Por Santiago Fraga

Newell’s y Central igualaron cero a cero en el clásico rosarino, en un encuentro donde la Lepra fue quien salió a proponer desde el arranque, pero sufrió el cansancio y la poca profundidad y terminó con la mirada puesta en el reloj, ante el crecimiento de un Canalla que pudo haberse llevado el resultado cerca del final.

Un partido en el que el local hacía méritos para ganarlo terminó empatándolo de milagro. En la primera parte, los dirigidos por Héctor Bidoglio emplearon la tenencia de juego para avanzar en el campo, ante un rival bien ordenado en el fondo pero con problemas para la salida.

Esto provocó un desarrollo lento, donde la mayor parte del tiempo la posesión estuvo del lado rojinegro y donde ambos tuvieron situaciones aisladas, con la complicidad de un juez -Diego Abal- que en un partido difícil de arbitrar optó por interrumpir constantemente el encuentro.

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El elenco de Bauza logró ordenarse gracias a las firmes actuaciones de sus zagueros, el experimentado Matías Caruzzo y Miguel Barbieri, y al despliegue de sus volantes, pero los delanteros no lograban conectar juego y el peligro quedaba reducido a las situaciones de pelota parada.

El contexto del partido hizo que quienes más lo padecieran fueran los atacantes de ambos conjuntos, Luis Leal  por el lado rojinegro y Claudio Riaño del lado auriazul, que estuvieron asediados por los centrales constantemente y debieron alejarse del área para participar de las acciones.

Con esta lectura, el DT leproso decidió cambiar a un equipo de posesión por uno más explosivo en la segunda parte, con el ingreso de Cristian Insaurralde en lugar de Víctor Figueroa para descentralizar la pelota y explotar más las bandas, pero no encontró su cometido y acabó sufriendo.

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Es que Central, a partir de la notable mejoría de los tres cambios del Patón, que fueron Germán Herrera, Maximiliano Lovera y Pablo Becker, se decidió que podía ir a buscarlo y casi lo encuentra, de no haber sido por las mejores respuestas de un Alan Aguerre que terminó siendo la figura.

En los momentos del partido en donde Newell’s pagó el cansancio y descuidó su mayor arma fue cuando pasó la mayor incomodidad, acrecentando la figura de Alan Aguerre y los errores de salida ante la presión rival. Los tres ingresantes canallas contaron con ocasiones clarísimas para festejar.

La propuesta inicial de Bidoglio no fue errada, pero pareció un equipo pensado para un partido de 70 minutos. A la Lepra le sobró una gran parte del encuentro en donde el estado físico pagó factura de un fuerte esfuerzo inicial. Si la Lepra hubiera empezado ganando el encuentro, hubiera sido merecido. Si Central lo ganaba sobre el final, también.

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Por el lado de Bauza, da la sensación de que jugó el partido que quiso: planchándolo en la primera parte y yéndolo a buscar sobre el final. No obstante, le falló la efectividad de sus delanteros, como había sido en el último clásico de Copa Argentina, y se terminó trayendo un empate que, de todos modos, no le cae mal.

En resumen, el resultado y lo visto en la cancha indican un empate como los que este clásico nos tenía acostumbrados, que resultan un dolor de ojos para el público neutral y un sufrimiento exagerado para los hinchas de ambos clubes. La Lepra y el Canalla no muestran diferencias en la tabla y tampoco lo hicieron en el juego.