Por José Odisio

Newell’s empieza a ser un equipo serio. Ya no enfrenta los partidos a la espera de lo que pueda pasar. No se entrega a la buena de Dios. Tiene una idea y trata de aplicarla. A veces resulta y otras no tanto, pero cuando eso sucede y la parada se presenta complicada, aparecen los jugadores distintos y resuelven el partido.

Con Colón fue Maxi. No podía ser otro. El tipo está tocado por una varita mágica. Justo en su partido 200 con la rojinegra, justo el día que jugaba con una camiseta y unos botines como homenaje, justo en el partido que todos esperaban haga un gol sobre la hora para conseguir un triunfazo… Sí, lo hizo. De no creer.

El terreno anegado y la lluvia fueron otro rival para el equipo de Osella. Lo que hace unos meses hubiera sido una bendición para un Newell’s que prefería jugar desde la lucha, ahora fue un dolor de cabeza. Empantanados Maxi, el Gato y Nacho, la Lepra no tuvo juego y sufrió.

Pero este Newell’s pos Clásico es otro. Y confía en sacar adelante cualquier partido. A veces con autoridad, otras con arrestos individuales de sus figuras. Como con Colón, donde apareció Maxi, el iluminado. Estaba escrito.