Por Pablo Bloise

El domingo de Glasgow vivió una historia apasionante. Argentina la escribió, y Leo Mayer le estampó la firma para decretar lo que se preveía desde el viernes: el equipo nacional jugará la final. El correntino, luego de caer en el primer set, revivió y destruyó a Evans a pura confianza y con mucha astucia.

El gesto del Yacaré, una vez consumada la obra, mostraba incredulidad y alegría. Porque entre tanta emoción, levantó la cabeza y se encontró con un escenario muy poco grato: visitante, en Escocia, con cientos de británicos odiándolo por un momento. Justamente, ese contexto es lo que cataloga como épica la batalla que Argentina terminó de ganar este domingo.

La aventura estuvo repleta de incertidumbre. Pasando por el inesperado, merecido y sufrido triunfo de Del Potro ante Andy Murray; siguiendo por la polémica decisión de Orsanic de apostar por la Torre de Tandil en el dobles (quizás el punto más fuerte de Gran Bretaña); para finalizar en cada derechazo de Leo Mayer que fueron martillando un triunfo trascendental en tierras británicas.

El equipo argentino vuelve a la final del certamen tras 5 años de muchas dudas, disputas y enojos. Hoy, todo parece haber quedado atrás. El as de espada está, y tiene ganas de mucho más. Pero los actores de reparto demostraron estar a la altura, y la ilusión no descansará hasta toparse con Croacia en la lucha por la «Ensaladera».