Jorge Cafrune fue uno de los cantores que, en el tiempo «dorado» del folclore, provocaba mayor atención, jalonada por un repertorio amplio, su estampa criolla, una aproximación intimista desde el escenario y una inclinación por el testimonio y la canción social. Hoy se cumplen 80 años de su nacimiento.

Sin la proyección técnica de las figuras de su tiempo como Eduardo Falú o Atahualpa Yupanqui, pero tampoco recostado en la exacerbación de los gestos hacia la masividad, como Horacio Guarany -otra figura de inmensa seducción del público y de valor en la línea compositiva-, Cafrune cultivó una trayectoria de cantor y divulgador de lo convirtió en un referencia de la música popular.

En 1957 grabó su primer disco pero convocatoria al servicio militar alteró aquel plan. A su regreso impulsó el nacimiento de «Los cantores del Alba» acompañado por Tomás Campos, Gilberto Vaca y Javier Pantaleón, pero poco después decidió continuar en formato solista.

Por sugerencia de Jaime Dávalos recaló, en 1962, en el Festival de Cosquín. A pesar de haberse presentado fuera del programa oficial, la inmediata adhesión del público lo convirtió en «revelación».

Consolidó rápidamente una estrecha relación con el Festival. En ese ámbito se convirtió en el padrino de Mercedes Sosa, la tucumana que transformó la evolución del folclore de aquellos años.

En 1967 estuvo en la película «Ya tiene comisario el pueblo», junto a Niní Marshall, Ubaldo Martínez, Rafael «Pato» Carret, Luis Tasca y Tristán; donde interpretó varias canciones.

En los ’70 se radicó en España, donde tuvo un notable suceso. Retornó al país en 1977 cuando falleció su padre mientras otros artistas se mantenían en el exilio a raíz de la dictadura militar. En aquel tiempo, Cafrune, reconocido por su cercanía con el peronismo, fue objetivo de la amenaza y la censura.

La madrugada del 31 de enero de 1978, cuando marchaba a caballo rumbo a Yapeyú para depositar un cofre con tierra de Bolougne Sur Mer en homenaje al general José de San Martín, fue atropellado por una camioneta a la altura de Benavídez. Quedó demasiadas horas tirado en la ruta con las costillas incrustadas en los pulmones, y al día siguiente falleció. Tenía 40 años. El hecho nunca fue esclarecido.

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