Por Solange Levinton

La posibilidad de un consumo distractivo parecido al de las redes sociales, la identificación con personas anónimas y la empatía con el encierro después de la pandemia son algunas razones que especialistas de la industria encuentran para explicar el inesperado fenómeno de «Gran Hermano» que demostró que la televisión (o al menos algunos formatos) parecieran estar más vivos que nunca.

El «reality» holandés devenido en experimento sociológico replicado en más de 70 países, que fue furor en Argentina a principios de siglo cuando no existían las redes sociales y la televisión de aire aún gozaba de buena salud, desembarcó el 17 de octubre pasado para una nueva edición con la conducción de Santiago del Moro.

Y, contrariamente a lo que podía pensarse en tiempos de ratings magros y la TV perdiendo terreno frente a las plataformas de streaming, «Gran Hermano» se convirtió en el programa más visto de la televisión abierta con un promedio en noviembre de 19.6 puntos, según datos de la consultora Ibope Kantar Media.

¿Cómo se explica este éxito 20 años después? Según Yamila Heram, doctora en Ciencias Sociales y magíster en Comunicación y Cultura, «una de las cuestiones a pensar tiene que ver con estas personas anónimas que podrían llegar a ser cualquiera de nosotros o nosotras y, a fin de cuentas, al igual que las redes sociales, se usa para ver la vida de otras personas».

«Hay algo de la forma de consumo -agregó en diálogo con Télam- parecido al de las redes mirando la vida de los otros sin prestarle atención. Es un consumo distractivo, desatento, del que no somos muy conscientes como el de las redes».

Gastón Trezeguet, participante de la primera edición y parte de la producción y del debate de la entrega actual, también consideró que una de las razones del furor es que «después de la pandemia la gente se identifica con el aislamiento».

«Todos nos sentimos identificados con estar aislados dentro de una casa y gran parte de la expectativa es que ahora todos entienden cómo te puede pegar el encierro y la casa es como un espejo: cada uno intenta ver en los participantes algo que les gusta o no y que en definitiva termina siendo lo que te gusta o no de vos», remarcó Trezeguet a esta agencia.

Para Heram, el éxito de «Gran Hermano» tampoco puede pensarse como un fenómeno aislado de la pandemia: «Los medios fueron una gran compañía y una ventana con el afuera durante el aislamiento y la televisión se reorganizó; hubo una suerte de testeo de realities que, si bien no tenían las características de ‘Gran Hermano’ que es el padre de todos, les fue muy bien en general».

Si de números se trata, durante 2020, el reality de pastelería «Bake off» alcanzó 10.7 puntos en promedio durante el confinamiento más duro y en la final llegó a los 16,4 puntos. Un año después, la final de «Masterchef Celebrity 2» fue la emisión más vista de la televisión argentina de aire con 27.3 puntos de rating, mientras que «La voz argentina» fue el programa con mejores marcas promediando los 20.3 puntos.

«Esos números fueron -continuó Heram- un termómetro de que la gente estaba mirando esas cosas, ¿sino cómo se les ocurre una nueva edición de este reality con gente encerrada después de 20 años y de haber pasado una pandemia?».

Al respecto, ella misma respondió que «‘Gran Hermano’ no vino a innovar»: «Si hoy la televisión de aire hace 24 puntos es por cuestiones vinculadas al consumo evasivo, de querer poner la cabeza en blanco, que son consumidas casi de manera ficcional. Y además, el horario no es casual: está en el horario de la cena».

Pero su éxito no sólo se circunscribe a la grilla de Telefe: «Gran Hermano» se convirtió en la materia prima de programas de otros canales -«A la Barbarossa» con Georgina por Telefe, «LAM» (América), «Bendita TV» (Canal 9), «Intrusos» (América)- y también retroalimenta las redes sociales que funcionan como termómetro de lo que sucederá en la gala de eliminación.

«Se complementan los dos mundos -sintetizó Trezeguet-; uno podría pensar que los más chicos no le iban a dar bola a la tele pero pasó todo lo contrario: están sumamente compenetrados y gran parte de este éxito se lo atribuyo al casting, que estuvo muy bien; porque ayuda a replicar conversaciones que ocurren en las casas sobre el feminismo, lo que estaba aceptado y ahora no, todos los ingredientes forman parte de este éxito y que involucra a gente de todas las edades».

En ese sentido, Heram destacó que esa tematización constante «construye entre los personajes un discurso dicotómico, de grieta, donde siempre hay polos enfrentados y eso, cómo ha funcionado históricamente en la construcción del melodrama, también funciona en este programa que no es otra cosa que un reality ficción, donde a partir de la edición de personas reales se construye un relato donde es todo un River-Boca que interpela a gran parte de la sociedad».

«Algo que me resulta interesante -concluyó- es que, cuando hablás con la gente, hay una suerte de consumo vergonzante respecto de ´Gran Hermano´: nadie lo ve pero todos lo critican».