Por Walter Hugo desde Brasil

Esta vez no llegamos ni a la de plata. Pelearemos por la de bronce. Mostramos algunos chispazos de Messi. Cada vez más esporádicos. En el peor momento futbolístico del astro rosarino desde que juega al fútbol. Le alcanza igual para ser el mejor de una camada de jugadores con muchas ganas pero con una carga enorme de mediocridad en sus rendimientos. Antes decíamos «Messi y diez más…». Lamentablemente ahora son Messi y un par más, apenas. El resto es intercambiable. Cualquiera puede jugar.

El propio Messi en esta Copa exhibió tan poco que podemos decir que cualquier diez del fútbol argentino hubiera rendido parecido. Y nos quedamos afuera de la final. Ni el podio para la medalla de plata, tan criticada en torneos anteriores. Habrá que ganar el sábado para alcanzar la de bronce. Por qué debemos recordar que las medallas plateadas que colgaron de sus pechos los jugadores de los últimos años, fueron fruto de derrotas en finales. Para colgarte la de bronce tienes que ganar. Es la esperanza que nos queda.

Los rosarinos nos quedamos «fuori» de la próxima edición del máximo torneo continental. La Copa América 2020 se repartirá entre Argentina y Colombia. Ni el Monumental ni el Estadio Único de La Plata recibirán partidos. Tampoco El Gigante ni El Coloso. Tendrán sus juegos el Malvinas Argentinas de Mendoza y el remozado Kempes en Córdoba, ambos fueron sedes en el lejano Mundial 1978. Se suman La Bombonera, el Cilindro de Avellaneda (Racing) y el Bi Centenario de San Juan. Rosario, reconocida durante tanto tiempo como propietaria del clásico más pasional del fútbol argentino, ha mutado alcanzando el triste privilegio de ser ahora una de las ciudades más conflictivas a la hora de jugar los partidos entre sus dos instituciones símbolo.

De tanta pasión ya nadie quiere jugar semejante partido. Los dirigentes le esquivan el bulto. Las autoridades le temen. Nos quedamos sin partidos en la próxima Copa América por qué si no le dan un partido a cada estadio, parece que no se puede jugar en la ciudad. A ese punto llegamos. Todos juntos. Apostando cada vez más al folklore de la violencia y la agresión. Rompiendo todo -con rabia- si perdemos. Destrozando todo -festejando- si ganamos.

Con la herida abierta del clásico absurdo en la cancha más triste del país y sin público, ahora le tiramos sal al quedarnos fuera de la próxima Copa América. Ya no somos la Capital del Fútbol Argentino. La violencia nos viene ganando por goleada.-