Por Fabrizio Turturici

Tanto Newell’s como Central, Osella como Coudet y leprosos como canallas, comparten, por primera vez, un mismo deseo: que el campeonato termine lo más rápido posible. Aunque con realidades distintas, los equipos de la ciudad buscan, con avidez, el receso.

Lo que a principio de año se presentaba como un reinicio de sueños y esperanzas, una gran oportunidad de reponerse y luchar en lo que, a priori, parecía un torneo corto y accesible, se terminó transformando en un gran calvario.

Central, que se había quedado con la espina clavada del campeonato pasado e iba por todo en el actual, se vio en la encrucijada de la doble competencia y las importunadas lesiones que desviaron el foco. El resultado está a la vista: si bien la peleó hasta el final, se terminó quedando sin el pan y ahora va por la torta, que es la Copa Libertadores. Pero en lo que al torneo respecta, terminó sembrando –antes de la última fecha- una pobre cosecha de 20 puntos sobre 42.

En la vereda de enfrente, la situación de Newell’s es mucho más preocupante y escandalosa. Vale recordar que, en la pretemporada veraniega al mando de Lucas Bernardi, la exaltación era notable, ya que los amistosos que había llevado a cabo el Rojinegro habían entusiasmado hasta al más pesimista de los hinchas.

De más está decir que la realidad leprosa no se condice a las ilusiones de aquel entonces; ni siquiera a las expectativas del más negativo de los mortales. El club del Parque se encuentra tercero (de arriba para abajo) en la tabla de posiciones de la zona 2, con ¡13 puntos! a su favor; y ya comienza a mirar con ojos de nerviosismo a los promedios.

Lo más destacable del Canalla en el campeonato, en definitiva, termina siendo el clásico ganado en el Gigante y el empate en el Coloso. Un consuelo muy chiquito para la capacidad que tiene este Central, el mayor candidato a alzarse con el título desde la fecha uno.

Del otro lado, poco se puede rescatar. La llegada de Diego Osella al club del Parque fue muy cuestionada en su momento, y el presente le da la razón a los hinchas. ¿Podrá, con tiempo y espacio para trabajar, recomponer la imagen de su equipo? ¿O los sucesores de Ricobelli en la gestión rojinegra ni siquiera lo tendrán en cuenta? Muchas preguntas y ninguna respuesta.

La realidad indica que tanto canallas como leprosos quieren, necesitan y ansían el fin del campeonato argentino. Uno, Central, para lidiar con las lesiones y enfocarse de lleno en la Copa Libertadores. Y otro, para rearmarse, trabajar y recuperar el nivel que supo tener algún día el “Newell’s de la gente”, que claramente no se parece en lo más mínimo a éste.