Por Alejandro Maidana

Criado en el populoso Fonavi de Rouillón y Seguí, Lucas Fernández llegó al boxeo a través de la invitación de una amiga para no despegarse jamás. El programa “Vuelvo Virtual” le permite finalizar sus estudios secundarios a la distancia, solo dos años lo separan de uno de los títulos más deseados.

La decisión de alejarse de sus afectos, su mujer y tres hijos, no fue nada fácil, pero el sueño de darles un mejor porvenir, se funden con la de una carrera extremadamente sacrificada que lo encuentra con un presente notable.

Con voz cancina pero muy segura, el boxeador comienza a mostrarle a Conclusión el derrotero de su vida: “A los 13 años comencé casi por curiosidad en esto del boxeo empujado por un amiga, recuerdo que el muchacho que me entrenaba de manera recreativa se llamaba Maldonado. De allí pasé al “Campeón Boxing Club”, un lugar donde todo era más profesional, estaba a cargo el “Indio” Gómez que me ayudó mucho para realizar mi primera pelea en el 2006 pudiendo ganar por nock out en el segundo round”.

Ya afincado en Puerto Rico la vida le mostraría un nuevo escenario, una pelea durísima contra el apego y los recuerdos. “Esta posibilidad me llega a través de una pelea que tuve en el 2014, cuando tuve una de las pruebas más difíciles de mi carrera, ya que me enfrenté con el local Edwin Rodríguez. El record que ostentábamos invitaba a presenciar una gran velada, y así fue, pude vencer por puntos en decisión unánime a un púgil excelente”, indicó Fernández.

Gracias al gran espectáculo que brindó Lucas Fernández, la empresa que organizó la velada lo contrató. Desde allí el camino para lograr la visa de trabajo que se demoró bastante, “casi un año estuve esperando la misma, en ese ínterin realicé algunas peleas en Argentina para luego llegar a Puerto Rico”.

La batalla épica ante el invicto prospecto de “Golden boy” Joshua Franco, cambiaría aún más el escenario de su carrera, “el 24 de marzo me enfrenté a un enorme boxeador que si bien me tiró en el primer round, lo pude sacar de pelea en el noveno asalto”.

“Vivir del boxeo hoy en día en nuestro país, es prácticamente imposible. Se gana muy poco por pelea, y a la par de llevar adelante un entrenamiento muy duro, tenes que trabajar de otra cosa. Cabe destacar que también existe un abuso muy grande por parte de algunos promotores, que le dan una porción miserable de dinero al boxeador, mientras que ellos se llevan la más grande. Esta fue una de las razones de la decisión de llegar a este bello país, si bien la distancia que me separa de mi familia es muy grande, mi desafío es seguir consolidándome para poder traerlos a Puerto Rico”, enfatizó.

Lucas tiene tres hijos y una esposa que lo extrañan mucho, el mismo sentimiento que lo invade a cada minuto y lo impulsa para el lograr tan ansiado sueño. “No voy a parar hasta ser campeón del mundo, quiero marcar con mi nombre la historia. Lucho día tras día para poder brindarle una vida más digna a los míos, ese es el motor que me impulsa”.

Los fines de semana encuentra a Lucas Fernández como bartender en un boliche, mientras que en la semana y por la mañana, le pone el lomo al laburo de la construcción. El sacrificio de este doble campeón Latinoamericano mosca y mini mosca, y cuádruple campeón amateur, es digno de admiración y respeto.

“Mis primeros días estuvieron repletos de incertidumbre, pero por suerte hoy en día abrazo una estabilidad económica que me permite pensar solo en solidificar mi carrera. Aquí las peleas se pagan bien, y de salir todo bien, espero poder traer a mi familia en los próximos meses, para luego de algunos años volver juntos hacia mi país con una solvencia económica que nos ampare”, concluyó Fernández.

Admirador del “Cotón” Reveco por su profesionalismo y humildad, este rosarino no deja de guantear con el destino para poder ponerlo de rodillas definitivamente. Hoy el barrio Collores de Juana Díaz, en Puerto Rico, lo ve transitar aferrado a un sueño, al de ser campeón del mundo gracias al poder de sus puños y la perseverancia de su alma.