Por José Odisio

La imagen del barrabrava asesinado en la puerta del club no ayuda y preocupa. No sólo porque recorrió los principales portales de noticias del mundo, sino más bien porque obliga a abrir los ojos sobre un tema que en el Parque parecía controlado (erradicado suena a imposible).

Si se tiene en cuenta que a la hora del asesinato por la puerta del club ingresan socios y en especial muchos chicos a practicar distintas disciplinas el miedo aparecen inmediatamente. Mucho más cuando se escuchan las hipótesis policiales y no hay una idea clara del móvil, lo que provoca pensar que la violencia puede seguir.

Darle la espalda al tema sería tapar el sol con la mano. Creer que se soluciona con un discurso sería aún peor. La realidad es que detrás de este asesinato hay muchos intereses en juego y los próximos gobernantes en el Parque deberán analizar rápido el escenario y dentro de sus posibilidades actuar con la mayor firmeza posible.

Las apretadas a los jugadores, el ingreso al vestuario o al playón tras los partidos, la presencia de gente armada en el club parecían un pasado que no iba a volver. Pero no era así. Y para salir de esta gran crisis institucional y deportiva, será necesario ponerse firme con esta movida de la barra. O las consecuencias pueden ser graves.