científico loco que hacía experimentos ilegales con la clonación humana, entre “tubos de ensayos” e incubadoras esterilizadas con “sonidos de vientos” y de la mezcla promiscua de los ácidos desoxirribonucleicos (a.d.n) de Willi Crook y de Sergio Dawi , surge la figura de Willi-Dawi, especie de engendro musical que lleva en su sangre los genes de estos dos monstruos. Victima de su fuerte ateismo y fiel a la tradicional y despistada costumbre de los músicos rockers-jazzeros que hacen vibrar las cañas y los tubos de metal, el señor “clon-hado” pierde a su hijo en una mala jugada del destino. Pero gracias a las irónicas vueltas de la vida y del devenir humano y a la intervención de Patricio Rey que se tomó el atrevimiento de negociar con el Dios católico-apostólico-romano, lo recupera. De allí en mas el señor Willi-Dawi decide rendirle tributo al señor de los “cielos infernales” por su gratitud y se suma a la banda con su hijo “Selmerito”, cuyo caño sonoro alienta a las bandas inconsolables.

 

Integrantes:

Arnaldo Sandoval – voz
Mirko Ruffinatti – primera guitarra – teclados – coros
Martin Echeverría – segunda guitarra
Franco Roscino – bajo
Willi Villegas – saxo – teclados
Daniel Nebreda – bateria