El baterista Rodolfo García, histórico músico del rock argentino, murió esta madrugada, a los 75 años, luego de permanecer varios días internado en el porteño Hospital Tornú con un estado irreversible de muerte cerebral tras haber sufrido un accidente cerebro vascular.

El músico, uno de los protagonistas de la historia del rock nacional, se había desvanecido el miércoles pasado en su casa y fue llevado al hospital donde fue intervenido quirúrgicamente.

García había nacido en Buenos Aires el 23 de febrero de 1946 y en 1968, junto a Luis Alberto Spinetta, Eduardo Molinari, Emilio Del Guercio, fundó Almendra, una de las bandas emblemáticas del género. En 1971 integró la Nebbia’s Band, junto a Lito Nebbia, y entre 1972 y 1978 se unió a otro grupo que marcó historia, «Aquelarre», junto a Héctor Starc, Hugo González Neira y Del Guercio.

Entre 1977 y 1983 integró otra banda, Tantor, otra vez junto a Starc y el bajista Carlos Rufino. En 1979 «Almendra» volvió a conformarse en principio para hacer dos recitales, pero la masiva convocatoria de la banda llevó el número a seis.

García volvió a integrar una banda en 1989 con La Barraca, junto a Marcelo Muir, Miguel Bassi y Pedro Conde, la cual no tocó sólo temas propios, sino de autores desconocidos y se disolvió en 1992.

Entre esa persistencia como instrumentista sensible, García también desplegó una fuerte labor en la gestión cultural, tarea que le valió ser nombrado director nacional de Artes bajo la segunda presidencia de Cristina Fernández de Kirchner, en 2014.

García se formó como acordeonista, instrumento al que volvió públicamente en 1997 cuando Spinetta lo convenció para que lo acompañara en Miami para su Unplugged en la MTV compartiendo “La miel en tu ventana”. “Quiero presentar a alguien que es como un padre musical y que siempre me va a guiar, porque es una persona derecha como pocas, a quien amo. Rodolfo García: batero de Almendra”, dijo y lo definió.

Años después, según puede leerse en “Martropía: conversaciones con Spinetta”, libro del periodista Juan Carlos Diez, hay más apuntes del “Flaco” acerca de su amigo y compañero en el capítulo titulado “The Larkings” (nombre del grupo del entonces adolescente García).

“Yo no tenía discos y me iba a la casa de Rodolfo a escuchar música. Desde la vereda ya sabía si estaba porque siempre ponía el equipo fuerte. Sonaba música o lo escuchaba practicar con el acordeón o, eventualmente, si tenía, la batería. Rodolfo es extraordinario. Tenía un look Oasis, se vestía bien de entrecasa. Yo creo que Núñez y Belgrano existen porque él vivía ahí, porque el quía era la usina que alimentaba al barrio con la discoteca que tenía. Y encima ya era un baterista impresionante”, se apunta allí sobre lo que Luis Alberto pensaba acerca de Rodolfo.

El accidente cerebrovascular que el pasado 28 de abril afectó al artista en su casa del barrio porteño de casa de Villa Ortúzar quiso ser mantenido en secreto por su familia, pero una vez que la noticia trascendió públicamente, muchos colegas se hicieron eco de la triste novedad a través de las redes sociales.

Hasta ese momento, García se mantenía activo, vital y emprendedor, algo que se evidenciaba en el plano musical pero también compartiendo “Mundo disperso” con Pedro Saborido y Daniel Míguez, una travesura radial que comenzó en la AM 750 y que este año podía escucharse en Radio Nacional los domingos de 12 a 13.30.

Además de su destacarse como un virtuoso músico, García participó en centenares de actividades solidarias, militó en un momento pesado de la vida política nacional en el Sindicato Argentino de Músicos (Sadem), programó un ciclo de conciertos en La Perla del Once, fue en una parte de los años ochenta el director ejecutivo de la revista El Expreso Imaginario, empujó la carrera de centenares de músicos independientes y propulsó la escena de la música celta de raíz ibérica en Buenos Aires.

«Cuando Lalo de los Santos estaba mal y necesitaba guita para su tratamiento, organizamos un show en el teatro La Comedia, donde íbamos a tocar Abonizio, Fandermole, Baglietto, yo y varios más», contó pocos días atrás su colega Rubén Goldìn. «Rodolfo García, que estaba en Buenos Aires, vio la noticia en un diario, se fue hasta Retiro y se tomó un micro a Rosario para colaborar y estar presente. Tengo miles de recuerdos como éste, siempre con buena onda, sonriendo, honesto, tranquilo como un sabio», añadió.