La película estadounidense “En primera plana”, que ostenta seis nominaciones al Oscar, entre ellas las de mejor película, mejor director y mejor guión, pone de relieve la función social y la ética del periodismo en la actualidad, a través del caso real -revelado por una profunda investigación del diario The Boston Globe- de una sofisticada red de pedofilia que involucraba a sacerdotes católicos de todo el mundo.
Dirigida por Tom McCarthy y escrita por Josh Singer, esta película que tiene entre algunos de sus protagonistas a Michael Keaton, Mark Ruffalo y Stanley Tucci, retrata el compromiso periodístico y la minuciosa investigación que llevó a los cuatro miembros de la sección “Spotlight” del Boston Globe a sacar a la luz la forma en que la cúpula eclesiástica de la Iglesia tapaba los abusos de más de 70 sacerdotes sólo en esa ciudad.
Esa investigación ejemplar, que vio la luz en la edición del Boston Globe del 6 de enero de 2002, fue la punta del iceberg que ayudó a revelar más casos de curas pedófilos en todo el mundo.
No sólo puso en evidencia a los victimarios y reveló el sufrimiento de sus víctimas, sino que además demostró la existencia de un sistema de complicidades -con estudios de abogados incluidos- que ocultaba los hechos y silenciaba a los damnificados.
Además de reflejar con aciertos la dinámica febril de una redacción, la película pone el acento en el trabajo personal del periodista, en su método y especialmente en su ética, en su compromiso con la verdad, pero también subraya el valor esencial -social y político- de una investigación, cuando ésta es llevada a fondo, incluye el testimonio de todas las fuentes posibles y no busca el impacto del sensacionalismo ni el resultado inmediato de una operación mediática.
Ese es el trabajo monumental, por su extensión en el tiempo y por los riesgos que tomaron para lograrlo, encarado por los integrantes de la sección “Spotlight” (nombre que le da al filme su título original en inglés), un pequeño equipo dedicado a investigaciones especiales formado en el Boston Globe en los 70 y que todavía hoy funciona bajo el modelo de la unidad investigativa “Insight”, del The Sunday Times.
Ganadora del Pulitzer en 2003, la investigación periodística que desentrañó esta red de pedofilia en el seno de la Iglesia recuerda por su relevancia a la de “Todos los hombres del presidente”, el libro de Carl Bernstein y Bob Woodward llevado al cine por Alan Pakula en 1976, que puso luz sobre el caso Watergate, una conspiración desenmascarada por The Washington Post que obligó a Richard Nixon a renunciar a la presidencia de los Estados Unidos.
Pero además de profundizar en las denuncias que llevaron a estos periodistas a tirar de la cuerda y descubrir que no eran uno o dos casos aislados, sino que había al menos 70 sacerdotes en Boston involucrados en abusos sexuales, la película de McCarthy plantea una crítica del periodismo, donde incluso a veces el acento puesto en algunos temas coyunturales puede opacar o invisibilizar otros menos inmediatos pero más trascendentes.
Eso es lo que queda en evidencia cuando llega al diario un nuevo jefe de redacción (aquí el filme plantea hasta qué punto una nueva mirada puede cambiar la agenda, desburocratizar y revitalizar a un diario) y en su primera reunión con los jefes de distintas secciones pregunta si alguno de ellos leyó la columna de una tal Eileen McNamara, constatando que ninguno le daba importancia, por el sólo hecho de ser una columna dominical.
En ese pequeño texto perdido entre los temas coyunturales y los grandes titulares de un domingo, McNamara deslizaba la noticia -inadvertida por sus editores- del caso de varios sacerdotes de seis parroquias diferentes de Boston acusados de molestar sexualmente a un grupo de niños, cuyo abogado apuntaba incluso más alto y denunciaba que el cardenal de la ciudad lo sabía desde hacía 15 años y nunca había hecho nada.
Así nacía el trabajo revelador de los periodistas de Spotlight, que tras meses de investigar a fondo esa noticia, intentando confirmar todas las fuentes, visitando y entrevistando en persona tanto a víctimas como a victimarios, cotejando datos e incluso apelando al azar y a la inventiva, descubrieron un patrón de hechos similares que confirmaba su hipótesis: los curas acusados de pedofilia eran reemplazados por sus superiores y enviados a otras parroquias aduciendo “motivos de salud”.
Marty Baron, el nuevo jefe de redacción, que consigue todo lo que necesita sin imponerse, apelando a la inteligencia y la pasión dormida de cada uno de los periodistas, les pide ir siempre un poco más allá, y cuando consiguen una nueva evidencia que puede avalar la publicación, les pide que sigan ahondando para llegar a lo más alto posible y poner así en evidencia el sistema de complicidades e impunidad eclesiástico.
Como la investigación de Spotlight, la película también acude a todas las fuentes, escucha a las víctimas y a los victimarios, atiende sus puntos de vista, y de ese modo pone en evidencia la frustración y sed de justicia de unos y la perversión, hipocresía y cinismo de los otros, sin olvidar el complejo de culpa de los feligreses, cuya fe y su cercanía con los sacerdotes no les permite ver la verdad, aunque la tengan frente a sus ojos.
También están presentes los abogados que defienden a las víctimas y pasan años trabajando como hormigas en contra de un sistema que los aplasta; los abogados cómplices que se enriquecen ocultando la realidad; el compromiso de los periodistas y cómo eso afecta sus vidas privadas; la presión social, los obstáculos institucionales, la burocracia, el temor a las represalias y las amenazas veladas.