Por Federico Morel

La realidad que se vive en las villas y en los barrios populares en plena época de pandemia y cuarentena, ha dejado por de más expuestas las condiciones de esa cotidianeidad.

Esta situación tan compleja hizo que los actores fundamentales de contención en los barrios, como lo es por ejemplo la Pastoral Villera – coordinada y conducida por el Padre Pepe Di Paola-, haya tenido una presencia aún más contundente en estos sectores, los cuales presentan realidades totalmente distintas (ahora acentuadas), a las de la mayoría de aquellos que sí pueden sostener la planificación estatal con respecto a los protocolos sanitarios.

Este domingo, en la TV Pública se presenta un ciclo documental con tintes periodísticos, en donde el actor, guionista y director Diego Alonso será el responsable de conducir y mostrar, a través de una producción audiovisual de alta calidad, el acompañamiento en el territorio de esta organización social, la Pastoral Villera.

El objetivo primario de Ser Esencial, así el nombre del ciclo, es interpelar la realidad que viven aquellos que no han llegado nunca a caminar por las orillas de los barrios carenciados, ni tampoco han podido conocer a personas que día a día van sosteniéndose como pueden durante este aislamiento social decidido por el Estado, para intentar contener el virus que azota al mundo entero.

Alonso, recordado por su papel en Okupas, habló con Conclusión y contó las expectativas ansiedad que le genera participar en este formato de producción, donde no existen malos ni enemigos, pero que sí resulta como un gran informe que promete transformar y desequilibrar algunos pensamientos estigmatizantes, que surgen de la ignorancia de algunos individuos de la sociedad.

– ¿Cómo vivís esta nueva producción y que apreciación podés hacer de Ser Esencial?

– Como experiencia está muy buena. Todavía estamos grabando, no terminamos todavía. Desde lo humano te hace ver cosas que en lo cotidiano uno no lo va viendo, no le presta atención y acá queda muy expuesto. Y te muestra como vive la gente que vive en los lugares más complicados, que son las villas. Está hecho sobre el trabajo de los curas villeros, la Pastoral Villera y la obra del padre Pepe. Cuando se planteó el distanciamiento social, yo creo que no se contempló que están esos barrios y que viven de la forma en la que viven. Muchos no han tenido agua en muchos momentos, y ellos están ahí y son otra sociedad dentro de la sociedad. Hacen un aislamiento más complejo porque están todos juntos y eso hay que contenerlo: chicos, gente sin laburar, escasez de agua, insumos para poder higienizarse.

– Un sector donde la mayoría vive del trabajo informal o de «changas»…

– La gran mayoría vive de changas y se les corta todo ingreso en cuarentena. Algunos cobran planes pero no les alcanza y hasta que sale el IFE te cagaste de hambre, es así, necesitan vivir el día a día, o sea, tienen que salir a juntarla para hoy.

– ¿Está invisibilizada esta carencia que sufren los barrios populares?

– Uno está prestando atención a otras cosas, como sociedad, sabe que el Estado asiste, pero hay otra cuestión que es mucho más compleja y se va a ver en el programa. Empezás a entender que somos iguales. Lo que tiene de bueno es que este programa va a hacer que nos interpelemos. Hemos apostado a eso. Es un programa que no tiene malos. Tiene una estética documental, tenemos divididos los capítulos, entendemos hacia dónde queremos llegar. Es una propuesta fuerte. Si o si te va interpelar. Esa es la idea. Hay capítulos que te van a hacer pensar ‘¿donde estoy sentado?’.

– El aislamiento y el distanciamiento social no son iguales para todos.

– Yo cuando empezó todo esto lo de la pandemia, creo que al igual que todos nunca habíamos vivido una porque pasó hace cien años. Ahora la estamos viviendo y pensábamos que se terminaba en 15 días. Después que íbamos a ser salvados. Hemos pensado de todo. Gente haciendo pan en las redes. Gente haciendo Tik Tok. Y va la vida. Pero cuando se vea esto vamos a replantearnos lo que estábamos haciendo.

– Por como hablás, se nota que es un trabajo que te interpeló a vos mismo. ¿Es importante que estés participando en el ciclo?

– Todos los trabajos que hago trato de tomármelos con la misma intensidad. Yo del proyecto me tengo que enamorar, hacer parte y poder modificarlo. En ficción lo mismo, tengo que tener la oportunidad de todo. O sea, tengo que poder levantar la mano y decir esto me parece que hay que modificarlo. Obvio, no desde el lado del egocentrismo, sino de la construcción. Yo soy escenista también, director de actores, entonces también voy por otro lado.

– Necesitás asimilarlo tal cual, lo vivís como propio.

– Más adentro que yo ahí no va a estar nunca otro. Pasa eso. Estas cosas con entrevistas, tipo documentales, me gusta por la llegada con el otro. Por ejemplo, con la gente con las que hice Cárceles, con la mayoría me hablo. Por las redes sociales, con los presos que entrevisté hace un montón. Cuando hice la La Liga, fui a denunciar a Lewis en el Lago Escondido en el 2005. Fui en una travesía a caballo, por la cordillera durante tres días. Fue terrible. Pero me hice amigos de esos pibes y hoy son íntimos amigos. Pude comprarme un terreno en El Bolsón y soy muy amigos de esos locos. Los conocí en el primer informe que hice y fue ahí que entendí que me había hecho periodista, por decirlo de alguna manera. Me lo tomé tan en serio que me hice amigo de esta gente para toda la vida.

– Es muy llamativo, ¿te enteraste si los pibes se ‘rescataron’ o acomodaron el camino?

– El que anda delinquiendo calculo que no tiene tiempo para llamarme. Me pasa que me he cruzado en la calle y me he puesto a charlar con ellos. Pasé mucho tiempo con ellos. Viví mucho tiempo dando vueltas ahí. Iba a la cárcel todos los días. Tres años y medio fueron. Pasé tres navidades con ellos. Era muy loco porque los pibes me decían, ‘¿qué hacés acá? Iba con mi productor, Matías, un divino. Venía conmigo para Navidad, entonces nos íbamos para la cárcel, y el me decía ‘yo no lo puedo creer, en vez de estar pasándola con tu familia’. Lo que yo pensaba era que yo Navidad la podía pasar con mi familia, pero esos pibes van a estar en cana, entonces le decía a Mati, ‘mirá que recuerdo tenés en la vida para llevarte’. El chabón me miraba y no lo podía creer.

– De alguna manera los transformaste, o su realidad.

– Esos pibes no se olvidan nunca más, dejé a mi familia para estar con ellos. ¿Que onda? ¿No vale nada? Como dicen ellos. Pero es así. Yo me lo tomó muy en serio a lo que hago, por eso le meto muchas ganas a lo que hago siempre.

– Dentro de los personajes que has realizado en tu larga trayectoria como actor, hiciste de militatr en Crónica de una fuga. ¿Te pesó el personaje?

– Lo re disfrute. Muy loco. Todas esas cosas las siento verdaderamente. Cuando hacía La Leona, y María, que era Nancy Dupláa, andaba con el otro y me quería dejar, yo lo sufría y lloraba de verdad, sentía que me estaba dejando. Patricia Palmer me miraba y no lo podía creer, yo dejaba los mocos en la remera.

– ¿Analizás profundamente tus personajes?

– En ese momento pienso ‘bueno voy a hacer este personaje’, veo en el cuadro de situación en que se desenvuelve mi personaje, de quien está agarrado, cuales son los vínculos, cuanto hay de posibilidad de que permanezca en la historia y sino para sacarlo, si está agarrado fuertemente de muchos de los personajes, no lo podés sacar después, entonces tengo que hacer una fuerza enorme para aterrizar sin caerme.

– Es tu pasión…

– Es mi laburo. Disfruto de mi laburo, porque cuando hago dirección de cámaras los actores me dicen boludo vos tenes que laburar, y yo les digo pero si estoy trabajando, te estoy dirigiendo. No, pero de actuar me dicen. Después me vengo a mi casa y me termino preguntando si está bien. Por ejemplo, hubo un tiempo que terminé dirigiendo cuando terminé de hacer Cárceles, después no quería laburar en tele, me fui al Bolsón. Ya había laburado mucho, entonces dije bueno me tomo un tiempo para pensar, redirecciono.

– ¿Es como reiventarse?

– No, me voy a descansar un rato. Ahí decidí volver a la ficción, a actuar y antes de empezar con eso comencé dirigiendo series de la TvA. Ahora cuando empezó la cuarentena, en la TV Pública pusieron un serie que se llama El secretario, que el protagonista es Ale Awada. La escribimos con pibes de Endemol y ganamos el concurso. Ahí lo dirigí a Ale Awada, a Aldo Barbero, tuve un montón de gente en esa serie, a Gonzalo Urtizberea, y todos me decían ‘tenés que actuar, tenés que laburar’, y yo les decía ‘pero esto es laburo’, y ellos insistían. Y ahí volví a la actuación. Hice cosas que me parecieron interesantes. Ahí fue cuando hice «la Garza Garcés» en Sos mi hombre y ahí volví a entender que tenés que tener otro ritmo, poder entrar en naturalidad y meter un personaje que garpe, en un programa en donde la mayoría de los personajes garpaban, entonces dije ‘sí, me meto acá’. Ahí también me divertí un montón.

– ¿Buscás que el ambiente de trabajo sea divertido?

– Sí, claro. Pero también pasa que si trabajas con cierta gente ya sabés que te vas a divertir seguro, y con otros tenés que laburar viste. Con Luis Machín me encanta laburar, es un tipo con el que te divertís siempre. Con otro que me gusta laburar que muchas veces lo he convocado, lo he llamado a casting y lo he dirigido, es Dante Mastropierro. Cuando llega el chabón, olvídate. Es un strike, o sea, olvídate. No le gana nadie, entra el tipo y no hay nadie que le pueda ganar.

– Estudiaste con Lito Cruz. ¿Te interesó el teatro en algún momento?

– Sí, no para actuar en el escenario. Era más para actuar. Lo use para pasar el tiempo, conocer gente. Hay una cuestión que tiene que ver con lo vincular, más allá de lo que uno vaya a hacer. A ver, yo fui a lo de Lito porque me gustó la gente que iba, había buena onda, e iba a ir un tiempito pero sin muchas expectativas. O sea, fui por una cuestión completamente vincular. No fui pensando que me iba a preparar para salir a escena.

– ¿Y por qué no?

– No me llama la atención. De chico hice una vez cuando tenía 11 años. Hice una obra muy bonita, que era Pepe Carbonilla, donde hacía de un niño esclavo, claramente. Se había tragado un reloj, entonces no podía hablar y solo hacía tic-tac cuando hablaba, entonces no podía abrir la boca. Era todo expresión. Y nada, la rompí.

– O sea que la actuación es tu pasión desde chiquito. ¿Siempre lo supiste?

– Siempre lo supe. Yo tengo admiración por lo audiovisual, veo la pantalla y flasheo. Y me pasa todo el tiempo. Soy de Caballito, pero viví siempre en Ramos Mejía Sur, primer cordón del conurbano. Conozco la vida del barrio y no me fui nunca del barrio.

– Okupas va a ser llevada a la plataforma más importante de cine y audiovisual. Va a ser conocida en el mundo entero.

– Me encantaría que eso suceda. Sería fantástico, porque se estrenaría una serie vieja.

– ¿A que te referís con eso?
– Hay una cuestión que es extraña, pero en nosotros, los que somos los de esta serie. Yo digo esto: ojalá que la pasen en Netflix, genial. Acá va a ser furor claramente. Pero no sabemos a dónde va a salir, porque eso se vende a los países. Yo lo digo por lo que pasó con Tévez. Nosotros hicimos Tévez, la hicimos para Torneos y Competencias y seguramente iba por Netflix porque está la figura de Tévez. La figura de Tévez hizo que se venda en 197 países. Igualmente, hicimos una serie de la puta madre y que es digna de verse en 197 países. Pero es porque es Tévez. Ahora nosotros hicimos Okupas que es un producto argentino, netamente cabotaje, pero cuenta una realidad, tiene una historia bien armada, que puede generar que en algún lado la quieran comprar. no se hasta dónde van a salir a vender. El único problema es, por ejemplo, lo de La Casa de Papel: explotó, se hicieron súper famosos, tiene 6 millones 559 mil seguidores en cada red social, van de un lado para otro, la facturan, todo divino. Ahora, ponele que Okupas la pegue, te encontrás con cuatro chabones de grande ya. Wow. Es medio Kobra Kai.

– Un periodista en Twitter escribió que Okupas era la serie con el verosímil más perfecto. ¿Qué opinás al respecto?

– Son las palabras justas. Yo creo que Okupas tiene algo que toca la identidad del argentino, en lo que todo somos iguales, lo que hace a los argentinos. Después, están los escenarios reales, lugares que uno conoce o que ha visto. Ponele, yo pasar por la puerta de atrás del Congreso y ver el frente del caserón del orto, que hay gente que se ha sacado fotos ahí. Qué flash. No soy yo que me acuerdo que esto está acá, hay un montón de gente que se acuerda que esto está acá. Entonces nos pone en una cuestión de igualdad a todos, y creo que eso es lo que se siente. Yo me acuerdo cuando hicimos la serie en un momento, era muy loco, porque mientras estábamos grabando la serie seguía al aire, lo que se daba era que cuando pasaban la serie, nos volvíamos con Ariel Startari, que vivíamos cerca y volvíamos en el auto de él, a esa hora no había pibes en la calle. El día que estaba Okupas nosotros habíamos metido a la gente a la casa. Era muy loco, mientras daban Okupas los guachos estaban en la casa. Nos reíamos de eso con Ariel y era maravilloso.

– Es muy importante Okupas en tu carrera.

– Claramente eso dejo una marca en uno. Por ejemplo, muchos me dicen ‘Okupas te cambio la vida’, y en lo laboral me pasa que todo lo tengo que hacer ahí arriba, no tengo forma de hacer algo mal, no puedo hacer una cagada. Todo lo que estoy haciendo y todo lo que hice a mí me ha llenado de la misma manera que Okupas. Bueno, ahora estoy por hacer algo que no lo entiendo como que solo es ir a laburar. Estoy haciendo algo que sé que es superador, obvio en otro tiempo.

– ¿Tienen algún punto en común Okupas y Ser esencial?

– Es distinto. Okupas eran cuatro pibes que andaban ahí, era otro mundo. Era otra cosa. No tiene ningún punto de comparación.

– ¿Que esperás del estreno del documental?

– Ahora estoy esperando el primer capitulo. Es más ansiedad. No me había pasado en otro momento. Quizás es porque estoy mas grande.

– O quizás sea el momento de pandemia o cuarentena que estamos atravesando.

– Esto de la pandemia nos puso a vibrar en otra sintonía a todos. Es como que estás abajo, todo te vibra más. Las cosas te ponen a pensar en todo. Algunos decían ‘ahora cuando volvamos a la normalidad’. Yo los miraba y decía ‘¿qué normalidad?. Y esto que estoy haciendo veo que te saca a una orilla distinta.