Por Walter Hugo

En Porto Alegre sufrieron durante muchos años el flagelo terrible de la violencia en las canchas. Fundamentalmente cuando debían jugar los clásicos. Hace ya unos cuantos almanaques, el «Grenal» -como denominan aquí al choque entre los dos grandes del estado de Río Grande do Sul, Gremio e Internacional- era una fiesta y la ciudad entera se dedicaba a disfrutarla durante toda la semana previa. La violencia fue asomando sus garras lentamente y la fiesta terminó siendo una pesadilla. Para la ciudad, para las autoridades municipales, la policía y los hinchas bien intencionados. Que al igual que en cualquier parte del mundo son más. Los buenos siempre son más. Pero los malos arrasan, aunque sean pocos. Y el gran espectáculo del clásico gaúcho se volvió un problema cada vez más grande.

Con muertos en enfrentamientos antes, durante y después de los partidos. Un dirigente «colorado» (de Inter) tuvo la idea. Torcidas Mistas. Hinchadas mezcladas. Al principio todas las voces, consejos y augurios fueron negativos. Pero este buen hombre era cristiano. Su Fe lo acompañó en todo el proceso y al final consiguió imponer su idea. Si van al clásico dos hinchas, uno de Gremio y otro de Internacional, debidamente identificados, con camisetas, gorros y toda la estética habitual con que se concurre a un evento de esta naturaleza, paga uno. Entran los dos, pagan una sola entrada. Y se sientan uno junto al otro. En un sector destinado a ese proyecto.

El primer clásico en el que se implementó hace siete años atrás fue en el Gigante de Beira Río, escenario del colorado. Fueron 14 parejas. En la revancha en el Olímpico el Gremio no devolvió gentilezas y los medios de prensa fueron durísimos con sus críticas. Al clásico siguiente en el Beira Río se animaron unas 70 parejas y la cobertura de prensa destacó mucho más ese costado del clásico que el partido en si. Para la próxima cita en campo gremista, lo pusieron en práctica. Con ciertos temores, mucha presencia policial y un montón de medidas restrictivas tratando de evitar una violencia que no se produjo. Casi doscientas parejas concurrieron al sector de tribuna seleccionado para ellos. Fueron las vedettes de la tarde,

Han pasado siete años de aquella primera vez. El dirigente que tuvo la idea ya no integra la directiva colorada. Pero es el padre de la criatura. Una criatura robusta, que siete años después albergó a 3500 parejas. No me lo contaron. Lo vi. Estuve en el último Grenal. Estadio repleto, final del Torneo Estadual. La ida había sido empate en el Arena, con una presencia de 2600 parejas en el sector de Torcidas Mistas. A orillas del Guaiba Inter festejó. En su casa, con sus hinchas. No hay entradas para el visitante. Los únicos hinchas de Gremio que pudieron ver el juego fueron aquellos que participaron en el sector de HInchadas Mezcladas.

La televisión los mostraba constantemente. Ahora lo de la Torcida Mista es un orgullo de estas dos instituciones. Las más poderosas del estado de Río Grande do Sul. Con títulos internacionales que los colocan en la misma vitrina que los más destacados del país. Alexandre Limeira -que estuvo envuelto luego en casos de corrupción que lo alejaron de la conducción del club- tuvo una visión y fue tras ella con su Fe. Hoy es reconocido como el padre de la idea que trajo paz al clásico gaúcho. Desoyó a quienes pretendieron desalentarlo. «Si David hubiera escuchado las opiniones, nunca se habría enfrentado a Goliat» dicen que dijo.

Se lo comenté al flamante nuevo intendente de la ciudad cuando nos visitó el martes antes de nuestra partida a la Copa América en «deX3» nuestro programa de TV en Somos Rosario. Pablo Javkin se entusiasmó con la idea y me pidió toda la información que pueda recabar para compartirle cuando retornemos después de la final. Sueño con poder implementar un proyecto semejante en el clásico rosarino. No quisiera nunca más que nuestra fiesta futbolística que alguna vez fue mostrada al mundo como la más pasional, quede en el olvido. La postal del clásico en cancha de Arsenal con tribunas vacías ha sido una afrenta que no debiera repetirse. Querer es poder. Y que esto se pueda llevar adelante es responsabilidad de todos. Autoridades de los clubes, policía, autoridades municipales, prensa y obviamente los hinchas, que serán los más beneficiados. Rosario otra vez colocará a su Clásico -con mayúsculas- en el escenario internacional.