El historiador Ezequiel Adamovsky presentó su libro «El gaucho indómito» en la Biblioteca del Sindicato de Empleados de Comercio (Corrientes 450).
En diálogo con Conclusión el autor indicó que el libro «gira en torno de cómo fue posible que en un país como el nuestro se haya dado como emblema de unidad nacional el de un gaucho rebelde».
En este sentido, resaltó que a lo largo de la historia, muchas veces fueron los gauchos quienes se enfrentaron al Estado y este aspecto debe ser pensado para tratar de definir lo que somos como nación y hacer una análisis más profundo de la trayectoria histórica del país.
«Muchas veces se recuerda que fueron los intelectuales, como Leopoldo Lugones, quienes propusieron que el Estado argentino hiciese un culto estatal al gaucho. Pero hay una historia previa, que es la que trata el libro, en la que fueron las clases populares las que construyeron o se identificaron con el gaucho rebelde como emblema de lo popular y luego de lo nacional», explicó Adamovsky.
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El autor señaló que durante la década de 1880 hubo una «clausura política muy fuerte» y las élites del país presentaban una idea de civilización que consistía -entre otras cosas- en dejar atrás la barbarie representada por la figura del gaucho, la cual era rechazada por las clases altas.
«En ese contexto, como parte de la oposición a esos proyectos más oligarcas y elitistas, es que las clases populares de Argentina abrazaron la figura del gaucho y le dieron un valor positivo como modo de desafío a eso que les imponían desde arriba», señaló el historiador.
En relación a las características del gaucho rebelde que se trasladaron a los individuos contemporáneos, Adamovsky mencionó que «algunos aspectos de los mensajes que transmitían las historias de gauchos rebeldes permanecen, como la sospecha de que la ley del Estado es injusta y que la justicia más bien está del lado de los de abajo y no de los de arriba. Hay aspectos de esa visión que me parece que están presente en la cultura actual».
