Por Pablo Martínez

Venía todo mal, el equipo del Kily no mostraba reacción y el horizonte se vislumbraba sombrío, pero esta victoria ante San Lorenzo cambió el ánimo del mundo Central, que recuperó la sonrisa en el momento justo, a días del clásico rosarino.

El primer tiempo del Canalla fue casi ideal, de no ser por la falta de efectividad, debió irse al descanso con una diferencia mayor. El equipo estuvo concentrado, con volumen de juego, a partir del gran trabajo en la zona media de Diego Zabala, Luciano Ferreyra y Lucas Gamba.

Central mostró en 45 minutos, lo que no hizo en casi todo el ciclo del Kily González al frente del primer equipo centralista, tuvo salida rápida, fue agresivo en todo momento y blindó su zona defensiva.

Es cierto que el rendimiento fue inesperado pero queda claro que el Canalla apostó a la sorpresa y San Lorenzo lo padeció, porque los rosarinos monopolizaron el manejo de la bocha y el campo de juego.

Un triunfo necesario que genera esperanza para lo que vendrá, el clásico con Newell’s que está a la vuelta de la esquina. Pero lo más importante de la noche de Arroyito fue la forma en que Central se reencontró con la victoria, al menos evidenció una identidad de juego, se supo a qué quiere jugar el Kily González, transmitiendo cierta tranquilidad en el hincha que pedía a gritos el fin de ciclo del DT.

El Canalla encara lo que queda de la semana con más certezas que dudas y espera con mayor optimismo el derby ante la Lepra, el torneo local y la Sudamericana.