Por Enrique Genovar

Otra vez a días de un partido de Copa Argentina. Torneo maldito si los hay, para Rosario Central. Es que hay pocos antecedentes en el fútbol donde un equipo llegó de manera consecutiva tres veces a la final y cayó en las tres. Por eso es maldita, es maldita por lo que padeció con Boca y porque se enfrentó a River en el partido definitorio del año pasado. Pero más allá de esto no deja de seguir siendo codiciada.

La Copa Argentina seduce. Y lo hace porque es el camino más corto para salir campeón, porque te clasifica a la Libertadores y por los antecedentes que tiene el Canalla en esta competencia.

El domingo otra vez Central pondrá en juego su ilusión. Esa ilusión que se vio trunca en los penales ante Huracán. Esa ilusión que quedó destrozada con el nefasto arbitraje de Diego Ceballos en la final con Boca. Esa misma sensación que se terminó de romper en la final del año pasado contra el Millonario.

Pero es precisamente esta ilusión que le permite a los hinchas “no odiarla” y querer que sea esta edición la que termine con el maleficio. Central va por otro paso, un paso que seguramente, si lo da, lo enfrentará a Boca con el inolvidable antecedente de 2015.

Paolo Montero sabe y es consciente de lo que se jugará el domingo. Y por más que sea un rival de una jerarquía inferior sabe que no habrá peros si el resultado es adverso. Por eso pondrá lo mejor que tiene a disposición para reducir el margen de error.

Central va con la clara intención de avanzar hasta la definición. Los hinchas la tratan de maldita y tienen motivos de sobra. Pero las ganas de ganarla de una vez por toda, si bien no le saca el mote de maldita la hace codiciada.