MARTES, 26 DE NOV

Inexpresivo

El Canalla fue superado todo el partido por un rival de gran jerarquía, que le hizo pesar la abismal diferencia entre planteles. Un escenario vacío no ofreció estimulante alguno para un equipo que viene en declive hace tiempo, en rendimiento y resultados.

POR PAULO VIGLIERCHIO

Rosario Central complicó su suerte en Copa Libertadores. Una caída clave en un momento donde el margen de error era nulo, dar pasos atrás implicaba condicionar seriamente las chances de clasificación. Tuvo enfrente al mejor adversario de la zona y ofreció una actuación que nunca estuvo a la altura, en ningún aspecto del juego, en casa, pero sin el acompañamiento de la gente por un imbécil.

Con la novedad de un 4-3-3, algo poco visto en este ciclo de Miguel Ángel Russo, el Canalla trató de buscar algo distinto a lo que había sido la paupérrima presentación en Venezuela. Lejos de ofrecer un panorama mejor, la apuesta no dio ningún redito. El equipo fue asediado por un imponente Atlético Minero, que dominó en todos los sectores del campo, en cada faceta.

Costó entender la ubicación de Ignacio Malcorra y Tomás O’Connor, ubicados como extremo derecho e interno, respectivamente. Ambos fueron de lo más flojo en la etapa inicial, sumado a un Central que jamás pudo imponer condiciones, sometido totalmente por su rival, cuyo único déficit a mencionarle fue su falta de eficacia, dada la superioridad reflejada en el césped.

El conjunto de Milito acumuló situaciones, como dos remates de Paulinho que tapó Broun, otro de Scarpa ingresando por derecha y, la más clara, un tiro libre tremendo de Hulk que reventó el travesaño. De milagro la historia seguía 0 a 0. El Canalla tuvo dificultades para presionar, siendo esta de forma individual, el medio campo ni cortó juego ni mucho menos pudo elaborar. En la defensa, Facundo Mallo, Carlos Quintana y Agutín Sández tuvieron que hacer varias veces de bomberos, despejando como últimos hombres.

El «Galo» tuvo facilidades en el medio y hasta 3/4; llamó la atención la solos que recibían y podían distribuir algunos brasileños, como el volante central Otavio, quien nunca fue siquiera molestado por los de la mitad. Sin ritmo, movilidad, intensidad, es imposible jugar. El mismo semblante que el reflejado ante Caracas, una mezcla de apatía, desgano, tibieza y falta de orgullo alarmante.

Scarpa, Paulinho y Hulk hicieron de las suyas, pero les faltó concretar. Muy floja tarea de Kevin Ortíz, Jonathan Gómez, el Bicho Campaz, O’Connor y Malcorra. Imposible pensar en llegar a buen puerto con tantas individualidades en bajo nivel. Ninguno fue incisivo ni claro en ataque, con aporte escaso en la marca también. Agustín Módica nunca pudo ser abastecido, por lo que las llegadas al arco de Éverson brillaron por su ausencia. ¿Lo único bueno? haberse ido al descanso empatando todavía.

En el complemento, Mineiro mermó su rendimiento, pero apenas 15 minutos, que fueron los que Central arrimó un poco más, presionando mejor. Así, producto de un contraataque, dispuso de una ocasión neta, que comandó Módica y cedió para Campaz, el Bicho sacó un zurdazo y la pelota pasó cerca del palo derecho de Everson. Primera y única llega al arco, una imagen de la actuación auriazul.

Transcurrido ese breve lapso, nuevamente la visita recobró el protagonismo y jugó a gusto, con un Canalla que solo se aferraba al empate, impotente para intentar otra cosa. Tras la formación fallida, los cambios tampoco mejoraron el desarrollo, siendo incluso peor el desempeño. Franco Ibarra no obstaculizó el libre tránsito brasileño por la mitad, mientras que Lautaro Giaccone y Maxi Lovera casi ni tocaron el balón.

Los de Milito volvieron a rodear la manzana, con más acercamientos de Scarpa, Paulinho y el chileno Vargas, mientras la estructura se sostenía nada más que por Jorge Broun, uno de los pocos destacados. De tanto ir, el club de Belo Horizonte tuvo su premio con una gran combinación por derecha, en la que juntaron pases hasta llegar al área, hubo un centro rasante, correcto pivoteo y mejor entrada y definición de Paulinho para romper un marcador que debió haberse quebrado antes. Merecido.

Así, nada pudo hacer Central para torcer el rumbo, derrota inobjetable. Una imagen pobrísima, pero sobre todo lo más preocupante estuvo desde el factor anímico. Un Gigante de Arroyito colmado no hubiera permitido semejante displicencia por parte de algunos jugadores, los cuales la obtención del título local el año pasado los «relajó», ofreciendo este 2024 una versión claramente desmejorada, que influye en la deficiente expresión colectiva.

 

 

 

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