Por Paulo Viglierchio 

Rosario Central estuvo bien plantado. Se presentó en el estadio Juan Domingo Perón con una racha adversa a cuestas en condición de visitante, no sólo por las derrotas acumuladas, sino por la imagen evidenciada en el terreno de juego. En esta ocasión, dio un paso adelante (en el segundo ítem). Que distinto hubiera sido todo en el torneo de haber expuesto un semblante como el reflejado en el estadio blanquiceleste cada vez que le tocó salir de Arroyito.

Para el encuentro ante el conjunto de Fernando Gago, que contó con varias bajas,  el entrenador canalla Miguel Ángel Russo decidió mantener el esquema que tantos buenos dividendos le dio en el Gigante, el 4-2-3-1, romper con la línea de cinco que, si bien le permitió rescatar algunos puntos, con solidez defensiva, en el rubro ataque era inexpresiva. Por ello, desde el vamos, se pudo vislumbrar que la idea para enfrentar a Racing era otra.

Así salió su equipo, decidido a cortar los circuitos del rival en la mitad del campo, con la intención de protagonizar la historia, manipuló el desarrollo a partir de lo que pudieran hacer los volantes ofensivos. La tarea fue cumplida, porque Oroz y Gómez nunca estuvieron cómodos para recibir -Nardoni si complicó con sus incursiones por adentro-, Central propició pérdidas y trató de sacar provecho a partir de un juego directo, vertical. Eso si, le faltó precisión en el pase final.

Campaz y Malcorra, al fin, se entendieron a la perfección. El Bicho fue profundo y desequilibrante con su gambeta y Nacho administró los tiempos del partido, ganando faltas y siendo inteligente en las decisiones. Lamentablemente, carecieron del respaldo de Damián Martínez y Coyote Rodríguez en los laterales para darle mayor amplitud a los ataques. Es más, el paraguayo, muy inocente, cometió un penal claro sobre Nardoni, que Piovi cambió por gol con un fisulamiento a Broun de zurda, inmerecido, pero en 15 minutos el Canalla ya lo perdía.

A diferencia de otras presentaciones afuera, Central acusó el golpe y reaccionó, fue a buscar el empate. Arias ya le había sacado antes un tiro libre a Malcorra, pero nada pudo hacer en el segundo remate del 10, ya que el zurdazo dio en el palo y le quedó servido a Veliz, quien solo tuvo que empujarla para establecer la igualdad. Todo como al comienzo. El resultado se ajustaba a lo acontecido en el verde césped.

El trámite se volvió más que interesante, ambos iban y venían, dejando espacios. Broun contuvo un remate de Moralez, un intento de Nardoni y un tiro libre envenenado de Piovi, mientras que Veliz no llegó a desviar un centro rasante de Campaz, tras una muy buena maniobra individual del colombiano. El segundo tiempo prometía más emoción, de continuar con esa intensidad.

En el complemento, la característica fue la misma, vértigo, transiciones rápidas, profundidad. Central no se refugió atrás sino que salió a buscar algo más, aún con jugadores que iban en otra sintonía respecto al resto, como Rodríguez (de flojísimo rendimiento), Martínez, Mac Allister e Infantino (inexplicable porque estuvo tanto tiempo en cancha, agota la paciencia con su displicencia y frialdad). Campaz siguió haciendo un surco por su banda (el valor más alto) y Malcorra acompañó, aunque a veces con imprecisiones.

Sin embargo, el Canalla tuvo el problema de siempre en el medio, la inexistente contención del doble 5, aunque Kevin Ortíz se soltó algó más arriba, de hecho dispuso de una clara ocasión de cabeza, pero su testazo reventó el travesaño, mientras que Mac Allister fue más de lo mismo, nada de marca y sin ritmo. Por allí Racing tuvo una vía libre de acceso, que por suerte para el conjunto auriazul, fue mal aprovechada.

Central dispuso de contras que pideron ser letales pero, al igual que en la primera mitad, falló en la resolución. También tuvo la suya el ingresado Bianchi, que demostró que sigue peleado con el arco y el gol, al cabecear en soledad a las manos de Arias un centro a la cabeza de Cortez, que otra vez entró mal y, de hecho, casi le sirve el gol del triunfo a Hauche, Broun llegó con un manotazo salvador y pudo desviar la pelota al córner. Para rescatar, algo habitual, la tarea de los centrales Mallo y Quintana, firmes. De esa manera concluyó la historia, en un más que entretenido desenlace.

El Canalla pudo quedarse con los tres puntos de haber estado preciso donde se definen los partidos, pero también pudo haberlo perdido por fallas individuales. El empate sirve para consolidarlo en el lote de arriba y sostenerlo en puestos de clasificación a copas internacionales. Además, sumó en una cancha donde le cuesta mucho. Aunque otra mirada posible también es la sensación de que debió llevarse algo más, sobretodo ante un contrincante tan disminuído en su potencial para este compromiso.