La mayor concentración y el vuelco de los grandes estudios a la oferta de sus contenidos online se profundizarán en 2020, en lo que configura probablemente el proceso de transformación del mercado audiovisual más importante de las últimas décadas.

Entre los sucesos del año, la compra de los principales activos del grupo Fox por parte de Disney fue el de mayor impacto.

Acordada en junio de 2018, la compra por la exorbitante cifra de 71.300 millones de dólares recién se hizo efectiva en marzo de este año, cuando dieron el visto bueno los múltiples organismos de control tanto estadounidenses como del resto de las regiones en las que ambas compañías están radicadas.

La operación modificó completamente el mapa del sector: fue la primera vez que uno de los clásicos «majors» de Hollywood absorbió a otro y convirtió a la compañía fundada por Walt Disney en el conglomerado de medios y empresas de entretenimiento más grande del mundo.

La jugada de su CEO y presidente, Bob Iger, obedeció a la estrategia que la compañía lleva trabajando desde hace más de diez años, con las compras previas de Pixar (2006), Marvel (2009) y Lucasfilm (2012), y que consiste en agrandarse para adaptarse a los cambios que se avecinan.

Ya rindió sus frutos en la gran pantalla, en la que el liderazgo es abrumador y con la compra de los activos de Fox lo será aún más: este año Disney se convirtió en el primer estudio en superar los 10.000 millones de dólares de recaudación mundial gracias a filmes como «Avengers Endgame» o «Toy Story 4».

El objetivo ahora es el mercado del streaming, en el que Netflix es rey y así lo demuestran los 160 millones de suscriptores con los que cierra el año; una torta demasiado apetitosa para Disney y otros grandes jugadores, que también quieren su porción.

El streaming ya no es sólo el futuro del mercado audiovisual, sino su presente; los cinco conglomerados más grandes de medios tienen ya en línea o lanzarán pronto su propia plataforma.

Disney lanzó Disney+ en noviembre último para el mercado de Estados Unidos, Canadá y parte de Europa, que llegará a la Argentina y Latinoamérica en el segundo semestre de 2020, con el objetivo de convertirse en un dolor de cabeza para Netflix y Amazon.

Para ello se apoya en el inmenso catálogo de Fox recién adquirido –en el que destacan por ejemplo las 30 temporadas de «Los Simpson»- y en una inversión inicial de 1.000 millones de dólares para contenidos como la ya muy elogiada serie de Lucasfilm «The Mandalorian».

Comcast (con todo el contenido de NBCUniversal) lanzará Peacock en abril próximo, en tanto que la gigante de las telecomunicaciones AT&T lanzará HBO Max en mayo, con el catálogo antiguo y las nuevas producciones de sus marcas HBO, Warner, Turner y DC, entre muchas otras.

Por otra parte, ViacomCBS (la otra «gran» fusión del año, luego de que CBS comprara los activos de Viacom por 15.400 millones de dólares) trabaja en una plataforma digital que reúna a sus marcas CBS, Paramount, MTV, Nickelodeon, Comedy Central y el elogiado canal premium Showtime, entre otros.

A este panorama se le agregó el arribo, también en noviembre pasado, de Apple TV+, la plataforma de la compañía creadora del Iphone que apostó fuerte desde el inicio con producciones propias plagadas de estrellas como Reese Witherspoon y Jennifer Aniston («The Morning Show») o Jason Momoa («See»).

«La guerra del streaming» (o las «streaming wars» como las llaman los columnistas especializados de Hollywood) se mide en dólares: todos quieren captar nuevos clientes y para ello tienen que generar una oferta de productos atractiva.

Algunas de las cifras que trascienden en medios financieros norteamericanos dicen que Apple TV+ está invirtiendo 6.000 millones en contenido, Amazon otros 6.000 millones y el canal HBO 2.000 millones.

Por supuesto el ránking de gasto es liderado, como cada año, por Netflix, que sólo en 2019 invirtió 15.000 millones de dólares en series, películas y documentales que reemplacen el contenido que antes le proveían los grandes estudios.

La empresa liderada por Reed Hastings sigue a su juego; no sólo busca mantener su posición en el sector sino que, así como puso en cuestión el modelo establecido de la TV, ahora ataca directamente al cine.

Para el espanto de las distribuidoras y las cadenas comerciales de salas de exhibición, Netflix lleva varios años apostando por tener exclusividad de filmes «de autor» de gran reconocimiento, y va por buen camino.

«Roma» de Alfonso Cuarón estuvo muy cerca de llevarse el Oscar a mejor película este año, y en febrero próximo «El irlandés» (Martin Scorsese), «Los dos papas» (Fernando Meirelles) e «Historia de un matrimonio» (Noah Baumbach) seguramente estarán en la lista definitiva de candidaturas.

Con la proliferación de plataformas y más de 500 series producidas cada año por la industria de habla inglesa (a las que en Argentina hay que agregar el crecimiento de ficciones de gran calidad argentinas y la penetración de productos de otros mercados como el español), la pregunta que se plantean los expertos es cuál es el límite del fenómeno.

¿Cuándo estallará la burbuja? ¿Qué ocurrirá cuando el público quiera ver contenidos de múltiples plataformas y no pueda afrontar la suscripción de todas ellas? ¿Tenderá el mercado a ofrecer un paquete de servidores de streaming, al estilo del cableoperador que brinda una oferta de decenas de canales?