Por Federico Morel

El abogado y multifacético actor, Gerardo Romano, estuvo en la ciudad visitando diferentes medios en donde promocionó la obra, que va por su quinta temporada, “Un judío común y corriente”.

El espectáculo refleja el conflicto que debe resolver un judío que vive en Alemania, cuando recibe la invitación de un profesor de Historia de una escuela secundaria, cuyos alumnos, luego de estudiar el Holocausto y el nazismo, quieren conocer y ver en persona a una persona que practique dicha religión.

Una obra que, según sus propios dichos, le brinda mucha satisfacción y le da mucho placer realizar por el cariño que recibe de su público.

Sin pelos en la lengua, el actor fue entrevistado por Conclusión y habló de todos los temas que lo encienden: la obra que presenta, su personaje en “El marginal” y de actualidad política, con un claro eje en su disgusto por el gobierno actual.

-¿Como te sentís con el resultado que venís teniendo con «Un judío común y corriente»?

-Se ha ido acentuando una sensación placentera, porque el trabajo es placentero. Tengo que usar la palabra éxito, es placentero; el éxito para un actor es poder subirse al escenario decir cosas con las cuales está de acuerdo, que lo expresa, cosas con las cuales siente que está contribuyendo con un granito de arena a que el mundo sea un poco mejor. Cuando el arte condiciona la vida, y es un ladrillo más, uno está construyendo memoria con lo que hace. Y cuando el espectador va y se va distinto, se va modificado. Así que es un lindo sueño.

-¿Como es el feedback con tu público?

-Ya te digo, lo más a lo que un actor puede aspirar. Uno cuenta un chiste pelotudo en una reunión social y se ríen dos o tres y uno se siente realizado, imaginate estar arriba de un escenario con luces, música, 600 personas, el silencio, todo, emociona. Y uno diciendo cosas que emocionan, cosas que modifican, y la gente escuchándolo con máxima atención y silencio, y te puedo decir má:, reírse, llorar, seguir concentradamente y en silencio religioso y te voy a decir más, el aplauso, el profundo aplauso y te voy a decir más, la ovación, el aplauso transformado en ovación, y te voy a decir más todavía, el aplauso y la ovación no como un premio y un reconocimiento a lo que hiciste al final de la obra, sino el aplauso y la ovación cuando de entrada pisas el escenario, como si te premiaran por anticipado por lo que ya saben, imaginan o intuyen que vas a hacer.

– Hace mucho años que sos actor y trabajás de esto, pero esta obra te demanda 80 minutos en el escenario…

-Es un poquito más también, casi 90, depende como me agarre el día, si hay aplausos durante la función, los aplausos aunque no te creas duran 20, 25, 30 segundos. Hay maneras de cortarlos, actuando, retomás la palabra y empiezan a bajar, hay maneras de cortarlo. Pero con que tengas seis, siete aplausos en el entremedio, ya tenés cuatro cinco minutos más. O si estás muy colocado emocionalmente, en fin, depende del público como se va gestando eso. Es como hacer el amor el teatro, se requieren dos o más, y se realiza simultáneamente. Entonces se construye de diferentes maneras cada vez.

-Cada presentación que tenés es un ladrillo más en la construcción del lazo con el espectador…

-Si claro, porque nosotros vivimos en el imaginario colectivo, no tenemos existencia fuera de, no somos un árbol, un objeto, somos un ser humano dinámico, nos expresamos con nuestro trabajo, con nuestras opiniones, a través de reportajes, pero en definitiva alguien ve esto y dice “mirá este boludo las cosas que dice, la huevada que dice”. Me parece que no, algunas cosas son interesantes, qué se yo, por suerte hay de todo.

-Viajaste mucho con esta obra…

-Si, esta obra ya la llevé a Montevideo, largamente, hice dos giras a Montevideo de cuatro días cada una, estuve en un teatro hermoso que se llama del Sodre, en la avenida 18 de julio que es la principal avenida de Montevideo. Un público bueno, los uruguayos son muy especiales, especialmente buenos. Los montevideanos son especialmente politizados, con una vocación artística muy acendrada, gente muy pensante, son muy democráticos, muy tolerantes y, en consecuencia, muy exigentes. Así que cuando no te conocen, primero te ponen cara de culo.

-¿Sentiste este nivel de exigencia arriba del escenario?

-Si, a eso me refería, pero el reconocimiento que llega después de la exigencia es mucho más generoso que el reconocimiento compulsivo que uno da porque sí.

-Somos más cariñosos los argentinos en ese sentido…

-No sé si es algo elogioso esa gratuidad, porque así como aplaudís a un perejil que todavía no hizo nada, a lo mejor votas a un hijo de puta que te caga.

-¿Como se lleva Gerardo Romano con Antín, tu personaje de El Marginal?

-No tiene principios el hombre, pero como dijo Groucho Marx, estos son mis principios, si no les gusta tengo otros. Antín sería un paradigma de esta situación. Tiene poder, disfruta del poder, tiene esta relación psicopática con las otras personas, establece una interacción absolutamente egocéntrica, no tiene límites para sus pulsiones y tiene un enorme narcisismo. Pero como tiene humor y es simpático, a la gente, a los argentinos, parece que nos gustan los hijos de puta cuando son simpáticos, nos gusta que nos caguen.

-¿Te parece que el humor lo puede todo o tapa lo malo?

-Si, o favorece las condiciones en las que uno acepta ser masoquista, porque pueblo más masoquista que el argentino que vota a un oligarca, vota a un rico, ¿donde viste un rico que gobierne para los pobres?

-Pero hablás del 50% de la población.

-No, un poquito más de la mitad, eso es suficiente para que nos rompan el culo.

-¿Como ves el escenario político a un paso de las Paso?

-Con temor, con confianza, con deseos, luchando, esperando mientras luche uno para decir lo que piensa y su verdad, las armas que tiene en democracia para expresarse sin cortapisas respecto a la realidad que nos toca. Un horror, un siniestro horror tenebroso, la verdad que increíble lo que nos toca vivir.

-Los presupuestos para la cultura en Argentina han sido de alguna manera desbastados. ¿Que te genera esta cuestión?

-Indignación. Las promesas incumplidas son las causas del descontento, así que en ese sentido, tienen varias cuentas en el debe. Este gobierno prometió todo y no hizo nada, es más, si yo te preguntase que me digas una medida en la que estés de acuerdo y digas que bueno esto que hicieron está bien, esto, yo te agradecería mucho porque me daría elementos objetivos que me permitirían decir que lo voy a votar, pero digo ‘ah pará hay una, a ver si consigo otra, otra más y hago un mínimo de aciertos que permitan alentar alguna esperanza, pero no’. Materia de economía, lo principal de un gobierno, materia de seguridad, bueno viste lo que es Rosario, te cagan a tiros en la puerta de tu casa.

-Si la formula Fernández-Fernández es la ganadora en las generales, ¿que le pedirías?

-Que cumplan con su palabra, que hagan más de lo que ya hicieron sin repetir errores. Cómo dice Alberto, haciendo mejor lo que hicieron mal. Y le creo, porque él ya demostró que no tiene problemas en alejarse del poder, aún del propio poder, del poder de sus aliados, no tiene problema de ser crítico, en dialogar con todo el mundo. A mí me resulta muy auspiciosa su candidatura y me da muchas esperanzas y ganas de apoyarlo, me parece un extraordinario candidato. Sabe, sabe hablar, si lo comparás con el presidente actual que no puede hilvanar un par de frases, que no le huelas que lo están coucheando, que está repitiendo, repite las cosas permanentemente, vamos a cruzar el río, o queremos cruzar el río, tenemos que cruzar el río, porque estamos en la mitad del río ya estamos llegando a la otra orilla y, cuando lleguemos a la otra orilla, todo va a estar bueno para todos. Esta promesa de futuro todo construido en base al futuro como si vos consiguieras un amor y le dijeras mirá casate conmigo que yo te voy a comprar una casa, te voy a poner esto, te voy a hacer lo otro, te voy a dar esto, y mientras tanto no podes invitarla con un café o sea que es puro filo. Entonces el único río que me parece que han cruzado es el río Chubut, ¿lo conocés? Es donde se ahogó Santiago Maldonado, ese es el único río que han cruzado y estaba por la mitad, porque Santiago Maldonado estaba por la mitad. Lo raro de este muchacho era que se pusiera toda esa ropa para nadar en invierno, porque no era ropa impermeable ni esos trajes de goma que se usan para hacer deportes náuticos en invierno, era ropa que se empapa que pesa, borceguies y lo mas raro ¿sabés que me resultó? Que tuviera los documentos en el bolsillo y que después de dos meses los documentos de estar en el agua estuvieran, como dice Fito Paez, como un documento inalterable. Santiago Maldonado vino a ofrecer su corazón.

-¿Que te sucede cuando te mencionan o te tildan como actor o artista militante?

-No sé, yo he sido estudiante secundario, he sido estudiante universitario, he sido abogado y he sido actor, y fui siempre militante de todas las circunstancias, tuve una mirada política, distinta participación, según las épocas, pero siempre he tenido la mirada intensa y activa, según las épocas, según el nivel de justicia o injusticias que había y el nivel de democracia que había en las diferentes épocas.