La gimnasta estadounidense Simone Biles, siete veces medallista olímpica y que no participó en ninguna competencia desde los Juegos de Tokio en 2021, volverá a competir el sábado en un evento en Chicago que podría ser su primer paso hacia París-2024.

Biles se tomó un largo tiempo para concentrarse en su salud mental, un desafío para los deportistas de alto nivel que Biles logró colocar en la palestra internacional durante su actuación en Tokio.

La prodigiosa gimnasta de Columbus (Ohio), de 26 años, acudió a Japón como una de las grandes atracciones de los Juegos, donde se esperaba que coronara su legado con otra asombrosa cosecha de medallas como la de Rio-2016, donde se colgó cuatro preseas oros.

Biles, considerada una de las mejores gimnastas de la historia, se tuvo que conformar en Tokio con una medalla de plata en el concurso general por equipos y una medalla de bronce en la barra de equilibrio, informó la agencia de noticias francesa Afp.

El bloqueo de Biles, que confesó sentir «el peso del mundo sobre mis hombros», la llevó a renunciar a la mayoría de pruebas apelando a su salud mental, pero también a su seguridad física.

Biles aseguró que había sido víctima de un fenómeno conocido como «twisties», que provoca que las gimnastas pierdan el sentido de la orientación cuando están en el aire y se arriesguen a malas caídas y lesiones.

«Es la sensación más loca de todas. No tener ni un milímetro de control sobre tu cuerpo. «Lo que da aún más miedo es que, como no tengo idea de dónde estoy en el aire, tampoco sé cómo o sobre qué voy a caer», explicó Biles en 2021.

La decisión de tomarse un largo descanso, priorizando su bienestar a la competición, fue considerada un momento decisivo para la lucha contra los prejuicios en torno a la salud mental en el deporte de élite.

En ese período Biles también contrajo matrimonio con el jugador de fútbol americano Jonathan Owens, de los Green Bay Packers.

Tras confirmar el mes pasado su regreso a la competición, Biles explicó que sigue recibiendo terapia que la ayuda a «manejar el aspecto mental» de su actividad.

«Mucha terapia, voy una vez a la semana durante casi dos horas», escribió en Instagram. «He tenido tanto trauma que poder trabajar en algunos de esos traumas y en la curación es una bendición».

En otro doloroso episodio de su carrera, Biles estuvo entre las decenas de gimnastas de élite que sufrieron abusos sexuales a manos del médico del equipo estadounidense Larry Nassar, condenado a décadas de cárcel por estos delitos.

En una entrevista con sus seguidores en Instagram el pasado fin de semana, Biles afirmó que había dejado atrás su miedo a los «twisties», aunque admitió que padeció nervios al volver al gimnasio.

«Cuando los ‘twisties’ ocurren, vas directamente al gimnasio y trabajas en ello. Me tomé más de un año de descanso y ENTONCES volví… Me quedé petrificada. Pero estoy bien. Vuelvo a girar. Sin preocupaciones. Todo va bien», recordó.

El U.S. Classic de Chicago es un evento fructífero para Biles en el pasado. En 2018 ya utilizó esta competencia para regresar a escena después de tomarse un largo descanso tras los Juegos de Rio y después se colgó dos medallas de oro en los Mundiales de 2018 y 2019.