Por Santiago A. Fraga

El cambio de aire y la aparición de Adrián Blas Taffarel como director técnico, aunque con pocos días de trabajo, no sirvieron este jueves para cambiar la imagen de un equipo apático y sin demasiadas virtudes destacables. Newell’s Old Boys no pasó sobresaltos ante un Aldosivi inofensivo, pero terminó conformándose con esa comodidad que le regalaba el rival y no arriesgó cuando resultaba necesario para intentar conseguir un triunfo que rompiese la racha de cinco encuentros sin sumar de a tres.

Los primeros minutos del rojinegro de Taffarel mostraron a un equipo compacto, ideológicamente opuesto por completo de la idea de Gamboa de presionar alto y cambiando así esa intensidad y agresividad por un toqueteo paciente, a la espera de encontrar en los laterales un hueco para la carrera de alguno de los dos volantes dispuestos por los costados.

El primero en explotar esa faceta fue Ramiro Sordo (impreciso en varios controles), que logró complicar a su marca en algunos ataques y, tras varios intentos de pelotazos cruzados por parte de sus compañeros, finalmente la estrategia le dio oportunidad, logrando ganarle la espalda a Rufino Lucero y conectando un remate potente que bloqueó José Devecchi.

La lesión de Cristian Lema y el ingreso de Manuel Capasso complicó un poco las cosas a nivel de individualidades y seguridad defensiva, pero no trastocó los planes de Taffarel, quien en la semana había anticipado una disposición simple, 4-4-2, sin grandes inventos.

Lo más llamativo de las decisiones del director técnico quizás haya sido el mediocampo dispuesto, con el regreso de Jerónimo Cacciabue pero en un rol de volante de marca que no es el que mejor le sienta (cosa que quedó de manifiesto con su temprana amonestación) y con Nicolás Castro jugando cerca de él, mucho más retrasado que en el sector de la cancha en donde mejor nivel mostró, que es más próximo al área, en un rol más definidor.

Otra característica del esquema táctico fue la poca proyección de los laterales Franco Negri y Gabriel Compagnucci, reemplazadas por una exigencia de mayor recorrido de Sordo y Maximiliano Comba en un equipo que igualmente mostraba líneas mucho más juntas.

Pese a algunos avances de Aldosivi en el comienzo del encuentro, la Lepra en verdad no pasó demasiados sobresaltos en la primera mitad, aunque tampoco fue lo suficientemente precisa como para ocasionar riesgo con esa mayor posesión. Además de la primera de Sordo, la única otra jugada de gran riesgo fue un córner de Nicolás Castro -que casi se le mete olímpico a Devecchi- y un tiro libre del propio 36 que pasó cerca del palo.

En el segundo tiempo, la ecuación no cambió, con la diferencia de que progresivamente el visitante se fue resguardando cada vez más, cediéndole la posesión casi por completo a Newell’s y propiciando así que comiencen a llegar ocasiones de peligro, aunque siempre bien respondidas por el arquero marplatense.

Una excelente pelota filtrada de Castro que no pudo conectar Scocco y un cabezazo del propio delantero fueron de las más claras en el primer tramo del complemento, en un equipo que ya había reemplazado a Sordo por Francisco González y que tenía tranquilidad para poder pensar en cómo herir al contrario, aunque sabiendo que era el equipo con la presión de conseguir el mejor resultado.

Con el tiempo, ese dominio igualmente se fue diluyendo, sin que crezca el rival. El agotamiento de los jugadores de Newell’s se hizo cada vez más notorio como así también una sensación de resignación, de creer que el gol no iba a ser posible llegando de esa forma y en contraposición: hacer nada.

El único que con su voluntad rompió con esa dejadez fue ‘Panchito’ González, que en varias oportunidades encaró a la defensa de Aldosivi y llegó a generar gran peligro con un remate lejano que desvió Devecchi, haciendo levantar a la hinchada.

El otro gran problema que demostró Newell’s fue en las pelotas paradas, uno de los aspectos sobre los que Taffarel dijo que puntualmente se iba a trabajar en los tres días de entrenamiento que dispuso.

Lo curioso de esto es que, técnicamente, la gran mayoría de los siete córners ejecutados por Nicolás Castro fueron buenos centros, radicando el problema en la mala ubicación de los jugadores en el área y las pocas herramientas de desmarque que demostraron algunos futbolistas. Ya sea pasados al segundo palo, al primer palo, al centro del área, lejos del arquero o al área chica, ninguno de los envíos del rafaelino terminaron siendo conectados por un compañero.

El partido termina dejando ese sinsabor de que quizás arriesgando un poquito más Newell’s podría haber conseguido tranquilamente una victoria, y si bien en el contexto de un director técnico con tres días que asume un fierro caliente sería entendible, el momento de la Lepra exige urgentemente resultados, y la poca perspectiva de que aparezcan termina por desesperar a todos los leprosos.