Director del coro estable de la ciudad, creador del conjunto Pro Música de Rosario, reconocido mundialmente por su talento desmedido, el gran maestro Cristián Hernández Larguía falleció ayer por la tarde, a los 94 años de edad. Sus restos fueron cremados hoy en el Cementerio La Piedad.

La vida cultural de la ciudad estuvo atravesada por su impronta. Su formación autodidacta le otorgó un plus en cuanto a su visión y su relación con la música. Y no le impidió codearse con las más grandes y perfeccionarse trabajando junto a artistas tales como Pablo Casals, Karl Richter, Noah Greenberg, Robert Shaw, Juan José Castro, Teodoro Fuchs, Erwin Leuchter, entre otros.

A lo largo de su carrera recibió innúmeros premios, en la Argentina y alrededor del mundo, y su  vocación docente, con al cual estaba profundamente comprometido, le granjeó el amor de cientos de alumnos que aprendieron bajo sus alas.

Fue socio fundador del Coro estable de Rosario, y su director titular  desde 1946, y en 1962 fundó el emblemático Conjunto Pro Música,dedicado a la música del Renacimiento y música barroca.

Será recordado, entre muchas otras cosas, por los multitudinarios conciertos que cada año poblaron el Monumento a la Bandera en las fechas navideñas.

«Amo profundamente la música de todos los tiempos y de todas las categorías. Puedo emocionarme con el Canto de Prisión de Ricardo Corazón de León, con una Cantata de Bach y lagrimear con “What a Wonderful World” cantado por Louis Armstrong. Me basta con que la música sea buena y esté bien interpretada. Soy exigente».

Contestatario, polémico, inquieto y tozudo, el legado de Hernández Larguía es incomparable. No sólo en lo musical, sino por su gran tarea docente y por su compromiso por la ciudad que lo cobijó, a la que le hereda además del Conjunto Pro Música de Rosario, el Pro Musica para Niños Rosario, el Instituto Pro Musica, el Pro Musica Barroca Rosario, la Orquesta de Cámara Pro Música, el Grupo de Danzas Renacentistas del Pro Música de Rosario, el Pro Musica Gregoriana Rosario.

Confeso amante de los bares, a los que había calificado como su lugar en el mundo y declarado hincha de Rosario Central, amaba profundamente a esta ciudad, a pesar de haber nacido en Buenos Aires «Soy más rosarino que muchos de mis conciudadanos. De cualquier manera, lo he dicho y vuelvo a repetirlo, lo que he hecho con los coros que he dirigido, sólo pude hacerlo en esta ciudad. Por sus dimensiones, Rosario es una ciudad ni muy grande ni muy pequeña y a pesar de su crecimiento, del cual soy testigo, conserva una cierta dimensión humana. Creo que lo más importante es que pude y sigo haciendo sin interferencias o competencias desleales, lo que más me gusta: Hacer música. Por lo menos intentarlo…»

Su partida deja un inmenso dolor, pero, a la vez, un sabor dulce, a agradecimiento por su generosidad y compromiso, por la herencia que su talento y su mente brillante imprimen en el inconsciente colectivo de Rosario y Argentina.

La partida se hizo sentir en las redes sociales

Un poco más del maestro para despedirlo como corresponde

 

Entrevista