«Hay que traer 7 u 8 refuerzos», decían dirigentes y Diego Osella al inicio del torneo. Y desde afuera no parecía errado el diagnóstico. Pero lo cierto es que Newells está invicto y escolta no por el desempeño de los jugadores que llegaron, sino más bien por la recuperación de figuras que estaban en bajo nivel y hoy sustento del equipo.

La realidad es que de los refuerzos Osella apenas puede contar como titulares a Moiraghi, Quignon y Amoroso. Y de los tres el más firme y regular es el Chino, Quignon alterna buenos partidos con largas desapariciones y Amoroso no justificó por ahora su inversión, aunque al menos corre y no se lesiona.

El resto, entre lesiones y otras yerbas, han estado poco y nada. Matos, Voboril, Sills y Prediger pasan mucho tiempo en la enfermería y Vega no quiere jugar de tres y entonces Osella lo marginó.

Pero Osella nunca imaginó que los refuerzos estarían en casa. Mauro Formica le tapó la boca a aquellos que lo daban como un ex jugador, Maxi siempre pone ese toque de jerarquía para ganar partidos, Mateo no claudica y Pocrnjic asombra a propios y extraños con su gran presente.

Y también aparecieron los pibes y los menospreciados, que al principio Osella no tenía como ‘favoritos’, pero a los que debió recurrir por las lesiones y cumplieron. Hoy el DT no duda en poner a Escobar, Fertoli, Elias o Tevez. Y prefiere a Paz aunque no sea un tres natural.

Así, el error a la hora de elegir los refuerzos (la billetera no ayudaba, es cierto) no se siente tanto. Y Newells goza de buena salud en la tabla, que al fin y al cabo es lo que cuenta.