Por Mario Luzuriaga

En el cine se ven siempre «caras familiares» en las que siempre aparece un actor con un rol específico. Este es el caso de Walter Donado, que saltó a la fama gracias al villano que interpretó en «Relatos Salvajes», dirigida por Damián Szifrón en 2014.

Pero antes de «Relatos…» ya había trabajado en cine junto al director Carlos Sorín en «El perro». Sin embargo, en lo que se especializa Walter es en el entrenamiento de animales para producciones audiovisuales. Ha participado en peliculas junto a grandes estrellas como Leonardo Sbaraglia, Pablo Echarri, Federico Luppi, Pablo Rago, Alejandro Awada y Clara Lago, entre otros.

Hoy en día participa del film «Solo se vive una vez» junto a Peter Lanzani, Eugenia «China» Suárez, Darío Lopilato, Pablo Rago y Luis Brandoni. En su rol de villano en la cinta trabajó con grandes actores internacionales como Santiago Segura, Hugo Silva y el gran Gerard Depardieu. A pesar su aspecto de tipo duro, se divirtió contando sus anécdotas profesionales a Conclusión.

—¿De dónde venís Walter? En cuanto a la familia…

—Yo nací y me crié en Avellaneda, estudié y vivo en Villa Domínico hace 55 años en el mismo lugar. La paso bien, a veces un poquito apretado pero bien.

—¿Cuándo surgió la chispa para empezar con la actuación?

—El tema de la actuación nace porque tengo una empresa de animales para filmación, sea para cine o publicidad; hace 35 años que me dedico a lo mismo y vivo de esto. Hace trece años atrás, hice un comercial con Carlos Sorín, en la época que venía en pleno apogeo con el estreno de la película «Historias mínimas. Me llama y me cuenta que va a filmar una nueva película y quería que esté ahí. Le pregunté qué animales iba a necesitar en el rodaje y me dijo que quería que yo esté actuando. Me reúno con él en su oficina y estaba Oscar Kramer de la productora K&S Films, con la cual hicimos «Relatos…», y me preguntaron si quería ser el co-protagonista de la próxima película; y quedé ahí sorprendido porque pensé que era algo chiquito. Carlos (Sorín) me dijo que me olvide de los animales por un mes, porque filmamos en el sur. Me preguntó si alguna vez había actuado y le contesté que en un acto en el que hice de Belgrano en el colegio, un día que llovía y no había ido nadie (risas). Entonces Sorín me dijo que soy ideal para el personaje, porque sólo tenía que hacer de mí mismo. Ahí me inicié y empecé a trabajar.

—¿Recordás cuál era la película?

—Sí, se llamó «El perro», esa fue la primera película que hice. Después hice cosas más chicas, he estado en películas importantes con un papel muy mínimo, como en la película de Juan Carlos Desanzo sobre el Che Guevara, ahí hago de un soldado que levanta una boa grande, después en «La dama regresa» de Jorge Polaco, junto a Isabel Sarli; siempre todo chico o en algunas producciones que no salieron a la luz.

—En el caso de «Relatos Salvajes», ¿te apuntaste a un casting?

—No, yo estaba haciendo un comercial en el sur para una conocida marca de agua mineral y estaba con un zorro. Me llama un chico de producción y me cuenta que están trabajando una película nueva que dirigía Damián Szifrón. Y les interesaba para un papel y me invitaron a realizar el casting, al estar en el sur me imposibilitaba y me apuntaron para el final del casting. Cuando volví llamé a Marcelo, mi contacto en la producción, y me comentó que era un casting y me recomendó que me afeite la barba. Yo tenía una barba tipo chivo (risas), que hacía dos años que no me la cortaba. Entonces Marcelo me aseguró un 10% de que iba quedarme con el papel, pero le dije que me diera un 90% de seguridad, sino no me afeitaba. Me presento y quedo, después me enviaron a una reunión en la productora y me encuentro con todo el elenco y ni me imaginé con los monstruos que iba a trabajar. Mi personaje se llamaba «Mario» e iba a ser un co-protagónico en uno de los cuentos. Y donde veo al personaje, encuentro la foto de cuatro actores y le dije de Marcelo que lo iba a matar, porque me hizo cortar la barba. Pero al final quedé y cuando me vio Damián (Szifrón) y me vio más delgado y le comenté que me había hecho un bypass gástrico y bajé unos 75 kilos, medio que se lamentó y me pidió que engordara un poco más, tenía dudas y me dijo que después me llamaban. Me subo a la moto, me suena el celular y Damián me dijo «bienvenido a Relatos Salvajes».

—¿De ahí en más empezaron a rodar la peli?

—Primero hicieron un «call back» que es un poco la explicación de cómo se van a realizar tomas específicas y de actuación. Me cita en la Panamericana, donde había unas grúas y ensayamos la pelea que tenemos adentro del auto. Me encuentro con Leo Sbaraglia, con quien ya había trabajado, aparte de ser un gran actor es un tipazo; me dio lugar en todo y pudimos compartir otra peli que fue «Al final del túnel».

—¿Toda la escena de la pelea se hizo allí o en una diferente locación?

—Con las grúas hicimos el ensayo, después nos fuimos a filmar a Cafayate, Salta. Se rodaron dos días en Jujuy, para filmar la parte de los autos, donde había doble vía; se hizo en dos días porque lleva todo un proceso para usar los autos y demás cosas técnicas. Y la pelea fue en la ruta que une Salta y Cafayate.

—¿Cómo fue trabajar con el director rosarino Rodrigo Grande?

—Los rosarinos son jodidos (risas), trabajar con Rodrigo es hacerlo con un profesional indiscutido. Pero es una persona tan especial, sin despreciar a otros directores, es un tipo que me llama y me invita a tomar un café para charlar sobre mi personaje. Ahí interpreté a «Canario», el hermano del personaje de Pablo Echarri; tuve que bajar 15 kilos para estar a la altura de él y ya vieron el parecido que tenemos (risas). Rodrigo es un tipo que sueña con sus personajes y lo siento como un amigo, y eso que lo conocí en ese momento. Integraba el equipo haciendo asados y yo al no tener ningún estudio, el me supo dirigir.

_En «Al final del túnel» también compartiste elenco con otro grande como Federico Luppi, ¿tomaste algo de su experiencia?

_Yo lo que tengo es que soy muy bicho y no desperdicio oportunidad. Si estoy al lado de tipos así y lo primero que hago es arrimarme y rescato cosas. De hablar, de pedir, me tocó pasar letra con él y me decía: «Walter vos estás tranquilo, yo soy un vigilante y me tenés que mirar de cierta manera». Te hacen ver las cosas de otra manera. Otro grande fue Julio Chavez, que te impone respeto y la verdad que es un gran profesional. Aprendí mucho de él y también de Enrique Liporace, gente increíble y pude disfrutar como pasaban letra, no hay mejor escuela que esa.

_Pasando a «Sólo se vive una vez», tu personaje es muy particular, ¿cómo te planteó el director para que hagas de éste malo?

_Mirá a Fede lo conozco hace muchísimos años y tenemos una amistad. Me ofreció el papel y cuando leí el guión mi personaje es un «grandote tontón». Además de ser un sanguinario y demás tenía la veta de que era un tierno. Tiene remates tontos, pero muy efectivos. Me gustó mucho hacerlo.

_La química que tenés con Santiago Segura, es muy buena.

_Otro monstruo más, tengo la dicha de haber trabajado con Santiago. Estuve toda la película al lado de Gerárd Depardieu, me siento un iluminado, es una suerte.

_¿Cómo es trabajar con un tipo como Depardieu?

_Te explico, si no usas polleras y no te pintas los labios no tenés problemas (risas). Los problemas eran para maquillaje y vestuario, que medio se enojaba cuando le iban a acomodar la ropa. A veces no podía estar con los zapatos puestos porque le molestaban y usaba pantuflas a la hora de grabar y marcaba dónde lo tenía que tomar la cámara. Yo cuando estaba con él era buenísimo porque quería que nos luciéramos, yo la pase como estrella de Hollywood (risas).

_¿Tuvo buena onda con vos?

_Excelente muy buena onda, muy agradecido de llegar y saludar a todos del set. Tiene el humor de una persona de su edad, con un sobrepeso importante y problemas de salud que lo están presionando. Es muy buena persona, se sacaba fotos con todo el mundo.

_También has tenido escenas con Hugo Silva que son muy divertidas. Tuviste buena química con los tres.

_Vos sabés que con ellos entré por la puerta mayor, porque vieron «Relatos Salvajes». Cuando me vieron a mí no lo podían creer y la verdad son muy buena gente. Hugo Silva se sacaba fotos conmigo. A nivel humano son una gente excepcional, lo mismo me pasó con Clara Lago y Javier Godino en «Al final del túnel».

_¿Qué te espera en el futuro?

_Lo actoral es un placer que yo siento, lo hago desde otro punto de vista. Cuando llevo los animales siempre estoy tenso, pero cuando actúo me relajo. Me hacen sentir un actor de verdad. Disfruto de las dos cosas que hago. Ahora terminamos de filmar se llama «El jardín de la clase media», dónde tuve la suerte de trabajar con el gran Luciano Cáceres y Roly Serrano. Tengo la suerte de trabajar con estos monstruos de la actuación que me ayuda a aprender, porque no tengo una formación actoral.