Corría el descuento y Yui Hasegawa tuvo la bola de partido, pero apareció Vanina Correa. La arquera, única superviviente de la Albiceleste que jugó los Mundiales en 2003 y 2007, regresó tras un retiro en el que tuvo a sus mellizos para entrar en la historia de Argentina.

«Con la atajada de Correa se me paró un poco el corazón», declaró emocionada tras el partido la defensa Virgina Gómez, también compañera suya en Rosario Central.

Su parada aseguró el primer punto de la Albiceleste en un Mundial, ante Japón (0-0) el lunes en el Parque de los Príncipes de París, tras dos primeras ediciones del torneo (2003 y 2007) en las que solo conoció la derrota.

«Doce años más tarde volvimos y hemos tenido una sorpresa, no lo podemos creer, es un momento lindo, estamos disfrutando.

Cuando tocó el silbato final se nos vino todo a la cabeza», señaló a la AFP en las tripas del Parque de los Príncipes la jugadora de 35 años sobre las lágrimas que derramaron en el césped.

Única en los tres Mundiales

El partido le sirvió además para convertirse en la única argentina en acudir a los tres Mundiales de la Albiceleste femenina. Su compañera Mariela Coronel jugó ante Japón 16 años después de hacerlo en 2003, pero se perdió la edición de 2007 por lesión.

Este viernes en Le Havre, Argentina deberá corroborar la buena imagen que dejó en el arranque ante otra potencia del fútbol femenino, Inglaterra.

Pero Vanina ya saborea su regreso triunfal. En 2010 decidió dejar de jugar para ser madre y cuatro años después nacieron Romeo y Luna.

«Estaba retirada del fútbol totalmente, no pensaba volver. Arranqué a jugar con amigas, fuimos a un torneo a Mar del Plata y me crucé con Carlos (Borrello, seleccionador), que me dijo ¿podemos hablar?», recordó la Flaca antes del Mundial sobre su regreso en 2017.

«Me dice que iba a volver a la selección y que quería que yo estuviera. Le dije que mi situación era otra, que tenía a los melli (mellizos). Luego me dijo, estás en la lista, te cito o no. Y le dije: Vuelvo», añadió.

Con Borrello, Correa había ya compartido los Mundiales de Estados Unidos 2003 y China 2007.

«En los anteriores era muy chica, y quizás mi autoexigencia hizo que no los disfrutase. Hoy lo vivo de otra manera. Pero cada experiencia es linda y diferente», analiza.

Oficio y pausa a sus compañeras

En 2003 le tocó ver los partidos desde el banco y en 2007 empezó como titular, pero un rotundo 11-0 ante Alemania, en el debut en Shanghai, le costó el puesto.

Doce años después, Correa es el pilar de una selección que ante Japón demostró saber defender al máximo nivel. En aquel 2007 el equipo argentino finalizó la primera fase con 18 goles en contra y uno a favor, ahora la situación es muy diferente.

«Habíamos participado en Mundiales anteriores y no nos había ido muy bien. Este empate es lo mejor que nos pasó», señaló el lunes.

«Es difícil comparar los equipos (2007 y 2019). El de hoy tiene chicas que juegan afuera, eso no pasó con los anteriores. Antes éramos todas de la liga argentina. Este equipo tiene más experiencia, está más armado», había dicho antes del torneo.

Ante Japón, Correa estuvo muy segura en las salidas y demostró oficio, dando unos instantes de sosiego a sus compañeras cuando interceptaba el balón tras las acometidas de las Nadeshiko.

«La portera tiene un gran porcentaje del acierto de un equipo. Ella tiene mucha experiencia, hoy lo demostró», le dedicó tras el choque Borrello, el hombre que le ofreció una segunda juventud en el equipo nacional.