SáBADO, 30 DE NOV

León Gieco fue homenajeado a lo grande en el CCK por su cumpleaños 70

Más de cincuenta artistas acompañaron el sábado al rosquinense en una noche celebratoria que tuvo un particular concierto en el Auditorio Nacional del Centro Cultural Kirchner, a través del cual se intentó visitar el inmenso universo compositivo del músico nacido en 1951.

 

Por Pedro Fernández Mouján

Más de cincuenta artistas acompañaron el sábado a la noche a León Gieco en su cumpleaños 70 que se festejó con un particular concierto que se desarrolló en el Auditorio Nacional del Centro Cultural Kirchner y que -transmitido por la Televisión Pública- permitió visitar el inmenso universo compositivo del músico nacido en 1951 en Cañada Rosquín.

El canto colectivo encabezado a guitarra, armónica y voz por León Gieco en «Solo le pido a Dios», le puso emocionado punto final al concierto, tres horas después de comenzado y con el público del CCK en estado de exaltación afectiva.

Referencia particular y única dentro del rock argentino, con capacidad de unir en trazos comunes el folk americano dylaniano, el canto nuestro, apuntes de la realidad más dolorosa y una poesía que de a ratos alcanza cimas reveladoras, Gieco fue celebrado hoy por un inmenso conjunto de artistas, que unió trayectorias y recorridos diversos.

Desde entrañables como Teresa Parodi, Luis Gurevich y Víctor Heredia, pasando por las nuevas expresiones de Eruca Sativa, Lisandro Aristimuño, Nadia Larcher y Andrés Beewsaert, viejos amigos rockeros de ruta como Raúl Porcheto, entre muchos, se dieron cita en un encuentro que combinó canciones y charla y tuvo algo de concierto y algo de living televisivo.

Juglar capaz de transformar en canciones la dolorosa crónica de la historia argentina reciente, Gieco apareció sobre el escenario del CCK con pantalón de jean, campera, una remera negra con la imagen de Mercedes Sosa y gorrita y se sentó en un sillón junto a los conductores del encuentro, Miki Lusardi y Mex Urtizberea, que indagaron en distintas anécdotas («yo chateaba con Perón», dijo Gieco sobre un antiguo oficio como teletipista), y motivos y momentos del universo compositivo del autor de «La colina de la vida».

El escenario del concierto se compuso de varios segmentos: sobre la izquierda una pequeña orquesta dirigida por Lito Vitale de teclados, violín, cello, guitarra, bajo, batería y clarinete, que acompañó la mayoría de las canciones; en el centro micrófonos para los invitados que pasaban a interpretar un tema del inmenso repertorio (más de 300 canciones), del Dylan argentino; a un costado de los micrófonos tres sillones con los dos conductores y el músico homenajeado y detrás sobre la derecha una serie de mesas y sillas a modo de bar donde estuvieron los invitados que pasaban a hacer las canciones.

El show abrió apenas pasadas las 20 con Ricardo Mollo ofreciendo una impecable y rabiosa interpretación a voz y guitarra acústica de «Hombres de Hierro», que León, desde el sillón, acompañó de a momentos en armónica.

Esta tesitura se mantuvo a lo largo de casi toda la noche: en algunos temas Gieco acompañaba en armónica, en otros escuchaba y con Víctor Heredia («La colina de la vida») primero y Teresa Parodi («Todos los días un poco»), más tarde, se paró y se unió en el canto.

«Si ves a mi padre» con Chizzo Nápoli en voz y Rodolfo Gorosito en guitarra eléctrica y Raúl Porcheto con Gieco rockeando «Todos los caballos blancos» fueron momentos destacados del comienzo del concierto, que no hilvanó una canción detrás de otra sino que con cierta morosidad ganó protagonismo en los presentadores y muchas preguntas para León, que contestó cada una con amabilidad y templanza.

Otro momento interesante fue la interpretación de Javier Malosetti en bajo y voz de «Cachito, campeón de Corrientes», que sacó de su registro chamamecero para llevarlo al rock & roll.

Más tarde llegó Teresa Parodi con Luis Gurevich en piano («Luis fue una bisagra en mi trabajo», señaló León), Liliana Vitale y Mavi Díaz con «Del mismo barro» y Juan Carlos Baglieto en una festejada «Navidad de Luis», además de la presencia de su hija Johana con Andrés Gimenéz en «Canto en la rama».

Lisandro Aristimuño y Nico Bereciartua hicieron a dos guitarras una bella, despojada y luminosa versión de «Río y Mar» y no faltaron los momentos emocionados del público que se vio reflejado en las líricas de Gieco como en «La memoria» (Bruno Arias + Silvina Moreno + Fena Della Maggiora) y “El ángel de la bicicleta” (Nadia Larcher en voz, Andrés Beeuwsaert en piano).

Al final todos se unieron en el canto colectivo de «La cultura es la sonrisa» y «Solo le pido a Dios» y en medio uno supo que Cámpora y Miguel Bonasso enviaban al general Perón télex desde una oficina de Entel que operaba el músico en sus primeros años en Buenos Aires; o que David Byrne lo visitó en un show con una torta, su mujer y su suegra, que se declaró fan incondicional del santafesino.

Lo demás, lo conocido de uno de los inmensos cantautores que dio el rock y la música popular en las últimas décadas, alguien con facilidad asombrosa para llegar a la gente y detenerse con ella a pensar el mundo o pensar en nada, su sencillez, su amabilidad, su afectuosidad contagiosa, andar por la vida haciendo relaciones y apuestas que florecen en canciones o abrazos.

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