El músico y escritor Julián Oroz lanzó a través de las redes sociales y las plataformas musicales su último trabajo llamado «Hay un lugar», el cual comenzó a trabajar a finales del 2019.

El artista rioplatense dejó plasmado a través de está producción, la cuarta en su haber, intenta a través de las siete canciones que componen el disco, reflexionar sobre la emocionalidad del ser humano, sobre todo en épocas de pandemia donde la realidad de los seres humanos se vio interpelada por las condiciones de un escenario de pandemia.

Fiel al formato canción y a la fusión de ritmos latinoamericanos que ha caracterizado su camino musical, Oroz despliega en esta última entrega un recorrido por las distintas influencias que lo han marcado y lo han ayudado a encontrar su lugar, sus canciones.

Producido junto a Charly Valerio (con quien también realizó “Centellas” y “Ternura”) y trabajado con las pausas exigidas por el 2020, «Hay un lugar» sin dudas lleva la marca de estos tiempos. Veinte minutos de canciones rioplatenses dueñas de íntimas atmósferas que van de la emotividad al humor, de la nostalgia a la alegría, del pasado al presente y de la soledad a las verdades.

En diálogo con Conclusión, el músico y compositor habló de situaciones, momentos y reflexiones, que lo ubicaron en un lugar donde pudo interpretar una realidad expresada en cada una de las letras de sus composiciones, las cuales intentan dejar «una huella» en los oyentes.

«Este es un momento que no tiene precedentes, entonces la incertidumbre es lo que más nos cuesta. No saber lo que va a pasar», apuntó el artista sobre el momento que nos atraviesa.

Consultado sobre cómo vivió el comienzo de la cuarentena, Oroz contó que «al principio era todo una cuestión nueva, era el día a día lo que inquietaba», para afirmar que «después, como para mucha gente, se volvió una situación cuesta arriba».

«Realmente se empezó a complicar cada vez, más que nada con lo económico, pero también en cuanto al encierro, todo lo que genera la soledad. Fue bastante complicado al comienzo. Después fui encontrando el equilibrio, fui surfeando la ola, pero como me dijo una amiga, ‘tragando bastante agua'», agregó el músico.

El compositor reflexionó sobre la necesidad de relacionarse en momentos en donde pareciera que es imposible. «Dicen que el ser humano tiene dos grandes miedos: a la muerte y también a la vergüenza. Y ante la situación de todos los días, estar hablando de esto y por más que la veas lejana, te la ponen todos los días en frente. Por lo que lo vinculante se volvió bastante vital, es por eso que cuando podamos dar un abrazo lo vamos a dar como un abrazo de final del mundo».

Uno de los temas que más se refleja en el recorrido del disco, es una palabra que pareciera no tener un mismo significado para todas las personas: la soledad.

«Es fuerte porque la soledad cuando no es elegida es un tema. Me parece que venimos solos y nos vamos solos, pero la pregunta es el mientras tanto, que pasa durante. Siempre se habla de la vida o cuando morimos, pero la gran pregunta que deberíamos hacernos es que pasa durante. Hay miles de teorías del origen de la vida, pero me parece que más relevante es ver que pasa durante. Y creo que la respuesta es pensar en los demás», argumentó Oroz.

Y agregó: «Se dice que cuando una persona pasa mucho tiempo aislada pierde la capacidad de socialización y me parece que en ese proceso se va perdiendo su humanidad, porque nosotros somos seres sociales. Por eso, la soledad cuando es forzada de alguna manera te deshumaniza, uno va perdiendo la empatía«.

Para el artista «la solución es encontrarse en el otro», una frase «que parece muy trillada, pero estamos en un momento en donde hay cosas que parecen trilladas que se vuelven muy auténticas».

En esta última producción, el cantautor comenzó la búsqueda de varios significados que tienen que ver con su vida.

«Creo que la pandemia vino a reforzar estas cuestiones que siempre estuvieron presentes en mí. Lo vincular es algo que siempre me atrajo. Por ejemplo, cuando uno sale de viaje que dice que lindo este lugar, tiene mar, tiene montañas, pero a mí me interesa mucho la gente de ese lugar, para los lugares son las personas. La gente hace al lugar», dijo el compositor.

Para Oroz este disco, teniendo en cuenta su búsqueda y el contexto general, se concentra en lo «esencial» de la vida.

A lo cual argumentó que, en su último material, escribió que «las cosas sencillas son también las más bonitas».

«Es algo que pensé siempre, pero hoy por hoy lo recuerdo. Una charla con un amigo, o compartir, parece trillado o banalizado el termino amigo. Se ha utilizado mucho ese término en publicidades, es imposible descartar que estamos en un sistema que considera que todo se puede comprar y la verdad que no. Vos podés comprar el respeto, pero no podes comprar como te mira alguien. No podes comprar recuerdos. Creo que así funciona», declaró.

Respecto al contenido del disco, el artista explicó que «son cosas que uno piensa y en algún momento se materializa».

Y abundó: «Cuando haces canciones, no es literatura ni música es como una cosa en el medio un punto en el medio. Hoy es una posibilidad inmejorable para transmitir una idea o un mensaje. Entonces, a veces es más lo que siento y pienso se pueda volcar en un disco pero en La Huella algo queda. La huella es algo difusa, es atravesada por el tiempo, no está pintada. Para mi esa imagen es muy clara».

Oroz sabe lo que quiere y pretende de su música y tiene un objetivo claro sobre la llegada de sus canciones. «El objetivo más grande es que algo de lo que yo dejo en el camino quede. Mi mayor sueño como artista es que la música sea compañía de la vida de las personas», apuntó el cantante.

Y concluyó con un deseo en cuanto su cuarto disco: «Para mi sería hermoso que un porcentaje de lo que digo en mis canciones llegara a las personas. Porque si para algo sirven las canciones, es para acompañar y ser la banda sonora de la vida«.