Por Paulo Viglierchio 

Rosario Central arrancó con el pie derecho su retorno a la máxima competencia a nivel continental. No le sobró nada ni exhibió algo vistoso, pero sacó a relucir otras facetas que caracterizaron a este ciclo y son un sello distintivo, con ello le alcanzó para regalarse una gran alegría ante un rival con historia en América, a pesar de un pobre presente en América hace tiempo.

El Canalla salió a la escena internacional con un 4-2-3-1, el esquema que más utilizó el entrenador Miguel Ángel Russo en este ciclo. La principal novedad radicó en la inclusión a último momento de Tobías Cervera por Abel Hernández, que sufrió una molestia muscular en el precalentamiento. Así, el conjunto auriazul apostaba a lo que pudieran construir Jaminton Campaz, Ignacio Malcorra y Tomás O’Connor en ofensiva. Con un Jonathan Gómez, ubicado de doble cinco, con la tarea de contribuir tanto en defensa como soltarse para participar del circuito de juego.

El primer tiempo estuvo caracterizado por la falta de ritmo, dentro de un trámite parejo. A los dos les costaba profundizar y tampoco estaban precisos en la mitad. Sin embargo, Central pareció adaptarse mejor a las circunstancias, llevando el partido a su terreno, viéndose más cómodo en ese tipo de desarrollo, aunque sin llegar a ser superior. A Peñarol se le hacía difícil todo, incluso salir con claridad por abajo.

Si bien el Canalla dispuso de algunas llegadas de media distancia, como remates de Sández y Malcorra que se fueron cerca, sobre todo el del 10, la ocasión más clara había sido para el Manya, con un cabezazo del creativo Gastón Ramírez que increíblemente se fue afuera, luego de que el enganche charrúa anticipara a Damián Martínez en un córner. Había que prestar atención a la pelota parada, una virtud de la visita.

Central asociaba bien, pero se quedaba en 3/4, y con Cervera como única referencia de área era complicado generar peligro y abastecerlo, al margen de las evidentes limitaciones del ex Aldosivi, que funciona mejor con un centrodelantero al lado. O’Connor recostado sobre el sector derecho -posición improvisada- no pesaba, por lo que lo mejor pasaba por lo que pudieran armar el Bicho y Nacho.

Cuando daba la impresión que la apatía iba a ser el común denominador de cara al entretiempo, en un córner la pelota se estrelló en el travesaño por un fuerte testazo de Mallo, en el rebote Quintana capturó el balón y, de zurda, abrió el marcador. Gol clave en un momento fundamental, para ir motivado al descanso, con la ventaja a favor, lo que podía representar un buen envión anímico de cara a la segunda mitad.

En el complemento, Central le cedió la pelota a Peñarol, obligándolo a proponer y dar otra imagen. El Carbonero dispuso de la posesión pero careció de la lucidez necesaria para vulnerar al equipo de Miguel, que sacó a relucir el libreto que tantos buenos resultados le dio en 2023, el del overol y la garra, metiendo en cada sector, incomodando al rival, llevarlo a jugar lejos de Broun.

La postura fue arriesgada, pero el Canalla luchó con solvencia, encontrando el abanderado principal en Kevin Ortíz, por lejos el mejor jugador del encuentro, quien se arremangó e interceptó cada pelota que le pasó cerca, cortó mucho en su zona y también distribuyó con criterio. El 45 recuperó ese nivel que se había visto en su momento con Carlos Tévez al mando, se comió la cancha, un verdadero gladiador. También distinguir la labor de Facundo Mallo y Carlos Quintana, sólidos y firmes como siempre.

Los dirigidos por Diego Aguirre dispusieron de una oportunidad que pudo cambiar la historia, pero Quintana se anotó otro «gol» al despejar casi en la línea la definición de Silvera, que se la había pinchado por arriba a Broun. Sacando eso, los uruguayos solo inquietaron con remates de afuera, siendo una mediavuelta que se fue cerca del propio 11 aurinegro  otra situación a resaltar.

Aguantando hasta el final, aferrándose al 1 a 0 como un regalo preciado, Central pudo quedarse con tres puntos muy importantes. Arrancar la Copa Libertadores ganando, más en casa, es necesario para ir con otra perspectiva en el grupo. Había que ganar y se hizo, en estos torneos muchas veces intervienen otros factores más allá del fútbol. La fortaleza de local, uno de ellos.

Ahora vendrá River de visitante por la Copa de la Liga, pero lógicamente todos los cañones estarán enfocados al próximo duelo ante Atlético Mineiro en Brasil, por la segunda fecha del certamen continental. Ya habrá tiempo para planificar ese compromiso, por lo pronto disfrutar y darle valor a este triunfazo, con la confianza y el buen ánimo que siempre dejan las victorias.