Por José Odisio

Maxi no definió si sigue o no. Y la espera se hace interminable para el mundo Newell’s. No es lo mismo para nadie que continúe o se vaya. Por eso todos están expectantes, nerviosos y sobretodo preocupados.

Hoy perder a Maxi sería un golpe muy duro para la dirigencia. El hincha todavía no digiere ver a Scocco con la camiseta de River y si la Fiera se va, los cuestionamientos irán directo a Bermúdez y su comisión. Y si los resultados no aparecen rápido, la situación puede tornarse intolerable.

Lo extraño del caso, es que en el momento clave, cuando hay que tratar de cerrar el tema, los principales directivos estén de viaje y le hayan dejado la negociación a la tesorería, como si la decisión se tratara de plata, algo que está lejos de los motivos reales que hacen dudar a Maxi.

Tal vez Bermúdez decidió despegarse del tema para no complicarlo, porque su relación con el jugador es mala y tirante, pero tal vez la Fiera estaba esperando un gesto que no hubo. Y puede haberse sentido ninguneado o al menos poco apreciado.

Llop es optimista. Sus charlas con Maxi fueton positivas y se ilusiona con tenerlo. Lo necesita, fuera y dentro de la cancha. El grupo también. Y el hincha, a pesar de algunos enojados por la espera, ruega por su permanencia. Tras muchos años con ídolos dentro de la cancha, perder a Maxi provocaria un vacío impactante. Un golpe duro para todos.

La decisión es inminente. La espera interminable. Maxi vino para retirarse en Newell’s. Pero se cansó de las desprolijidades y duda. La Lepra lo necesita, pero comprometido, no obligado. Decidido a comandar una etapa de recambio donde «casi» todos creen que debe ser con él adentro.