Por Pablo Bloise

Un pie afuera, el otro adentro. Primero no, y después sí. Así de cambiante fue la clasificación de Nicolás Córdoba a los Juegos Olímpicos de Río. Con toda la incertidumbre y la desazón por las respuestas negativas, el Colo no desistió en su sueño y se convirtió en uno de los representantes argentinos y rosarinos.

Más allá de mostrarse siempre con su particular humor y buena predisposición, le confió a Conclusión que estuvo “muy mal y con ganas de no seguir”. “Yo sabía que no era el fin del mundo, pero era tanta la bronca y la impotencia que sentía que en serio pensé en no entrenar más. Lo fundamental para mí fue el apoyo de mi familia y amigos”, sostuvo.

El Colo aceptó dialogar con este medio en el marco de la presentación del Programa de Apoyo al Atleta Santafesino de Alto Rendimiento, que tiene como objetivo la participación de los deportistas de la provincia en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.

Luego de la ceremonia, contó que cerró un año “increíble desde todo punto de vista. La participación en los Juegos fue algo demasiado grande para mí. Todo lo que hice en la gimnasia, desde chiquito, fue para estar parado ahí. Hoy puedo decir que cumplí mi sueño y estoy feliz, pero no tengas dudas que voy a ir por mucho más”.

 

En 2015 fue campeón sudamericano en barra fija y en 2012 campeón panamericano también en barra fija. En tanto, logró la medalla dorada en barra fija en las copas del mundo de Qatar y Bulgaria (2015) y se posicionó número 1 del ranking mundial de barra fija en 2015. Sin ir más lejos, y más allá de que llenar su vitrina personal también es muy importante para él, su participación en los Juegos dejó todo en segundo plano.

nicolascordobafinalgymnasticsqualifieryb3mw3rr_nlxAsí como hoy siento mucha felicidad, en los días previos la pasé mal. Muy mal. La clasificación me generó, además de mucha bronca, mucho estrés. Estaba enojado. Triste. Me estaba quedando afuera del sueño de mi vida. Estuve a punto de derrumbarme”, soltó Nico. “Ahí es donde mi familia jugó un papel fundamental. Me ha apoyado toda mi vida y sé que lo seguirá haciendo, pero me sostuvo cuando estaba por caer y eso me dio fuerza”, añadió.

Sensibilizado por el recuerdo, dejó de lado por un rato la algarabía de la ceremonia, y quiso dejar un mensaje: “En cualquier ámbito de la vida, no hay que rendirse. Las cosas pueden pintar muy mal y muy feas, pero hay que ser fuertes, creer que se puede y todo se da vuelta. No es fácil, y por supuesto que solo es muy difícil. A veces necesitás un empujón o una palabra de aliento. Pero no hay que tirar la toalla. Yo estaba derrumbado, y hoy puedo decir que fui atleta olímpico y eso me infla el pecho cada vez que lo recuerdo”.

Por último, expresó su deseo para lo que vendrá: “Este programa me da la posibilidad de trabajar junto a increíbles personas, además de grandes atletas. Hay nada menos que tres medallistas olímpicos (Cecilia Carranza, Yanina Martínez y Manuel Brunet) de los cuales hay mucho que aprender. Por supuesto que la ilusión es estar todos juntos en Tokio 2020. Es para lo que estamos acá: intentar llevar al país y a la provincia a lo más alto”.

Foto: www.objetivotokio.com