Por Santiago Fraga

Ni los nuevos aires que soplan en el club ni la convincente victoria ante Lanús pudieron torcer el destino leproso, que cerró este lunes con una derrota por 1 a 0 ante Huracán que tuvo los mismos componentes que otras caídas ya vistas en este torneo.

Al igual que contra Atlético Tucumán y en otros partidos de este campeonato, Newell’s nuevamente pagó muy caro el no aprovechar su momento de dominio, habiendo desperdiciado no menos de tres situaciones de claras de gol ante un rival que no otorgaba demasiadas señales de vida.

Ni en destaques individuales -como el disparo al palo de Nicolás Castro-, ni en jugadas colectivas con pelotas cruzadas pudo la Lepra capitalizar la superioridad y luego, al primer descuido, el rival se encontró con el gol. El resto ya es película conocida.

Entrando en las particularidades del caso, y entendiendo que inicialmente el partido estuvo bien planteado, no termina por entenderse la decisión táctica tomada desde mediados del primer tiempo de dejar de atacar por derecha, desde donde tuvo las ocasiones más claras -vulnerando el sector más flojo de la defensa de Huracán-, para intentar llevar la ofensiva por un lado en el que ninguno de los hombres de banda correspondieron con el ritmo de ataque que Fernando Gamboa pretende para este Newell’s.

Con Nicolás Castro e Ignacio Scocco como claros referentes de ataque, sabiéndose organizadores y definidores, en la combinación con Maximiliano Comba y Gabriel Compagnucci fue cuando surgieron las chances más claras de peligro. En el segundo tiempo, con estos jugadores cansados y con el rival cerrado atrás defendiendo la ventaja, la situación ya era irreversible.

Al mismo tiempo, pesó y pesa mucho también la diferencia de nivel entre los futbolistas de este descompensado plantel leproso, triste legado de Sebastián Peratta y Lucas Bernardi, que en ese sector de la cancha se ve con mayor notoriedad, entre otros aspectos, en la lentitud en la toma de decisiones de parte del resto de los jugadores y las malas resoluciones consiguientes. Todos los ataques de la Lepra que no pasan por los pies de Scocco o Castro terminan diluyéndose sin mucho más.

Por otra parte, fue particularmente flojo el rendimiento del doble cinco, con un Juan Sforza muy nervioso (debió ser reemplazado apenas comenzado el complemento por estar al borde de la expulsión) y un Jerónimo Cacciabue que simplemente sobró en la cancha. Los ingresos de Mateo Maccari y Fernando Belluschi tampoco terminaron por corregir esto.

Mismo flojo nivel tuvo la defensa central, con Cristian Lema incómodo, cerrando un mal partido -teniendo que jugar de 6 por la baja de Facundo Mansilla-, y un Manuel Capasso muy lejos de estar a la altura, al igual que Ramiro Sordo en la parte ofensiva de la cancha.

Huracán esta noche demostró ser un equipo sin demasiadas virtudes -por no decir que es uno de los equipos más flojos del torneo-, sin demostrar un buen rendimiento de equipo y sin ninguna actuación individual remarcable, con la sola excepción de Lucas Merolla en la zaga, además de algunas intervenciones de Marcos Díaz y una jugada de Lucas Vera.

Preocupa, entonces, que ante rivales de flojo nivel como este ‘globo’ o como lo fue Atlético Tucumán Newell’s no pueda conseguir buenos resultados, pensando ya también a largo plazo, de cara a lo que resta de este campeonato y la temporada que viene.

Como acotación final, es sumamente inentendible la ausencia en la cancha de Maximiliano Rodríguez, ídolo y referente del club, especialmente en un segundo tiempo donde la Lepra rogaba por un poco de claridad en el ataque. ¿Realmente Ramiro Sordo, Justo Giani, Francisco González, Jonathan Cristaldo y Maximiliano Comba están por encima de la ‘Fiera’?.

Hoy, Newell’s perdió un partido contra un director técnico al que todavía le está pagando el sueldo y con un plantel que no cumple las exigencias mínimas para garantizar un buen desempeño. Por esto, la dirigencia y la gerencia de fútbol deben de comenzar con urgencia un trabajo profundo que se vea reflejado a partir de diciembre, con el objetivo puesto en empezar a reparar los principales problemas de este equipo, que salen a la luz partido tras partido.