Por Elisa Soldano

El montevideano Fernando Cabrera y el rosarino Jorge Fandermole, dos cantautores con gran presencia en la canción latinoamericana, recorrieron juntos distintos escenarios -tanto uruguayos como argentinos- donde repasaron grandes obras de sus carreras a dúo y generaron una mixtura de estilos, composiciones y armonías que emocionaron al público. Paisajes tan distintos como similares, desde la calle Llupes hasta el Remanso Valerio, confluyen en la propuesta de estos dos artistas.

A fines del año pasado, ambos músicos recibieron la propuesta de hacer una presentación conjunta en el Teatro Ópera, de Buenos Aires. El resultado fue tan exitoso y emocionante que el espectáculo se repitió en el Teatro Solís de Montevideo y en un festival de Jazz llamado “Medio y medio”, que se realiza en Punta Ballena, una localidad cercana a Punta del Este.

«Cada uno tiene una manera diferente de componer, de formular sus ideas tanto musicales como poéticas, entonces esa diferencia es la que a uno lo interpela, lo modifica y lo transforma», dijo Jorge Fandermole a Conclusión, en relación a su experiencia con Cabrera. En tanto, el músico uruguayo adelantó a este medio que está trabajando en un nuevo disco y que componer canciones «forma parte de su aparato psicológico».

Este viernes 27 de marzo, los cantautores iban a presentarse en Rosario, en el Teatro La Comedia, pero dada la situación sanitaria de la región el show fue suspendido para evitar la concentración de personas y la propagación del coronavirus.

Fernando Cabrera y Jorge Fandermole

En ese marco, Conclusión dialogó con ambos músicos sobre la experiencia de cantar juntos, el trabajo de componer canciones, los paralelismos entre Montevideo y Rosario y la visión que tienen de la música actual.

-¿Cómo fue que decidieron juntarse?

Fernando Cabrera: El año pasado nos encontramos en el Teatro Ópera, esa fue la primera vez que nos conocimos, que nos juntamos y que empezamos a trabajar juntos. Unas semanas antes nos juntamos para conocernos, para intercambiar ideas y ver el repertorio. Particularmente disfruto mucho del espectáculo. El repertorio es mitad y mitad, hacemos muchas canciones los dos juntos, con arreglos a dos voces y a dos guitarras. Él con su guitarra acústica, a veces de nylon, a veces de cuerdas de acero, y yo con mi guitarra eléctrica. Toco la percusión en un tema, de una manera más que nada simbólica, porque no se puede decir que yo sea un percusionista, pero me gusta mucho. Elegimos las canciones que a cada uno le gustaban del otro y también tenemos una pequeña parte donde ambos tocamos solos y mostramos novedades y cosas así.

Jorge Fandermole: Nos juntamos a partir de una invitación que nos hicieron los productores, para presentarnos en un ciclo del Teatro Ópera el año pasado. A partir de ahí ensayamos un repertorio conjunto, con temas de Cabrera y míos que fueron elegidos de común acuerdo. Fernando eligió temas míos que a él le gustaba cantar y yo hice a la inversa, elegí temas del repertorio de él que me interesaba que hiciéramos interactuando. Ambos somos compositores y cantamos lo que componemos, ambos conocíamos la producción del otro, a mí la producción cancionística de Fernando Cabrera me parece de muchísimo talento, es una producción poética y musical con mucho sustento, una producción enorme y me interesa mucho esa búsqueda de los lenguajes que hace Fernando, y pudimos ponernos de acuerdo para complementarnos y tocar repertorio de los dos.

-¿Qué significa para ustedes este espectáculo y trabajar con la compañía del otro?

JF: Esta es nuestra honesta proposición desde la posibilidad de juntarnos. Nos juntamos también como posibilidad de crecimiento para cada uno, porque cada vez que uno se junta con alguien de su misma condición, te lleva a armar proyectos sobre el lenguaje poético y musical y uno termina de alguna forma modificando su punto de vista, su sensibilidad y su cabeza. De alguna manera creo que se transforma a partir de interactuar con otros, porque eso implica modificaciones y diferencias en el modo de encarar lo artístico. Entonces lo hacemos también por eso, porque es una manera de abrir cada uno su perspectiva y sensibilidad hacia otras cosas.

-¿Notan algún paralelismo entre Rosario y Montevideo?

FC: Hay alguna similitud entre Rosario y Montevideo. Veo que hay similitudes en el mundo arquitectónico, también en el asunto de cómo están forestadas las dos ciudades, sus parques, los arbolados de las calles. También el hecho de que ambas estén recostadas a un río y lo vivan con mucha presencia y de forma permanente, no de espaldas como otras ciudades –como Buenos Aires o Barcelona- que tienen los cauces al lado pero pareciera que fueron construidas o desarrolladas a espaldas. En cambio Montevideo y Rosario están muy en contacto con ese aspecto fluvial. Después en la personalidad y la forma de ser de la gente encontramos similitudes y diferencias. Hay similitudes históricas, porque fueron fundadas en base a un aluvión de inmigrantes de todo el mundo. También está el hecho de que son ciudades puerto, lo cual implica muchas características humanas muy peculiares, porque un puerto siempre es un sitio donde llega muy directo las influencias de otras partes del planeta. Un uruguayo se siente cómodo y familiar en cualquier sitio de Argentina, en Rosario quizás un poquito más.

JF: Hay una cierta correlación, familiaridad y punto de contacto históricos entre Argentina y Uruguay en cuanto a su historia reciente y en cuanto a la historia que nos tocó vivir a nosotros en particular, que somos de la misma edad.

-¿Cómo son sus procesos creativos? ¿Pasan por períodos de sequía? ¿Cómo los sobrellevan?

FC: Hay períodos de sequía. He tenido ya muchos a esta altura de mi vida. Llevan varios meses y me pongo un poco nervioso, porque ya forma parte de mi aparato psicológico, lo que vertebra mi personalidad, el hecho de componer canciones. Entonces si pasa mucho tiempo en que no se me ocurre nada, siento un gusto extraño y desagradable porque me da la impresión de que mi vida empieza a dejar de estar justificada y me da cierta ansiedad y cierta angustia. Pero hasta ahora todas las veces que sucedió eso, luego, de una manera inesperada y totalmente natural y normal, volví a las ideas y volví a los bocetos, a las canciones y las músicas. Desde que tenía 12 o 13 años que compongo canciones, entonces eso me pasó muchas veces y muchas veces me curé. Pero también pienso en que eso no me angustie más el día que se me termine de cerrar la canilla, porque después de todo algo hice y siento que mi vida está relativamente justificada. Ahora estoy grabando un disco nuevo, con trece canciones. La idea es que salga con el correr del año, estoy contento y muy entusiasmado. Es un disco donde no va a haber participación de ningún otro músico, voy a tocar todos los instrumentos. Lo estoy grabando de manera muy lenta pero ya estoy muy avanzado y calculo que saldrá a fin de año.

JF: Cada uno tiene un metabolismo particular en ese sentido. Me ha pasado de tener épocas de mucha producción y tener épocas donde no aparece nada. A veces pasan períodos muy largos donde no hay nada nuevo, y hay otros períodos donde uno encuentra el tiempo, la disposición, la voluntad y la energía y aparecen producciones nuevas e interesantes. Del mismo modo hay épocas donde uno toma apuntes que después retoma varios años después, pero me parece que esas idas y vueltas son típicas, siempre ha sido de la misma manera. También es obvio y lógico –y yo lo acepto porque es parte de lo natural- que no sea la misma la energía creativa cuando uno tiene 20, 40 o 50 años. Van siendo diferentes los lenguajes, los puntos de vista, la energía que uno pone, la capacidad de trabajo. Pero personalmente confío en que esos ciclos van y vienen y que uno aprovecha cada meseta y de cada parte ascendente o descendente saca lo que puede. Uno debe habituarse a ese vaivén de tiempos de sequía y tiempos prolíferos.

-¿Qué sienten cuando escuchan sus canciones interpretadas por otros músicos?

FC: Es una fuerte emoción, pasa con muchos músicos. Cada vez que voy a Argentina me entero de jóvenes solistas y bandas que hacen mis canciones, a veces personas que recién empiezan, están grabando sus primeras cosas o están en Youtube, y siempre es la misma emoción para mí. No importa que sea un artista famoso o un artista anónimo, es muy emocionante porque no hay nada más lindo para un compositor que un colega elija algo mío para hacer, porque significa que ese músico siente con un tema mío, y tiene ganas de integrarlo a su repertorio, pudiendo elegir entre miles de canciones. Muchas veces son ellos autores también y sin embargo hacen un espacio en su repertorio para poner una canción mía, quiere decir que les gustan, se sienten identificados, los emociona, piensan que a su público le va a gustar, y todo eso para un compositor es lo más lindo que te puede pasar, que un colega, alguien que está dentro de la profesión, elija una canción mía es el mayor homenaje que me pueden hacer.

JF: En principio tengo una enorme sensación de gratitud hacia los intérpretes. Las canciones solamente viven en el momento en que se tocan y se escuchan, no son producciones visuales que pasan por la plástica, al menos lo que hacemos nosotros no es parte de una industria voluminosa. Una canción es una cosa que dura minutos y solamente vive en el tiempo en que alguien la canta, entonces siento una enorme gratitud hacia todos los intérpretes cuando toman una canción y la ponen en su repertorio o la graban. Además siento una enorme sensación de orgullo, porque significa que he podido empatizar con la sensibilidad de otro como para que esa persona tenga la necesidad o la capacidad de poner en su repertorio algo que no le es propio pero con lo que se siente identificado, así que la verdad que siempre es una sensación de agradecimiento y de orgullo.

-¿Cómo ven a la música y a las composiciones actuales?

FC: Una cosa es la música industrial y la que llega directamente a los medios, pero siempre hay tapados, hay artistas que de repente no son muy conocidos en su momento o cuando comienzan su carrera pero que años después empiezan a destacarse. Eduardo Mateo nunca fue popular ni masivo, nunca tuvo una llegada fuerte al gran público, y sin embargo hoy en día todo el mundo habla de él, sus canciones están presentes en todos lados porque lo que hizo fue una maravilla, y como él podemos encontrar en el mundo entero muchísimos casos similares. Entonces hay que poner la lupa, hay que estar atentos, porque cosas buenas hay siempre y cosas malas también hubo siempre. Generalmente las que llegan al gran consumo no son las mejores y tampoco son las más interesantes, son las más pasteurizadas, las que están hechas con un criterio más industrial. El que tiene más curiosidad e inquietud puede encontrar otras cosas.

-¿Qué se llevan uno del otro?

JF: Cada uno, a partir de la búsqueda que lleva adelante en sus lenguajes, obtiene caminos y formas distintos. En cuanto al modo en que piensa y desarrolla ideas, cada uno tiene una manera diferente de componer, de formular sus ideas tanto musicales como poéticas, entonces esa diferencia es la que a uno lo interpela, lo modifica, lo transforma. Es lo mismo que siento que pasa cuando nos juntamos con otros artistas, más grandes o más jóvenes, y la diversidad estética, de edades y generaciones con las que uno puede compartir son fundamentales para capitalizar en lo personal las diferencias. Esas singularidades que tiene Cabrera en el modo de componer, en el modo de cantar, en el modo de tocar su guitarra, son las cosas valiosas, que son diferentes a las que tengo yo.

-¿Cómo es la relación entre su obra y la política?

FC: A lo largo de mi repertorio, dos por tres aparecen canciones que tocan las problemáticas políticas, porque es uno de los temas que me interesan, entre otros. En Uruguay hay una especie de novedad dada por los resultados de las últimas elecciones pero no son más que el fruto del juego de la democracia y uno tiene que saber aceptar cuando le toca que haya un gobierno que no es de su agrado, si ese gobierno llegó al poder legítimamente. Es un gobierno que pertenece a un sector ideológico que es más bien a la derecha, o sea que es un cambio de signo respecto a los tres gobiernos anteriores que pertenecían a la izquierda, pero llegaron al poder de una forma absolutamente legítima. Si hay una cosa que debe ser rescatable y loable de la política uruguaya, es la fortaleza de sus instituciones y la limpidez de sus elecciones.