De la gran campaña que hizo Central se pueden hacer varias lecturas. Pero a la hora de las conclusiones hay dos caminos bien marcados y diferentes entre si.

Por un lado, la síntesis será que el equipo de Eduardo Coudet solamente consiguió la clasificación a la Copa Libertadores que viene, que terminó en el podio en el Torneo de 30 y que llegó hasta la final de la Copa Argentina. Si lo hecho por el Canalla se mira única y exclusivamente por los resultados la ecuación asoma como algo escaso.

Es por este motivo que lo realizado por Central durante el año futbolístico hay que medirlo con otra vara. Y que el resultado de lo conseguido es muy positivo. Ya que no sólo obtuvo el tercer puesto en el Torneo, jugó la final del certamen más federal de todos y se clasificó a la Libertadores. Sino que el equipo del Cacho logró mucho más que eso.

Central fue el gran campeón sin corona que tuvo el año. El Canalla fue el de mejor juego de todos los equipos que participaron en las dos competencias. Tuvo una clara y definida idea de juego que hizo que no solamente los hinchas auriazules se identifiquen, sino que la gran mayoría del pueblo futbolero argentino le dio su aprobación.

Central tuvo al mejor jugador del torneo: Marco Ruben. A la revelación: Giovanni Lo Celso. Pero sobre todas las cosas fue un verdadero equipo apoyado en una columna vertebral conformada por el goleador, Nery Domínguez y Javier Pinola.

Por estas cualidades y porque tuvo un DT que en su primera experiencia selló un estilo definido y atractivo de juego, algo que a otros les cuesta una enormidad. El año canalla fue muy bueno. Y es esa la conclusión a la que tienen que llegar los hinchas, más allá de que faltó la coronación.