Por Fabrizio Turturici

Emiliano Vecchio volvió al Gigante de Arroyito y lo hizo de la mejor forma: convirtiendo el gol agónico de la victoria por 3 a 2 de Central ante Patronato, en un partido donde no estaba jugando bien pero el empuje de la gente y los cambios fueron determinantes para cambiar la historia y lograr la recuperación en su casa, teniendo en mente todavía la clasificación a las copas internacionales. Marco Ruben abrió el camino, el uruguayo Sebastián Sosa Sánchez lo dio vuelta y los ingresados Luciano Ferreyra y el mencionado ’10’ anotaron sobre el final.

El inicio del partido fue entusiasmante para el Canalla, ya que el doble cinco se mostraba bien aceitado y complementado por segunda vez, no así la zaga con algunos desacoples entre Gastón Ávila y Nicolás Ferreyra, cuando ambos tomaban al mismo hombre y ninguno se preocupaba por sobrar. Por suerte, el que cumplió esa función fue Leandro Desábato, en una especie de Pivot defensivo más retrasado que Emmanuel Ojeda, el encargado de la distribución y nexo con la zona ofensiva.

Además de la movilidad del venezolano Michael Covea y Alan Marinelli por afuera, abasteciendo al único punta definido que es Marco Ruben, otra cosa muy importante que recuperó Central es el pase de salida con Ávila, que puede saltarse líneas y llevar adelante este juego tan directo que propone el Kily. Es cierto que su rival no se caracteriza con la solidez defensiva, pero así lo amenazó y terminó de lastimar en apenas tres minutos con el gol del ‘9’.

Con la ventaja conseguida y en el correr de los minutos, el local fue bajando la intensidad y se desligó de las responsabilidades. Covea y Marinelli cambiaron de costados porque no encontraban los caminos y la visita se hizo poco a poco con la posesión, logrando hilvanar buenos pases en profundidad por intermedio de Héctor Canteros, siempre a espaldas de los laterales. Arriba, con el empuje de dos pesos pesados como lo son sus delanteros uruguayos, logró inquietar con la presencia hasta alcanzar el empate en una jugada así, que derivó en el solitario cabezazo de Sosa Sánchez.

A la vuelta del complemento salió dormido y la gente se lo hizo sentir, el nerviosismo se hizo presente y la claridad brillaba por su ausencia. En ese contexto fue que Central carecía de conductor y a los diez minutos se dieron tres regresos necesarios: Vecchio, Gamba y Zabala entraron por Desábato, Marinelli y Covea. Más tarde entraron también Luciano Ferreyra y Francesco Lo Celso por Infantino y Ojeda, que terminaron siendo la solución para el flojo desarrollo.

Con el Gigante en llamas Leandro Rey Hilfer tuvo poca muñeca y un pésimo arbitraje, sacando del partido a ambos equipos por sus indecisiones. La movilidad de Gamba por el frente de ataque, el tándem con Zabala, el gol para el empate del Pupi y la sutil definición de Vecchio a segundos del final cambiaron por completo la historia de un Central que volvió a festejar y sueña con las copas.