Por Juan Manuel Martellotto

La noche del jueves 10 de agosto fue la excusa perfecta para que, luego de poco más de un año, el público que colmó la capacidad de la emblemática sala Lavardén, vuelva a ser testigo de un nuevo show de Graffiti, con formación renovada e invitados de lujo que formaron parte de la histórica banda.

La primera parte del show se centró en el material discográfico producido en los últimos años a excepción del primer y el quinto tema que corresponden al primer disco del grupo del año 1987. Recién después de la cuarta canción, el cantante Eduardo Carbí saludó al público a quien le agradeció por su presencia y aprovechó para presentar a la banda con los actuales integrantes. La gente acompañó en todo momento y se mostró muy receptiva a la propuesta artística.

 

Ese primer segmento del espectáculo se caracterizó por “composiciones introspectivas, con letras más profundas y músicas complejas tanto desde las texturas sonoras hasta los ritmos e instrumentación”, tal como lo definiera el guitarrista Ariel Pozzo en diálogo con Conclusión, semanas previas al show.

Culminado el último tema de esa primera tanda del concierto, quedaron solo los tecladistas Vilaseca (miembro histórico) y Bergonzi (Integrante actual), jugando con los sintetizadores, logrando climas sublimes con sonidos espaciales, psicodélicos y cautivantes, por momentos hipnóticos con reminiscencias sonoras a bandas new age como Vangelis y Jean Michel Jarre, aunque también algo de The Alan Parsons Project.

Es menester destacar el sistema de luces, pantalla led y especialmente el sonido en manos de Ariel Martí, (a quien el grupo lo considera otro miembro), que permitió que la banda se luciera aún más durante las casi dos horas y media que duró el concierto.

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En la segunda parte del recital, cuando invitan a subir al escenario a Claudio Falzone (bajista original de la banda), Pozzo recordó que era la primera vez que ambos, junto a Vilaseca, Carbí y Sali, volvían a estar reunidos todos en un mismo escenario desde el año 1989. Momento muy emotivo por cierto.

Antes de la mitad de la segunda parte del show, quedaron en escena, el guitarrista y uno de los tecladistas. Pozzo tocó con su guitarra un pasaje del sólo de “Shine on you crazy diamond” en un claro guiño a David Gilmour y a Pink Floyd, para luego conectarlo de forma original, con la siguiente canción del set de Graffiti.

¿Qué se puede decir de un grupo cuyos integrantes son profesionales de la música? Eduardo Carbí con su presencia escénica al mejor estilo de un lord inglés y su capacidad interpretativa en la voz completan el perfil del showman que también se lució con su elegancia; Ariel Pozzo con su muy buen gusto para los sonidos y solos de guitarra, también aportó en algunas canciones con su voz potente, aguda y jovial; el eterno Marcelo Sali con su destreza en los golpes y la precisión de un reloj suizo demostró una vez más su inconmensurable capacidad en los parches; Ricardo Vilaseca con su magia intacta en los teclados, cautivó la atención con su creatividad en varios pasajes del show; Claudio Falzone que con su sonido de bajo imprimió su sello característico a la banda; Marcelo Gallego con ductilidad y su innata capacidad de embellecer, la música que le toque interpretar, se lució con el bajo; y Luis Bergonzi con su experiencia e imaginación también aportó lo suyo en los teclados.

 

Para el final del concierto, los miembros del grupo se reservaron “los caballitos de batalla”: algunos de los “hits” que los hicieron reconocidos como “Exhibición Condicionada”, en la que el cantante bajó del escenario para interactuar con el público (que a esa altura ya se había parado de las butacas para saltar, cantar y bailar), al que siempre se mostró muy cercano a lo largo de todo el recital. Luego interpretaron “Recuerdo esa canción”, que cantó Pozzo con una voz tan clara como enérgica.

El cierre fue con una bella y poderosa canción del disco Graffiti 3, “Siempre”, y estuvo a cargo de toda la banda completa e invitados incluidos, y fue así como culminó otra noche perfecta del reencuentro de Graffiti entre sus integrantes históricos, actuales y sobre todo con su fiel público que agotó las localidades del teatro para poder volver a verlos “en vivo”, a la espera de un próximo show.