El fotoperiodista Tito La Penna, cuyas imágenes constituyen un recorrido testimonial de la historia argentina y de hitos internacionales de más de cuatro décadas falleció este domingo, informaron sus familiares en redes sociales.

La Penna nació en Mar del Plata en 1947 y «tuvo queridos amigos… los que él quiso que fueran sus amigos», expresa su hijo, Mariano, sobre el autor de imágenes que retratan el costumbrismo desde las mesas de emblemáticos bares de San Telmo y sus cielos, o los de La Boca como contigüidad, más allá de su trabajo cotidiano en prensa.

Sin velatorio, sus cenizas volverán a Mar del Plata, y un último deseo sintetiza su semblanza: «Mi viejo me pidió que lo recordaran con un puro, una copa de vino y un hasta la victoria siempre», revela Mariano en un mensaje posteado en el muro de Facebook del fotógrafo.

«Falleció Tito La Penna. Amigos por casi cincuenta años, compartimos redacciones, coberturas periodísticas, estudios, laboratorios y sobre todo muchos, muchísimos cafés. La Paz y el Británico son testigos. Fotógrafo impecable, ya en el panteón de los grandes del fotoperiodismo argentino», escribió su amigo y colega Eduardo Grossman. «El barrio, sus atardeceres y la fotografía te van a extrañar…», consignó por su parte Paula Somoza, entre otros muchos mensajes.

Entre las imágenes emblemáticas de La Penna están los retratos a Jorge Luis Borges con el poeta Enrique Martí (1973) o del autor de «El Aleph» en 1973 en la Galería del Este; los de María Luisa Bemberg (1984) o el de Rodolfo Fogwill en el desaparecido bar La Paz de la calle Corrientes en 1983, los de Hugo Pratt (1986) y el de Almudena Grandes (2010), entre muchas otras.

También lo son sus publicaciones de cielos con tormentas eléctricas, atardeceres y nubes que componía con su mirada o como contraparte lo social, tal lo atestigua el título de la toma bastante reciente, «La olla vacía…»: en una bocacalle, un hombre detenido, con su carrito medio vacío.

Convertido en «cazador» de imágenes, en época de dictadura fotografió al dictador Rafael Videla y en Chile a Augusto Pinochet, y fue testigo del levantamiento carapintada de Campo de Mayo, ya en democracia. Pero también capturó las grandes manifestaciones de 1983, previas al retorno de la democracia, entre otras.

«La posición del fotoperiodista es muy riesgosa. Lo mío era pura necesidad. Yo siempre me la jugaba y siempre estaba con el corazón en la boca. Cuando trabajaba en Editorial Atlántida, en plena dictadura militar, ideológicamente yo hacía mis fotos con una doble intención. Porque pensaba y quería que un día se pudieran visualizar lo que en ese momento nos prohibían mostrar», decía La Penna al portal del Ministerio de Cultura en 2020.

El Bar Británico era una parada obligada antes o después de su jornada laboral, lugar de captura de instantáneas de la vida y retratos del barrio: personas que duermen en el Parque Lezama que está enfrente al bar, parejas, solitarios lectores, turistas o transeúntes. Imágenes íntimas, estéticamente captadas en lo cotidiano, que compartía en sus redes sociales.

En 1970, definido en su vocación de fotógrafo, compró su Nikormat con lente 35 mm y ya en 1972 comenzó a trabajar como reportero gráfico en Buenos Aires, siendo en 1974 parte del equipo de Noticias, el diario de la agrupación Montoneros.

Luego fue socio fundador de la agencia Sigla (1975) y años después de la agencia Imagen Latino Americana (1982) junto a los fotógrafos Silvio Zucheri, Eduardo Bottaro y Rafael Wollman que cubrieron entre otros eventos la Guerra de Malvinas.

Colaboró en el diario Crónica de 1975 a 1977 y, más tarde, integró el grupo de fotógrafos de Editorial Atlántida, desde donde publicó para las revistas Gente, El Gráfico y Para Ti (1978-1981).

Fue corresponsal de la agencia Sipa Press, Francia (1983 – 1990), de la española Revista Cambio 16 (1983-1991); fotógrafo de la revista Humor y El Periodista (1983 – 1991), de Caras (1992), y editor en la Revista Noticias, y por último, habiéndose quedado sin trabajo en tiempos de la crisis de 2001, desde 2006 trabajó en la agencia Télam llegando a ser jefe de Fotografía, hasta que se jubiló en 2015.

Tito La Penna fue también testigo en el juicio del exjefe de redacción de la revista Para Ti (Editorial Atlántida) Agustín Bottinelli, acusado en 2014 por el delito de «coacción» por la publicación en 1979 de una entrevista falsa titulada «Habla la madre de un subversivo muerto». La entrevista realizada a Thelma Jara de Cabezas mientras estaba detenida clandestinamente en la ESMA, lo tuvo como fotógrafo y constituye el primer caso en el que un periodista está vinculado a una causa por crímenes de lesa humanidad.

En 2019 presentó la muestra «Retratos», que traza un recorrido de sus más de 40 años con la profesión, con fotografías de personalidades como Ricardo Alfonsín, Carlos Paez Vilaró, Juan Gelman, Susana Rinaldi, Abelardo Castillo, Ernesto Sábato, Tato Bores, Tato Pavlovsky, Pappo, María Elena Walsh, Raúl Carnota, Germán Abdala, Fernando Birri, Norma Aleandro, Aída Bortnik y Juan Domingo Perón.

La Penna estuvo también en la guerra de Irak y fue testigo del agradecimiento de las milicias civiles de Saddam (Hussein) «porque Videla les mandaba trigo. Un ejemplo más de la política de EEUU, te bloqueo pero mis amigos te mandan lo que necesites». Sobre ese tiempo recordaba durante este verano caluroso: «En 1981 estuve en Irak con 46 a la sombra …Y ahora 35 en Baires es joda jajaja».