Por Facundo Díaz D’Alessandro

Para ser un verbo transitivo más, exagerar tiene demasiada mala prensa. Desde la desestimación de lo exagerado como barrera discursiva para bajarle el precio a un enunciado o enunciante, hasta la definición de Google, que indica que se trata de «hacer que una cosa sobrepase los límites de lo verdadero, natural, normal, justo o conveniente». ¿La vida no se encarga de eso ya?

Esa duda, potente y fundante, atraviesa a «La exagerada vida de Margarita Punzó», la obra iniciática que la actriz y dramaturga Julieta Turco viene presentando en Rosario, su ciudad natal, durante todos los viernes de octubre en el Teatro Odiseo (San Lorenzo 1329) y que tendrá su epílogo, al menos por ahora, este viernes 25 de octubre desde las 21.30.

«Margarita es una mujer muy estructurada, de repente se enamora, pasa algo en esa relación que tiene, y toda su estructura, fuerte, se le viene encima y enloquece, de ahí viene el título de la obra, de cómo empieza y cómo termina explotando su exageración al máximo, dentro de lo que es esta locura. Es un poco un chiste también, la pregunta sería también: ¿es exagerado todo esto?», expresó en diálogo con Conclusión la autora y protagonista de la obra que dirige Ariel Gangemi.

En ese sentido y muy a colación de intrigas actuales que interpelan a la sociedad, profundizó: «Lo exagerado también es una construcción social, una idea que le metieron en la cabeza, cómo tiene que ser y hablar la mujer, qué hacer. La obra trata de plantear todas estas preguntas, si somo exageradas, si las cosas que nos pasan son exageradas, la idea del amor romántico, si es real lo que entendemos como amor o tenemos que aprender algo nuevo sobre el amor o relaciones.»

Así, la obra logra hacer «hincapié en la palabra exagerada». «Esta mujer siempre quiere ser acallada, hace hincapié en la forma en qué fue criada, los estereotipos que debe cumplir, roles, pensaba que había podido escapar de eso y resulta que no, que se le vino todo eso de lo que quería escapar, lo es», detalló la autora rosarina, que se instaló en Buenos Aires 9 años atrás y en 2016 se decidió a encarar este proyecto, que logró presentar en otros lugares de Latinoamérica, como Guatemala.

El Dios mito está en los pequeños detalles

La historia se remonta tres años atrás, cuando buscaba la forma más precisa de canalizar algunos de sus escritos hacia modos dramatúrgicos definidos, que permitan la representación, a la vez de que sea algo «autogestionado» que le permita «llevar la obra de viaje».

«Tomé todo el 2016, antes de irme, un curso con Mauricio Kartun que me terminó dando no la idea pero si la forma de llevarla a cabo, como escribirla y todo. Es un genio, un gran docente, para mi fue maravilloso hacer ese curso, la tiene muy clara, es muy de bajarte los pies a la tierra, ‘si esto no funciona va a funcionar otra cosa’, es más relajado», relató la dramaturga sobre esa experiencia con el gran maestro del teatro independiente argentino.

«Mauricio lo que hizo fue bajarme un poco la idea de que si vos te pones a pensar la idea de esta obra es algo muy chiquito, cotidiano, no magnífico. El habla de poner la lupa en esas cositas cotidianas y hacer algo enorme. No es una gran historia, si tiene de grandioso lo que hace, lo que pasa. La historia es una pequeñez digamos, algo que le paso a todo el mundo», ahondó Turco.

Por último, la actriz rosarina se refirió a la dificultad de lidiar con un director que «toque» la obra propia, que fue escrita por ella y es interpretada también por ella, así como a la necesidad de escindirse a la hora de actuar de lo que fue el momento de la creación.

«Cuando empecé a escribir la obra llamé a Ariel Gangemi, un amigo, no podía hacer todo aparte es un ego que es fatal, es mucho ya. Se metió y tocó un montón de cosas, borró, agregó, profundizó mucho más el texto y para mi fue un momento tan difícil, un primer texto, no tenia idea lo que era hacer dramaturgia, se juegan cosas muy personales», explicó.

Y concluyó: «Fue un momento que pasó, antes del estreno ya había podido superarlo, sino no llegaría nunca a encarnar a esta mujer. Mientras estoy en el escenario estoy siendo ella, lo disfruto mucho, puedo desdoblarme y pensar como lo estoy disfrutando, me río, me causan gracia las cosas que hace porque es muy ridícula, logro desdoblar pero no desde el texto sino desde esa repentización.»