Newell’s no convence, lejos está de aquel equipo demoledor de comienzos del 2024, viene cayendo en su rendimiento desde el torneo pasado, los triunfos ante Platense y Riestra, atenuaron el mal momento futbolístico y el DT Larriera parece no encontrarle la vuelta al equipo.

Newell’s no juega, no contiene, le convierten y se le hace irremontable el marcador adverso, preocupa el nivel individual de cada uno de los jugadores y la pobre puesta en escena colectiva.

El entrenador uruguayo no encuentra el equipo titular, porque busca variantes que hasta el momento no aportan soluciones. El equipo ya no encuentra ni mucho menos, descansa en Banega, que siempre aparece rodeado por la línea de volantes rival.

El único que aporta algo de orden y estrategia, es el pibull Fernández Cédrez, que al menos con un par de pases profundos a Panchito González generó algo peligro ante la llamativa anemia ofensiva del Rojinegro.

El equipo está como resignado antes de jugar, el pibe Tirado no funciona donde está ubicado, Cacciabue se debate entre atacar o defender, queda la sensación como que pierde dos hombres en el campo de juego.

Y encima, en las pocas llegadas de Vélez, la defensa no estuvo segura, en el tanto de Romero, quedó lejos Glavinovich.

Los minutos pasan y la preocupación crece, es que el Newell’s post Copa de la Liga no arranca, no aparece, le cuesta todo y ni siquiera tiene esa cuota de suerte en las pocas llegadas que genera.

Newell’s tiene que despertarse rápido, al técnico le queda poco crédito tras la eliminación en el certamen anterior. Si bien la clasificación a los octavos de la Copa Argentina le dio algo de oxígeno, está en la mira de los hinchas partido a partido.

No funcionaron Panchito González ni pudo cambiar la historia Brian Aguirre, el Colo Ramírez lejos de aquel artillero implacable y el equipo se sigue desdibujando, en un horizonte sombrío.