Por Santiago Fraga

Hernán Casciari es, sin dudas, uno de los escritores argentinos con mayor proyección de los últimos años. Creador de Orsai, se ha convertido con sus historias en un referente en la literatura a través de blogs, como así también en lo referido a llevar adelante proyectos autogestivos.

Sus cuentos y su manera de contarlos le han hecho ganar una masiva aceptación de su público, quienes además son los que lo impulsan hacia adelante para todos los proyectos que él se propone. Tras el fenómeno de la revista (luego editorial) y el descubrimiento de la fórmula para matar al intermediario y manejarse de manera independiente dentro de un mundo impregnado de capitalismo, Casciari llega a Rosario con una novedosa propuesta; sobre un escenario y con su madre, Chichita.

Una Obra en Construcción es el biodrama de su autoría creado en base a esos cuentos que supieron captar la 10e4ivsatención de miles de lectores alrededor del mundo. Lo que planeaba ser una aventura de unas tres funciones, se terminó convirtiendo en un éxito, motivo que este viernes 10 de junio lo traerá al Teatro Vorterix de Rosario con dos funciones, luego de que la primera de ellas fuese agotada en sólo horas.

En la previa a su espectáculo, minutos después de finalizada la final de la Uefa Champions League entre el Real Madrid y el Atlético, Conclusión dialogó en exclusiva con Hernán Casciari, quien anticipó un poco de lo que se podrá ver en esta obra que dista de ser una experiencia teatral tradicional, sino que se propone ser un ensayo permanente a la vista del público.

El fútbol; el folklore de las hinchadas en Argentina y en España, los dos países en donde vivió mayor parte de su vida; la experiencia de pasar del papel al escenario; su madre, su padre; la globalización; el futuro de la tecnología y el armado de la obra fueron los ejes claves por donde giró la charla.

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¿Cómo viviste la final de la Champions, para quién alentabas?

Yo hinchaba para el Cholo Simeone porque es de Racing, así que la pasé bastante mal al final.

Una situación que se dio en la final y se repite bastante seguido en Europa es ver a hinchas de un equipo entremedio de otros del rival en una misma tribuna. Vos que viviste en España, ¿qué te resulta ver eso? Ya que aquí en Argentina resultaría inimaginable.

En realidad es al revés. Lo que resulta bastante inimaginable es que en un juego, en un deporte, en un espectáculo, haya personas que se enloquezcan mal. Es más o menos parecido a que si estuvieras viendo una obra de teatro donde hay un villano y haya gente en la platea tirándole piedras a ese actor. En un punto lo que es raro es eso, no que los tipos miren un partido de fútbol, y discutan, y eso… Lo que es raro, de hecho, es que en Argentina no dejemos entrar a la hinchada visitante y sin embargo las dos facciones de la hinchada local se caguen a trompadas igual. Está clarísimo que el fútbol no tiene nada que ver con eso.

¿Te sorprendió la diferencia del ‘folklore’ de las canchas de Argentina con las de España?

No, a mí no. A mi viejo recuerdo que le sorprendía. Como la primera vez que lo llevé al Camp Nou. A mi viejo todo ese folklore le gustaba mucho, entonces notaba como que la gente era demasiado desapasionada. De hecho miró para arriba y dijo “¿Pero cómo puede ser que desde la platea alta nadie te mee?”. O sea, estaba como indignado de que no lo mearan desde arriba, no le gustaba mucho. Pero a mí siempre me resultó muy… como que me divierte que haya un sector de la humanidad que sea un poco más tranquilo, aunque al mismo tiempo sé que no pertenezco a ese sector de la humanidad, sino a otro donde somos más efusivos, más apasionados, y en un punto nos comemos el personaje y somos más violentos, más asesinos, hijos de puta y todo eso.

¿Hay cosas de fútbol en Una Obra en Construcción?

Si hay, claro. Porque en el teatro hablo bastante de mi viejo, de la muerte de mi viejo, del recuerdo de mi viejo. No todo el tiempo, pero se toca ese tema, y cuando se toca ese tema de lo único que he hablado con mi viejo en toda mi vida fue de fútbol, entonces el fútbol atraviesa no sólo la obra que estoy haciendo sino en realidad todos los cuentitos que escribo.

¿En qué concepto te basaste para hacer Una Obra en Construcción?

De hecho, en realidad todavía no hay un concepto, estoy esperando a ver si me llega. En realidad fue que cuando me vine a vivir acá, el año pasado, me di cuenta que había cosas que acá podía hacer que en España no podía, como subirme a un escenario durante un mes con mi vieja a contar cuentos. Eso en España no podía hacerlo por una cuestión de distancia, pero yo pensé que iba a ser una cosa que como mucho durara… tres semanas. No tenía una conciencia de que eso pudiera durar más tiempo. Ahora sí, ahora veo que a la gente le gusta, y cuando a la gente le gusta uno se pone más las pilas. Al principio es como un juguete íntimo, familiar, con complicidades internas, pero si todas las semanas vienen 300 personas a verte empezás a preguntarte porqué y a tratar de entender qué es eso que le gusta al otro, y tratar de hacerlo mejor o replicarlo. Entonces ahora ya estoy como jugando al mismo juego pero tratando de entender porqué funciona, que eso siempre es muy divertido.

¿Y sacaste alguna conclusión ya de eso?

Sí, porque después de cada función, al día siguiente, como yo tengo los mails de todos los que van porque me compran la entrada por una plataforma que tengo, yo les mando y les pregunto cuál fue la historia que más les gustó, la que menos, si el precio de la entrada les parece bien, si el lugar está bueno. Entonces me entero puntualmente qué les gusta y porqué lo recomiendan tanto después. Yo pensaba que iba a durar tres semanas porque sabía más o menos qué cantidad de lectores podía ir a verla. Ahora está yendo gente que yo no conozco, que no sé quién son, y yo después les pregunto también cuando firmo un libro o algo porqué vienen, y todo el mundo viene porque se la recomendó alguien. Y contestando a la pregunta, lo que suelen decirme es que hay mucha identificación con las historias que cuento. O sea, alguno se acuerda del padre, el otro se acuerda de su infancia, el otro de su casa donde vivió al principio, el otro del álbum de figuritas que coleccionaba cuando era chico; siempre te acordás de algo según me comentan, y ese algo genera mucha empatía, o ternura, y al mismo tiempo también me dicen de que se da la circunstancia de que se cagan de risa y lloran al mismo tiempo, y eso ahí yo comparto como espectador de que parece que al espectador le gusta mucho.

¿Cómo es esto de llevar tus cuentos del papel al escenario? Teniendo también en cuenta que acá ves la reacción instantánea del lector, más allá de lo que pueda ser un comentario en tu blog

La diferencia entre escribir en el blog y esto es como ver un documental de la National Geographic o meterte dentro de la jaula de los leones. Es mucho más intenso, tiene mucha más adrenalina. Están ahí, no son comentarios en un blog, sino que son personas que están respirándote en la nuca y es mucho más divertido. Mucho más arriesgado también, porque lo estás haciendo en directo y si te equivocás me imagino que puede llegar a ser patético, en cambio cuando estás acostumbrado a escribir te equivocas en el párrafo y lo corregís antes de publicarlo, o después de que lo publicás, y está todo bien. Acá no hay repetición, no hay posibilidad de replay, pero es divertidísimo al mismo tiempo, porque descubrís 300 personas que respiran a la vez, que se ríen a la vez, y lo que pasa es como una ola que te llega. Está bueno.

¿En el desarrollo de Una Obra en Construcción hay hilo conductor o son todos cuentos separados?

Yo cuando hacía los festivales de cuentos contaba doce cuentos sin que importara ni una cronología ni nada, en cambio acá, no te digo que hay una historia, pero si hay un porqué, un porqué estoy contando cada una de esas historias. Hay algo. De hecho en la propia escenografía hay algo, le estoy contando a la gente algo puntual. Estoy contando un cuento solo que involucra una serie de historias adentro.

¿Cómo es subirte y trabajar con tu madre? ¿Cómo describirias ese personaje?

Es que no es un personaje, ella lo que hace es hacer de ella misma en los momentos donde yo digo… no sé: “Cuando yo tenía 8 años, mi vieja un día me dijo:” y ahí la que dice es ella. Pero no es sólo ella; aparece mi cuñado, aparece mi hermana, hay tres primos que actúan en la obra y también hacen música, dos sobrinos, algún amigo, y muy puntualmente todas las semanas una celebridad invitada que también participa en la obra, como han sido Kevin Johansen, Mercedes Morán, Mario Pergolini, entre otros, y todos hacen un personaje distinto. También a veces invito a amigos que son de hecho personajes en mis cuentos. No es teatro, sino que es algo que, a mí después un crítico que una vez fue me contó, un “biodrama”, o una cosa así, que es moderna y que se está haciendo ahora.

O sea que vos hiciste un biodrama sin saberlo

Claro, parece que ya tiene un nombre y que lo vienen haciendo, así que ni siquiera soy precursor. Una cagada.

¿Habrá invitados en Rosario?

Vos sabés que no sé. Yo creo que sí, pero depende muchísimo de que yo conozca a esas personas. No es que son invitados que yo levanto el teléfono y les digo “Hola, qué tal? Soy Hernán Casciari”, sino que hay un vínculo previo. En el caso rosarino no sé porque claro, si hay gente que está allá y que yo conozco… porque también es una cosa que hacemos con tres o cuatro días de anticipación. A veces ocurre, a veces no, no es que es fundamental que haya.

¿No sentiste nunca nerviosismo en esa vorágine de armar todo sobre la marcha? ¿O sos de los que no necesitan tener todo listo con anticipación?

Lo que pasa puntualmente con esto, la idea, que lo hice a propósito porque no somos actores ni nada, es que se llama Una Obra en Construcción porque lo que simulamos es que lo que estamos haciendo es un ensayo. Entonces al estar haciendo un ensayo todas las funciones nos permitimos equivocarnos, frenar, encender las luces, decir: “Vamos a hacerlo de vuelta”. Nos permitimos eso. De hecho, hay funciones que están saliendo últimamente como muy prolijas o demasiado bien, en donde yo genero equivocaciones a propósito para que no salga tan bien, porque como lo hacemos todos los jueves ya estamos acostumbrados, lo sabemos de memoria, entonces generamos errores para que siga siendo una obra en construcción. No hay nerviosismo porque el error es bienvenido.

¿Has pensado en llevarlo a otros países?

Mi intención era hacer tres funciones nomás, o sea que todo esto es muy novedoso. De hecho, nos invitaron a ir a Costa Rica, que seguro vayamos en septiembre o en octubre; vamos a ir a Montevideo y Punta del Este dentro de poquito; y seguro que cuando vayamos a Mendoza metamos Santiago de Chile también, pero en realidad no hay previsto ni siquiera seguir. Estamos haciéndolo porque se están agotando las funciones, pero si un día deja de venir la gente… porque en realidad también nosotros tenemos todos otros trabajos, no vivimos de esto. E incluso si algún día de estos mi vieja se pone densa no la invitamos más.

Perderían una parte importante de la obra

Nah, llamamos otra vieja, le ponemos una peluca, quién se va a dar cuenta

Con la globalización que hay hoy en día por Internet, y el gigantesco alcance que ha tenido tu blog Orsai, ¿qué es lo más raro que te ha ocurrido por ello?

Lo más raro que me pasó, pero no por raro sino porque el lector es así muy extravagante, fue una vez con un par de lectores, un chico y una chica, de la ciudad de Bucaramanga, en Colombia. Parece que se conocieron y se pusieron de novios por no sé qué cuento mío. Uno lo estaba leyendo en el transporte y el otro le dijo “Ay, a este yo lo leo”, y se pusieron de novios y se casaron. Cuando se casaron me mandaron un mail para que yo fuera padrino del casamiento, y me invitaron a eso a Bucaramanga. Eso posiblemente haya sido lo más extravagante que me pasó con lectores.

En relación al avance de las tecnologías y los cambios que esta genera en lo que teníamos por cotidiano, hay muchas teorías de lo que pueda cambiar en el futuro, como por ejemplo se dice a veces que a la televisión le queda poco tiempo en su formato actual, etcétera

Noto que a veces hay una confusión entre la palabra televisión y la palabra televisor. O sea, qué cosa es la que no está funcionando tanto, ¿la televisión o el televisor? Porque el televisor en mi casa sigue funcionando y en la casa de casi todos. Lo que pasa es que dejamos de conectar una antena y le pusimos un hdmi, pero el televisor sigue funcionando. Quiero decir, sentarse en un sofá a consumir contenidos va a seguir funcionando; ahora, que alguien te diga a qué hora va ese contenido y que si no lo mirás a esa hora no lo vas a ver nunca más, eso se murió. Pero mirá qué pelotudez es la que se murió, nada, no se murió nada, porque vos pensá que en el recreo de 1983, cuando yo iba a la escuela, yo les preguntaba a mis amigos “¿Viste ayer tal serie?”, “Ay no, me la perdí”, y se la perdió para siempre. Ahora en el recreo se preguntan porqué capítulo van de qué temporada. Es otra la pregunta. Lo que cambió es la conversación del recreo, no el televisor. El televisor está ahí y sigue emitiendo contenido y va a seguir emitiendo contenido. Por suerte, si ese día estabas en otro lado no te lo vas a perder a ese contenido. Es lo único que cambia.

Y en cuanto a los libros, ¿crees que va a haber una transformación desde el papel hacia lo digital en algún momento?

Si, también. Son formatos. En la época en que no existía la imprenta, que se escribían las cosas en papiros y había amanuenses que escribían en manuscritos biblias y tardaban como diez años; un día vino Gutenberg con la imprenta y estaban todos en contra de eso. Decían que era tremendamente horrible, que se iba a acabar con la cultura, y así. No es tan importante en qué aparece impresa la letra; si es en un led, o en un papel, o en una piedra, o en una pared; lo importante es lo que dice eso, y lo que dice eso me parece que sigue estando en auge, me parece que hay muchísima gente hoy leyendo que hace 300 años. Muchísima más.

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