Siempre queda la imagen del final con más fuerza. Impacta más por la proximidad. Pero en este 2017 cualquier fotografía de un momento del año posiblemente sea dejaría la misma impresión: una crisis profunda.

Los conflictos empezaron en enero, cuando el plantel inició la pretemporada con un paro que amenazó con no viajar a Mar del Plata. Ahí apareció en escena Sergio Marchi, un villano que tuvo mucha participación en gran parte del año. Incluso fue pieza clave para la quita de tres puntos por una declaración jurada que el Tribunal determinó que no era correcta.

Osella y el equipo encaminaron lo futbolistico, a punto tal que la Lepra peleó el título (increíble, pero cierto). Pero la paz duró poco. Bermúdez se peleó mediaticamente con el DT y a pocas fechas del final, Osella renunció. Y lo externó se metió en la cancha y sólo quedó el premio consuelo de entrar a la Sudamericana.

Conflictos sobraron. Nunca hubo plata, los empleados pararon bastante por el atraso en los pagos; se fueron Formica, Nacho Scocco y Maxi, dejando un vacío de jerarquía; Llop armó un equipo como pudo y así le fue; el juez se puso estricto e incluso rechazó por primera vez la llegada de un refuerzo (Danilo Ortiz) que ya había firmado; y la dirigencia oficializó otro (Zarfino) sin tener todo cerrado.

Desprolijidades que incluso amenazaron a que Newell’s no pudiera iniciar la Superliga por la deuda con Agremiados, aunque también hay que decir que otros clubes debían mucho más dinero a AFA y pudieron jugar igual.

Hubo más? Sí, y grave. La Asamblea de aprobación de balance tuvo una previa picante en declaraciones entre oficialismo y oposición y terminó de manera bochornosa, con agresiones y una imagen patética hacia afuera. Y hoy el tema está en la Justicia, y la Lepra no tiene balance aprobado. Y fue tan grave el tema, que nadie se detuvo en analizar que el ejercicio arrojó una pérdida de 40 palos y un pasivo de 350 millones de pesos.

Lo económico no aflojó nunca. Newell’s no pudo vender y vivió el año a los manotazos y de prestado. Y el juez Bellizia se cansó y avanzó sobre la tesorería. Más control, menos margen para traer refuerzos, impacto lógico en lo deportivo.

Para peor, en el final, la derrota en el Clásico acrecentó la crisis futbolística que parecía acomodarse. Y Llop se quedó con poco apoyo. Y su continuidad está supeditada a la promoción de juveniles, lo que hoy parece ser la única solución para encaminar una crisis que no parece terminar más.

Tal vez allí esté la salida, en Bella Vista, donde Martín Mackey logró tener una coraza para que la crisis no impactara en su trabajo. Habrá mayor proyección de juveniles, en consecuencia, se necesitará paciencia, algo que ya se puso a prueba todo el año en el hincha que terminó este 2017 enojado, preocupado, desesperanzado, pero que no dejó de acompañar, porque la ilusión y la fidelidad siempre están, aunque haya poco para aferrarse y pensar en un 2018 con éxito.