De la mano de una decena canciones regadas en 57 minutos de transmisión, “Falso Brillante”, primer streaming de la intérprete Liliana Herrero que pudo verse esta noche, logró el cometido de, como propuso la anfitriona, unir en un mismo lazo memoria y presente de la Argentina.

Acompañada por los notables Pedro Rossi (guitarra de siete cuerdas y voz) y Ariel Naón (contrabajo), dos de los músicos que habitualmente la acompañan, el recital grabado el pasado 11 de septiembre funcionó en una suerte de set con luces blanca y fijas montado en la sala porteña de Oeste Usina Cultural.

Y sobre ese dispositivo casi televisivo y a pesar de las barreras temporales y físicas que supone la virtualidad, Herrero y sus compañeros construyeron un riguroso y bello discurso estético capaz de conectar con la audiencia.

“El streaming consiste en la dispersión. Los músicos solos en un lugar y el público en otro lado, dispersos y en otro tiempo. Se juntan muchas presencias pero en lugares y en tiempos diferentes”, lamentó la artista antes de la presentación, pero el experimento -a fuerza de talento y entrega- sorteó el escollo.

De principio a fin (desde “Aguafuerte”, de Teresa Parodi y Elvio Romero, a “Confesión del viento”, de Juan Falú y Roberto Yacomuzzi), el concierto no solamente invocó las esenciales aportaciones de Parodi y Falú sino que incluyó, además, a Fito Páez, Ramón Ayala y Aníbal Sampayo, entre otros.

Entre esos afluentes que construyen el universo sonoro y político de Liliana se anotaron a distancia el propio Páez (haciendo una versión a piano y voz de “Canto al río Uruguay”, de Ayala, que registró para el álbum debut que la vocalista lanzó en 1987 y quien mirando el presente desde una pantalla lagrimeó de emoción) y la magnífica artista brasileña María Gadú.

“Una mujer paulista, encerrada en su baño. No nos conocemos personalmente pero me mandó esta música pintada como si fuera surgida de las etnias abandonadas y quemadas en el Amazonas brasilero. Ella tiene esa lucha y yo la acompaño”, la presentó antes de escuchar una sobrecogedora versión a guitarra y voz de “El tiempo está después”, de Fernando Cabrera.

El paso por las visitas a la obra de Fito que plasmó en “Canción sobre canción” (2019) y donde volvió a destacar la recreación de “Dejarlas partir” y hasta el dúo Rossi-Naón desplegando “La Sixto Violín”, de Raúl Carnota y Jorge Marziali, completaron un repertorio certero y gozoso.

Herrero, quien pidió por “emergencia cultural ya” en la Ciudad de Buenos Aires al inicio del registro y mostró su personal oficio capaz de interpelar e imantar en un mismo movimiento, propuso que “seamos responsables con nuestra memoria y nuestra historia”.

Aún a disgusto por la modalidad virtual que impone la pandemia, la creadora, de 70 años, puso un peldaño más en esa escalera que visibiliza y eleva la historia musical de esta parte del mundo y se despidió con otra sentencia de su cuño: “Hay mundo cuando hay cuerpos; hay mundo cuando las calles son nuestras”.