Rubén Gerónimo Riani, rosarino por adopción, nació el 1 de diciembre de 1955 en La Paz, Entre Ríos, provincia donde a los 13 años realizó cinco combates como aficionado.

A la corta edad de diez años se ponía a mirar las peleas de boxeo que pasaban por la televisión. De pronto Rubén se perdía, ya no se lo escuchaba, sus padres preguntaban por él y cuando lo encontraban notaban que se había dormido en la silla mirando las peleas de Horacio Accaballo.

Rubén Gerónimo Riani considera que nació para boxear, porque apenas tuvo uso de razón le gustó el deporte de las piñas y así se lo manifestó a su padre: «Papá quiero ser boxeador», y así fue que Don Riani lo acompañó toda la vida en el rudo deporte. Al tiempo vinieron a vivir a la ciudad de Rosario, donde conoció al club que lo cobijó y educó boxisticamente, el histórico Rosarino Boxing Club. Escuela de boxeo fundada por Humberto Natale en 1931.

Representando a este club, como amateur, fue campeón rosarino de barrio, campeón argentino, campeón trasandino en Chile y participante también de un campeonato sudamericano en Perú. «Era otra época, no había celulares, ni internet, los chicos hacíamos otras cosas como boxear», cuenta Riani. Sumó 41 peleas como aficionado y perdió solo una.

Cuando se radicaron en Rosario eran nueve hermanos, cinco mujeres y cuatro varones. «Justo caímos a vivir enfrente del Rosarino Boxing Club». En el campo profesional perdió su invicto ante otro rosarino, Rubén Mateo Granados. Pero esta derrota no lo frenó y en junio del año 1979 enfrentó al multicampeón argentino y sudamericano, Víctor Echegaray, 1° en el ranking mundial.

«Pelea durísima, nos cagamos a puñetes, terminamos lastimados, pero con la gente contenta. En ese momento estaban los periodistas; Roberto Reina, Vidaña, Néstor Giuria, Aníbal Bosque, Nelson López. Yo era más veloz, más joven que Echegaray, pero él tenía más experiencia y tenía una pelea programada por el título del mundo ante Alexis Arguello, fue una noche hermosa. En el séptimo round logra alcanzarme con una tremenda mano, me viene a rematar y lo abrazo más fuerte que a mi novia, en realidad ni a mi novia la abracé tan fuerte. Hasta que vino el árbitro, un silencio en el Sportivo América impresionante. El árbitro nos separa y regresa a rematarme y suena la campana. En el octavo round el aliento de la gente me dio mucha fuerza, lo lleve por delante y gané el título argentino».

Se retiró del boxeo el 6 de diciembre de 1984 ganando por puntos a Sergio Brites. En 1999, junto al «Griego» Pilafi nace su etapa de entrenador dándole vida nuevamente al Rosarino B. C. en el barrio Mangrullo, a cien metros del frigorífico Swift. Allí armó un lindo equipo amateur donde entrenó a Sebastián Luján, entre otros.

En el 2006 el destino le jugó una mala pasada. Fue atravesado por una bala que lo dejo hemipléjico pero eso no detuvo su pasión de enseñar y en los galpones abandonados del ferrocarril de calles 27 de febrero y Alem, junto a un grupo de jóvenes, instaló un gimnasio de boxeo y años más adelante, frente a su domicilio de calle Lola Mora.

Su antigua lesión le impidió continuar, pasó de internación en internación. Actualmente lucha por su vida en el hospital Roque Sáenz Peña, donde recibe a sus visitas con su acostumbrada sonrisa y sentido del humor maravilloso.

Las enfermeras nos cuentan que se encuentra desorientado, pero creo que no entienden su pasión porque lo que Ruben, ex campeón argentino de los liviano Juniors, habla en sus conversaciones es sobre su amor al arte de los puños: «Debo irme a entrenar, hay que boxear».

Siempre manifestó: «Si volviera a nacer elegiría de nuevo el boxeo, porque lo amo, lo quiero».

El periodista Néstor Giuria aportó un concepto en el libro de Sergio Ferrer: «Rubén Gerónimo Riani fue, sin dudas, uno de los mejores exponentes del boxeo rosarino en las décadas del setenta y ochenta del siglo pasado, así como uno de los últimos representantes del histórico Rosarino Boxing Club. Cumplió su carrera profesional siempre con Ángel Travaglini y Roque Angelo en su rincón. Dotado de buen estilo, modeló su carrera combatiendo con los mejores de su categoría en el ordenador nacional. Luego llegaron algunas peleas en el exterior, hasta que el 6 de diciembre de 1984, ciudad de Olavarría (provincia de Buenos Aires) y tras ganarle por puntos a Sergio Brites, decidió colgar los guantes, tenía 29 años de edad. De allí en más siguió ligado al boxeo como entrenador. Rubén Gerónimo Riani, en la historia del boxeo escribió su página y siempre será recordado como un gran campeón y enorme persona».