Por Osvaldo La Spina

Llega el clásico. Este domingo la ciudad tendrá su fiesta. Y Conclusión palpita la previa, como durante toda la semana, con protagonistas que escribieron la historia del derby más pasional del fútbol argentino. En esta ocasión los elegidos son Ricardo Ferrero y Juan Carlos Delménico, dos ex arqueros con gran pasado por Central y Newell’s, respectivamente.

Ricardo Ferrero, más conocido como el Oso, estuvo en el arco canalla en 11 clásicos. Empezó en las divisiones inferiores en la década del 70. Llegó a la primera división Rosario Central en el año 1972 y estuvo hasta 1980.

Algunos jugadores de esa época con los que compartió equipo fueron: Jorge González, los hermanos Killer, Burgos, Pascutini, Aimar, Solari, Poy, Bóveda y Cabral, integrantes de ese equipo emblemático.

«Yo debuté en un clásico en el Nacional del año 75, en cancha de Central ganamos 3 a 0, con tres goles de Mario Kempes. También recuerdo uno en la cancha de Newell’s que empatamos 1 a 1, nosotros jugamos con la reserva y ellos con la primera. También hubo muchos empates en la historia de los clásicos, pero lo que sí recuerdo que jugando de titular perdimos uno solo», expresó Ferrero en charla con Conclusión.

«Lo lindo del clásico siempre fue la previa y después del partido, es un partido aparte, en donde estaban las dos hinchadas, no había tanta violencia. Ahora los pibes tienen mejores condiciones para jugar muy distintas a la nuestra. Las canchas son mejores, los botines mucho más cómodos y las pelotas de fútbol. Ahora se usan camisetas térmicas», destacó el Oso.

Entre reflexiones, recuerdos y risas de las anécdotas vividas, Ferrero continuó el diálogo con Conclusión.

«Recuerdo un clásico en el que la Paloma Laino (NdR: arquero que trajo Carlos Griguol en 1973) sacó una pelota por arriba del travesaño del lado del arco que da al Palomar en el Parque. Cuando estábamos en el vestuario, se tomaba la mandíbula porque le dolía, entonces le pregunté qué le había pasado. Y me contestó que cuando desvió ese tiro, se había pegado la pera con el travesaño», dijo entre risas el Oso.

Otro arquero, esta vez más identificado con Newell’s, que dialogó con Conclusión fue Juan Carlos Delménico. Comenzó a los 10 años y debutó en primera a los 16 años en los años 70. Se habían lesionado Fenoy y Toriani. Griffa era el mánager de las divisiones inferiores y lo autorizó a practicar en doble turno, a la mañana con las divisiones inferiores y por la tarde con la primera. Así le llegó el debut.

«Un poco por decisión mía y de mi papá quien deseaba que me dedique de lleno a jugar al fútbol. En esa época me tocó jugar con muchos valores como Marito Zanabria, el Mono Obberti, Conigliaro, Becerra, un equipo que marcó diferencia», expresó Delménico.

«Anécdotas hay muchas, pero hay una cuando fui a hacer la pretemporada a Salta y la mayoría de los jugadores eran casados, yo era el más rebelde de todos con 16 años. Al otro día tomábamos el avión muy temprano y yo llegué dos horas más tarde. Todos me estaban esperando y me querían matar», contó quien fue el último jugador de la historia en vestir las dos camisetas de los clubes de la ciudad.

Haciendo una comparación con el fútbol de esa época, Delménico se queda con el de ahora «pero bien jugado», concluyó Delménico.